En el escenario, es la voz y batería de la banda El Hombre Misterioso. En la galería, un explorador en el campo del arte sonoro, un creador que propaga sonidos en el aire y genera con ello un espacio inquietante. Así, en la muestra de Santiago Pillado-Matheu “La realidad ausente”, no hay nada que ver. Se trata, más bien, de una instalación sonora que ocupa toda la galería Miró Quesada Garland, donde el espectador debe desplazarse atento a la dirección del sonido para desentrañar cada experiencia audible.Para Pillado -Matheu, ganador del premio Iberescena-Ibermúsicas 2014 con una obra sonora presentada en el Palacio de Bellas Artes de México, su acercamiento musical ha tenido que ver más con la investigación en el sonido que en las partituras. “Ya en algunos trabajos musicales anteriores, sin mucha conciencia, traté de combinar aspectos sonoros con música. Ahora he tomado conciencia de las posibilidades del arte sonoro, y busco que fluya hasta convertirse en una orquestación en el espacio. Aquí, en la sala, algunos sonidos salen del frente de la pared, y lo que podríamos considerar ‘arreglos’ de la composición están repartidos a lo largo del espacio. Es una manera espacial de componer”, afirma el músico y productor.
A QUÉ SUENA EL PERÚLa muestra nos remite a los sonidos del Perú y de su capital en los difíciles años ochenta y sus efectos en la actualidad. Cuando hablamos de Lima, para Pillado-Matheu, el sonido tiene que ver con emociones encontradas, sus recuerdos de adolescente en la escena del rock subterráneo. “Allí siempre viví una contradicción constante –recuerda–. El movimiento subterráneo reproducía justamente lo que criticaba: dentro había racismo ydiscriminación de género. En mi caso, siendo hombre, blanco, rubio y sin dinero, era considerado un pituco. Por ello, para mí, el sonido de Lima se genera de mis contradicciones”, afirma el músico. Recorriendo el espacio de paredes negras de la galería, el espectador ofrece la interpretación personal de los sonidos de este país a partir de registros reales puros, otros intervenidos por el artista, además de creaciones sonoras realizadas con instrumentos convencionales.
Entre otros registros, pueden citarse los grabados por el mismo artista en Ayacucho, recorriendo de madrugada el camino que conduce al pueblo de Uchuraccay. Sus pasos sobre la tierra, el viento altoandino, las fuentes de agua en delicada caída. También recogió conmovedores testimonios en quechua de los familiares de desaparecidos, tanto de esta comunidad como en las ciudades de Huanta y Huamanga.
UNA SALA TRANSFORMADAUna galería de arte convencional no suele ofrecer las mejores condiciones para una exposición sonora, que exige una acústica especial. Para ello, se ha acondicionado totalmente el diseño de la sala para evitar cualquier reverberación del sonido. Asimismo, el acondicionamiento espacial también planteó serios retos. “Jorge Villacorta, curador de la muestra, siempre me decía que el arte sonoro utiliza muchas veces piezas como una imagen, un video o un texto para entretener al espectador, para que se quede mirando algo y a partir de eso entre el sonido. Pero desde el primer momento queríamos una sala vacía, donde no haya dónde fijar la mirada”, afirma Pillado-Matheu.
Tan acostumbrados como estamos a estímulos visuales, podríamos sentir extraño ingresar a un espacio solo para percibir diferentes sonidos. Por ello, la muestra demanda que el espectador invierta un tiempo para recorrerla y recoger su atmósfera. “Mi tesis es que el sonido tiene un valor emocional enorme, que permite transportarte a momentos claves de tu vida. El sonido tiene ese poder, tú no puedes contra él. El sonido está allí, lo llena todo. El reto de la muestra es que invite al espectador a ingresar y dejarse llevar. Es una muestra que tiene que ver con la expectación, aunque no tenga nada que mirar”, añade.
Lugar: Sala Luis Miró Quesada Garland. Esquina Av. Larco con Diez Canseco, Miraflores. Inauguración: Hoy, 7:30 pm. Temporada: De martes a domingo, de 10 a.m. a 10 p.m. Hasta el 4 de octubre. Entrada: Libre