Desde hace más de dos décadas, miles de personas se trasladan a finales de agosto al desierto de Nevada, en el oeste de Estados Unidos, para participar en el festival Burning Man (hombre ardiente), un encuentro que sus promotores describen como como “un experimento en comunidad de autoexpresión y autosuficiencia radical”.
En los últimos tiempos este festival -que desde sus inicios se ha asociado con el movimiento hippie y más recientemente con la música electrónica- ha dejado de parecerse al evento original que iniciaron en 1986 en una playa de San Francisco un grupo de amigos para celebrar el solsticio del verano boreal, quemando una figura de madera de un hombre de más de dos metros de altura.
A principios de los 90 el festival se había hecho tan popular que tuvieron que trasladarlo al desierto de Nevada, donde se espera que esta semana acampen cerca de 70.000 personas en la ciudad efímera bautizada como Black Rock City.
Pese a costar alrededor de US$400, las entradas para el evento -que este año tiene lugar del 25 de agosto al 1 de septiembre- se agotaron menos de una hora después de ponerse a la venta.
En Burning Man, donde tienen cabida múltiples formas de expresión artística así como (según se cuenta) numerosas sustancias ilícitas, está prohibido el intercambio de dinero, ya que uno de los objetivos es compartir.
Los participantes deben traer todo lo que necesiten para subsistir durante 1 semana y aquello que quieran regalar a otros asistentes. Los teléfonos y las computadoras no tienen ninguna utilidad porque no hay cobertura telefónica o internet.
La principal atracción del evento es la procesión con tintes paganos que se realiza el sábado y que acaba con la quema de la figura de un hombre de madera que da nombre al festival y que el año pasado tenía más de 12 metros de altura.
Llegaron los millonarios
Pero el que durante años fue un oasis de la contracultura, se ha convertido tiempos recientes en un punto de encuentro para algunos de los millonarios de más renombre de la industria de la tecnología de Silicon Valley, como los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin; el presidente ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, o el dueño de Tesla Motors, Elon Musk, quienes hasta ahora, de una manera u otra, habían logrado pasar desapercibidos.
El problema es que en los dos últimos años se les han unido nuevos multimillonarios como el fundador de Facebook Mark Zuckerberg, empleados de compañías como Twitter o Uber o ejecutivos de fondos de inversión, lo que para algunos está alterando radicalmente el espíritu original de Burning Man.
Hace unos días el diario New York Times publicó un artículo que ha tenido gran repercusión en el que se explicaba cómo los nuevos magnates de Silicon Valley que acuden a Burning Man se pelean por ver quién gasta más dinero en agasajar a sus invitados, levantando lujosos campamentos temporales en el desierto.
Así, lo que en origen eran unas simples tiendas de campaña en las que dormir, se han convertido en ostentosas carpas que cuentan con cómodas camas, aire acondicionado y baños portátiles como los que se utilizan en los rodajes de Hollywood.
Según le explicó al New York Times uno de los asistentes a Burning Man, los campamentos en los que se hospedan los millonarios de Silicon Valley se construyen de forma que nadie pueda acceder a ellos sin autorización.
Estos magnates y sus invitados, que pueden llegar a pagar US$25.000 por la estancia, se trasladan al festival en aviones privados, pasan la semana comiendo platos cocinados por algunos de los mejores chefs del mundo y cuentan con asistentes -a los que llaman sherpas- que les ayudan a satisfacer todas sus necesidades.
Incluso este año se llegó a anunciar en la página de Burning Man una compañía que ofrecía instalar campamentos temporales con electricidad, internet, cocineros y servicio de bufé.
La noticia causó indignación entre algunos de los asistentes más veteranos al evento y la publicidad acabó siendo retirada de la página del festival.
Diferencias
“En los últimos años, el número de millonarios de Silicon Valley que acuden a Burning Man se ha multiplicado y se gastan sumas de dinero astronómicas en el festival”, explica en conversación con BBC Mundo Nick Bilton, reportero del New York Times, autor del artículo arriba mencionado.
“Hay magnates de Silicon Valley que han estado acudiendo al festival durante años porque creen en los ideales del evento. Creen que es una comunidad abierta y libre en la que pueden ser ellos mismos y crean arte y música, y vivir durante una semana en un mundo en el que no hay dinero y en el que todo es compartir”, señala Bilton.
“Pero los millonarios que se han sumado en los últimos dos años hacen ver que no les importa el dinero pero en realidad no es así. Para ellos Burning Man es una manera de gastar de forma ostentosa”, señala el periodista del New York Times, quien asegura que en algunos campamentos los invitados tienen acceso a todo tipo de lujos, “incluidas las drogas”.
Según Bilton, a muchos de los veteranos de Burning Man que ha entrevistado “les preocupa que se esté perdiendo el espíritu original del festival, mientras que otros aceptan la situación porque consideran que se trata de la evolución natural de un evento de este tipo”.
“Mucha gente se ha sentido ofendida por mi artículo y aseguran que los millonarios también tienen derecho a ir a Burning Man, pero nadie ha negado que lo que cuento sobre el festival sea verdad”, explica Bilton.
“Está pasando como con el festival de Coachella. Son eventos que nacen como algo independiente y alternativo y acaban convertidos en eventos masivos y eso molesta a muchos”.
Anonimato
En opinión de Bilton, a los magnates de Silicon Valley les gusta Burning Man por “su faceta de contracultura” y “porque pueden asistir de manera anónima, ya que pueden vestirse como quieran y llevar máscaras, y nadie va decirles nada por que lo hagan”.
El periodista del New York Times señala además que el hecho de que el festival tenga lugar relativamente cerca de San Francisco también ha contribuido a su popularidad.
El artículo de Nick Bilton no fue el primero en arrojar luz sobre los cambios que se están produciendo en Burning Man.
El año pasado, respondiendo a los que aseguran que Silicon Valley está haciendo desaparecer la esencia del festival, el cofundador de Facebook, Dustin Moskovitz, reaccionó asegurando que no se les debe juzgar tan sólo porque sean millonarios.
“El resentimiento hacia los burners (nombre con el que se conoce a los asistentes al festival) con dinero se basa supuestamente en que están violando el principio central de autosuficiencia radical. La gente a veces olvida que eso es una directriz pero no algo que realmente pueda alcanzarse”, escribió Moskovitz.
“Burning Man es para absolutamente todo el mundo. Todo el mundo. Eso es lo que significa la inclusión radical”, señaló el cofundador de Facebook.
Probablemente el anuncio de que este año entre los asistentes a Burning Man podría encontrarse el estratega de la derecha estadunidense Grover Norquist, no va a ayudar a calmar los ánimos de aquellos burners veteranos que se quejan de que el festival se está aburguesando.