El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid muestra desde hoy la evolución de El Greco a través de cuatro de sus obras: del academicismo al que se sometió durante su etapa italiana a una pincelada suelta y subjetiva en España, reflejo de su libertad más absoluta.
Es una de las principales conclusiones del estudio que en los dos últimos años realizó la pinacoteca española y que hoy se inaugura para el público, bajo el título “El Greco. De Italia a Toledo” y coincidiendo con el 400 aniversario de la muerte del artista de origen griego.
De la influencia de pintores renacentistas como Tintoretto o Tiziano, El Greco vira hacia una técnica más sobria tras su llegada a España en 1577. “El cambio responde seguramente a un concepto más espiritual de sus obras”, explicó el director del departamento de Restauración del museo, Ubaldo Sedano.
A través de radiografías, reflectografías infrarrojas, análisis químicos e fotografías de alta resolución que ahora se exponen en la sala, el equipo de Restauración del Thyssen estudió a fondo las cuatro obras del pintor que atesora el museo: dos versiones de “La Anunciación” (1576 y 1596-1600), “Cristo abrazando la cruz” (1587-1596) y “La Inmaculada Concepción” (1608-1614).“El Greco es muy metódico y estudioso, pero cuando comienza a pintar, se deja llevar hasta el punto de que casi crea otra obra distinta a la concebida”, explicó a dpa Susana Pérez, restauradora de la pinacoteca española.
“Su forma de trabajar en la primera ”Anunciación“ (pintada todavía en Roma) nos pareció increíble. Se somete a rigor academicista que sigue una cuadrícula y parte de un dibujo muy estudiado. 20 años después, eso cambia”, puntualizó.
Sus pinceladas se vuelven poco a poco “expresionistas” y se convierten en precursoras de las de Velázquez, Goya, Manet, Cezánne o Gauguin. En Toledo (España), El Greco consolida su estilo definitivo: su reconocible canon alargado, el espacio transfigurado y sus juegos de luces y sombras.¿Alguna sorpresa durante la investigación? “En 'La Inmaculada Concepción' (1608-1614) hay una gran aportación de su taller: rompe el perfil de los rostros, aplica las pinceladas como expresionistas y la lucha de luz y sombras se dispara”, dice la restauradora. Es El Greco en estado puro.
Aunque su estilo evoluciona, el carácter del artista permanece. “La libertad está presente en sus obras desde el primer día. Lo que hay es una maduración personal y profesional, normal en cualquier persona”, explicó Pérez.Doménikos Theotokópoulos, conocido como El Greco, nació en 1541 en la isla de Creta. Con 26 años se trasladó a Venecia para estudiar la obra de pintores italianos como Veronés, Tintoretto y Tiziano, antes de su paso por Roma. Su trabajo más personal lo desarrolló en España, en la ciudad de Toledo.
Allí murió el 7 de abril de 1614. Cuatro siglos años después, España recuerda al místico pintor con numerosos actos, exposiciones y conferencias. El área educativa del Museo Thyssen-Bornemizsa organizará el próximo mes de mayo un simposio internacional sobre su obra.
Otra de las pinacotecas más importantes del país, el Museo del Prado, contará a partir de junio con la muestra “El Greco y la pintura moderna”, en la que destacará la obra de pintores posteriores influenciados por su estilo.