El tiempo ha pulido los rasgos de la momia Juanita. El cuerpo de la niña sacrificada en tiempos del incario fue encontrado, cinco siglos después, congelado en las nieves del volcán Ampato, en Arequipa.
Su largo sueño, en las acuarelas del pintor limeño Marco Antonio Valeriano, es compartido ahora con el de otras mujeres igualmente sacrificadas. Víctimas del feminicidio que nos interpelan, rostros que nos hablan de una historia de violencia contra la mujer que nos ata con nuestros orígenes.
ACUARELA OSCURAEste año, la reflexión sobre la violencia contra la mujer se impuso al momento de elegir a los ganadores de la edición 46 del Salón Nacional de Acuarela del Icpna. Para el primer lugar del premio, sus series tituladas “Las hijas del Sol” son fruto de un largo proceso y de una dura historia personal.
Lo primero que podríamos decir es que Valeriano había abandonado el arte hace años. Egresado de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes en la especialidad de Pintura y Dibujo, los diez últimos años los pasó trabajando en el mercado de Huamantanga, en Puente Piedra. La responsabilidad familiar, la necesidad de ganarse la vida, lo obligó a tomar decisiones difíciles. Como artista había vendido apenas unos cuadros, así que optó por dejar la vocación. Su timidez no le ayudaba. Pasaban los años y él sentía que se estrechaban aún más los espacios. “Es muy difícil para un artista de la escuela salir adelante”, nos confiesa.
Pero en los últimos tiempos, estuvo buscando un concepto para pintar, y la acuarela se convirtió en el mejor aliado para recuperar el oficio. Un proceso que lo llevó primero a pintar los cuchimilcos de la cerámica chancay, luego fardos y sutiles formas femeninas. A partir de un estilo expresionista, su búsqueda fue adquiriendo profundidad al trabajar con las imágenes de las niñas sacrificadas en el hielo. La luz sobre sus rostros momificados, el contraste de los colores en sus pieles resecas.
Lo siguiente fueron retratos en acuarela. El recuerdo de la doncella de Ampato se sobreimprimía en el de las mujeres que pintaba. Víctimas del feminicidio, como Eyvi Ágreda, en cuyo retrato la acuarela busca emular el fuego que la devoró en un autobús. Las perturbadoras marcas en el rostro las hermanan.
El español Francisco de Goya decía que el sueño de la razón produce monstruos. En el caso de Valeriano, en medio del ruido informal del mercado de Huamantanga, produjo las víctimas de los monstruos. “La violencia de género no es un tema actual. Quien estudie la historia encontrará que la violencia contra las personas más indefensas ha sido una práctica permanente. Siempre ha estado allí. Está en nosotros y no sabemos cómo controlarla. De mi parte, hacerlo visible en mi obra es una forma de cortar con ello”, señala.
UN DRAMA MILENARIOPara Juan Peralta, miembro del jurado del Salón de Acuarela, detrás de la gestualidad de su obra se refuerza el tema de la mujer en su condición de víctima de la violencia en una sociedad como la nuestra. “Pasado y presente son una misma situación en la que poco ha cambiado”, afirma.
Para el curador, además de la urgencia de su temática, la obra de Valeriano recoge la frescura de la acuarela. “La ejecución libre de sus retratos expresa conocimiento de estructura compositiva, manejo de volúmenes, planos y atmósfera”, añade.
LO MEJOR DEL SALÓN DE ACUARELAEl próximo martes 8 de enero, en la galería Juan Pardo Heeren del Icpna de Lima, se premiará a los ganadores de la edición 46 del Salón de Acuarela, inaugurándose además la muestra formada por las obras ganadoras, menciones honrosas y seleccionadas. Además del ganador Marco Antonio Valeriano, se reconocerá al pintor Miguel Ángel Meza con el segundo premio, por la obra “Instantánea en mi muro II. Intimidad y abandono”. Se eligieron además dos menciones honrosas para los artistas Jean Paul Fernández Caldas y Guillermo Palacios Pomareda.
MÁS INFORMACIÓNLugar: galería Juan Pardo Heeren del Icpna. Dirección: Jirón Cusco 446, Lima. Día y hora: jueves 8 de enero, 7 p.m. Ingreso: libre.