De pronto, los miles de transeúntes que llegan a Times Square a mirar boquiabiertos esa selva de pantallas aéreas y neón tuvieron que bajar la mirada a los suelos: se había instalado una autopista de doble carril conformada por 600 fotografías de rostros humanos impresas en gran formato. Y todo por obra y gracia de un grupo de acción anónimo que, meses antes, había instalado una serie de cámaras fotográficas para que los espontáneos posaran. Cosa que ya había ocurrido en los barrios más caros de París cuando asesinaron a dos musulmanes y súbitamente esas calles se poblaron con rostros gigantescos de árabes.
Porque lo suyo es visibilizar a comunidades silenciadas o marginales. En Malawi, por ejemplo, el grupo de acción retrató a una muy deprimida comunidad de pescadores de la bahía de Cabo Maclear. Y en el Polo Norte seis activistas de “Salvemos el Ártico” colocaron una pancarta gigante con más de mil imágenes de los miembros de un grupo conservacionista que lucha contra la explotación de los recursos naturales en pleno cambio climático. E hizo lo propio en Jerusalén retratando a israelíes y palestinos de las mismas profesiones y exhibiéndolos en paralelo para demostrar que las diferencias raciales entre ambos eran igual a cero.
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Por estas calles
En realidad, era un grafitero. Un adolescente que pasaba sus días rociando aerosol en los subterráneos de París. Hasta que una noche se encontró una cámara fotográfica y pensó si no sería mejor que los rostros de toda esa población flotante y anónima sea fotografiada por otros seres anónimos. Es Jean René, más conocido como JR (París, 1983) o “el fotógrafo clandestino”, porque se aparece en los rincones más insospechados del mundo para disparar a diestra y siniestra, ampliar cada toma y exponerla en el blanco y negro de una gigantografía.
Hacer realidad su sueño —convertir a la calle en la galería más grande del mundo— hizo que en 2011 obtuviese el Premio de Tecnología, Entretenimiento y Diseño (TED), también otorgado a Bill Clinton, Al Gore y Bill Gates. Y usó el millón de dólares de dotación para seguir creando grupos de acción y líderes locales. Hasta encontrar, en el caso peruano, a la fotógrafa Sonia Cunliffe. Ella armó un equipo técnico —los fotógrafos Jorge Morrope, Alejandra Escudero de Puro Muro y Daniel Florez de Pro Lima— soportado por la convocatoria de Ciudadanos en Acción y la Beneficencia de Lima.
¿Y por qué escogiste Barrios Altos? “Porque es un sector que ostenta un alto valor histórico patrimonial. Luego del ensanche de la avenida Abancay (1940), esta zona fue marginada paulatinamente hasta convertirse en muy pobre y precaria. Y la plaza Italia, donde exhibiremos las fotos, es la puerta de entrada al barrio. Es un espacio de interrelación entre sus residentes y la población flotante que llega al populoso mercado central desde todos los rincones de la ciudad”, responde Cunliffe.
Gran angular
Así, durante un mes los residentes y visitantes de la Plaza Italia —acicateados también por la Asociación Mujeres de mi Barrio— recibieron en el rostro una delicada metralla de flashes cuyo resultado ya ha sido enviado al estudio de Inside Out de Nueva York, donde las fotos serán impresas y estarán de vuelta en Lima para ser instaladas en la fachada de un cine abandonado en la misma plaza. La exhibición se llevará a cabo significativamente el 18 de enero de 2020, día en el que la ciudad cumple 485 años.
Desde luego, semejante bloque visual —compuesto por vecinos y visitantes retratados— ya forma parte del archivo mundial del proyecto de identidades Inside Out. Ese que ha recorrido 142 países y, gracias a su potencia, ha terminado empoderando tanto a las mujeres de la favela de Morro da Providência de Rio de Janeiro como a las de Camboya, India, Kenia, Liberia, Sierra Leona y el Ártico que sufren de violencia doméstica. En Lima, la belleza otoñal y la teatralidad de los residentes en Canevaro se unen, en blanco y negro, al gran proyecto de JR.
El dato
En septiembre de 2017, JR fue al lado mexicano de la frontera con EE.UU y elevó un andamio con la imagen de un niño (Kikito) mirando por encima del muro divisorio. “Él no veía fronteras, solo veía personas. Él no sabe que esta pared divide la gente”, declaró el fotógrafo.
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