El paso de Yo-Yo Ma por Lima no será olvidado con tanta facilidad. Es verdad que el músico parisino ya había paseado su talento por nuestra capital, pero en esta última visita decidió dejar un recuerdo tangible, aparte de su presentación en la Huaca Pucllana: un mural que ya se puede apreciar en el Centro de Lima.
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El lugar elegido fue el frontis del 246 del jirón Ucayali. Lo que era un estacionamiento de autos se convirtió, por un momento, en una ventana al mundo shipibo-konibo gracias a la artista Olinda Silvano, quien fue la encargada de trasladar todo el imaginario de su pueblo a la pared.
Quien se hizo presente en la inauguración del mural fue Fernando Torres, gerente de Cultura de la Municipalidad de Lima, quien reconocía la trayectoria y el legado del intérprete franco-estadounidense y el bello trabajo de Silvano. Tras la ceremonia, los asistentes pudieron disfrutar de un breve recital a cargo del violonchelista. Uno de los músicos más importantes de la actualidad compartiría su arte en plena calle limeña.
LA CREADORAOlinda Silvano es una artista sin igual. Símbolo de la herencia del pueblo shipibo-konibo y del legado que mantienen vivos los habitantes de Cantagallo, ella ha dejado el nombre del Perú en alto en más de una ocasión.
Ha viajado a conferencias y foros sobre moda e identidad en México; se ha paseado también por Rusia, país al que fue como parte de la delegación peruana que celebró la presencia del equipo que participó del Mundial de Fútbol; y, hace poco, fue parte de la feria ARCOmadrid.
El rastro de Silvano también se puede encontrar en Lima. En algún momento, una tinaja inmensa pintada por ella descansó en el parque central de Miraflores; también dejó su huella en algunas de las columnas del tren eléctrico.
Ahora también podremos ver su arte en el centro de la ciudad, gracias al proyecto encargado por Yo-Yo Ma. Se trata de un mural bastante vistoso: con formas geométricas y colores apacibles, la obra que creó Silvano recoge dos estilos del mundo shipibo-konibo.
En la parte más alta del mural hay un mapa de la selva, un registro de cómo su pueblo ve y entiende el río Ucayali, fuente de vida cuyas riberas han servido de hogar para ellos. “El río nunca es recto, sino que tiene curvas. Aquí también se pueden ver sus islas y los pececitos que son parte de él”, anota la artista.
La otra parte del mural, aquella que comienza desde el piso, es muy similar a los patrones que adornan los trajes shipibos. “Pero este tiene curvas”, sostiene Silvano, quien anota que antiguamente todas las formas eran rectas.
Para Silvano, esa sección representa el camino y la energía que transmite su pueblo y, mientras explica los significados, toca la pared y entona un ícaro, canto sagrado al que se le atribuyen poderes chamánicos. Se le pregunta qué significó lo que cantó. Ella responde: “Con mi mano voy pintando, sacando mis fuerzas, mis ideas, mis conocimientos y hablo de mis ancestros, a quienes nunca voy a olvidar. Más bien, con esto estamos transmitiendo lo que nos enseñaron de generación en generación”.