El talento de Vincent Van Gogh nos sorprende una vez más con un feliz hallazgo en Ámsterdam: dos expertos del Museo Van Gogh de la capital holandesa están convencidos de que el artista postimpresionista (1853-1890) es el verdadero autor de Zonsondergang bij Montmajour (Puesta de sol en Montmajour), según informó hoy el centro.
El cuadro presenta un paisaje del pueblo de Montmajour, en el sur de Francia, con las ruinas de una abadía al fondo. A partir del 24 de septiembre podrá verse en la pinacoteca durante un año. El propio Museo Van Gogh destacó el interés del lienzo, pues data de la fase creativa más significativa del artista. En la historia de nuestro museo jamás había habido un descubrimiento de este calibre, señaló el director del centro, Axel Rüger, en un comunicado.
AÑOS CORROBORANDO SU AUTORÍA Sin embargo, ha costado llegar a esta conclusión. El lienzo fue entregado al museo en 1991 por sus propietarios de entonces, con el fin de que su autoría fuera analizada. Pero los expertos concluyeron que no se trataba de un verdadero Van Gogh. Según el diario NRC Handeslblad, el cambio de opinión se debe ahora especialmente a la mejora en las tecnologías para la investigación.
Louis Tilborgh y Teio Meedendorp decidieron después de dos años analizando el estilo, la técnica, el color y la tela, además de los apuntes que se desprendían de cartas de Van Gogh, que se trata de un cuadro auténtico del pintor holandés. Los pigmentos de color del lienzo son idénticos a los utilizados por Van Gogh en otras pinturas, y la propia tela y la capa de imprimación también encajan con las utilizadas por el artista en al menos otra obra más, señalaron los expertos.
Al parecer, Van Gogh lo pintó en los alrededores de Arlés en el verano (boreal) de 1888, dos años antes de acabar con su vida. Allí pintó algunas de sus obras más famosas, como Los girasoles, Barcas de pesca en la playa de Saintes-Maries o varias versiones del Puente de Langlois.
Puesta de sol en Montmajour, de 93,3 centímetros de ancho por 73,3 de alto, es relativamente grande. Según el museo, el pintor se refirió al lienzo en dos cartas, en las que manifestaba su descontento con la pintura. No obstante, también dijo lo mismo de otros cuadros con el tiempo famosos, como La noche estrellada (1889) o Sembrador a la puesta de sol. Los expertos señalan que en el nuevo lienzo hay fuertes y claras características de Van Gogh, pero también aspectos más débiles y menos concordantes.
Van Gogh era muy exigente consigo mismo y a menudo opinaba que no había sabido finalizar bien su trabajo, señala el comunicado del museo. Pero la tensión entre sueño y resultado hace que esta obra sea muy atractiva, explican Tilborgh y Meedendorp. Aquí podemos ver cómo trabajaba Van Gogh, cómo luchaba. Y eso forma parte del encanto de la obra. La pintura es experimental y al mismo tiempo marca el comienzo de una nueva fase en la que el pintor comenzó a utilizar con colores más pastosos.
En 1890, el cuadro pertenecía a la colección de Theo Van Gogh, considerado el más íntimo confidente y principal persona de contacto de su inestable hermano. Fue vendido en 1901 y en 1910 acabó en manos de un coleccionista noruego. Se desconoce quién es el propietario actual. En vida, Van Gogh sólo logró vender un cuadro: por 400 francos franceses.