RODRIGO BEDOYA FORNO @zodiac1210
Los amantes pasajeros marca el regreso de Pedro Almodóvar a la comedia pura y dura. Y, para esa vuelta, decidió contar con Cecilia Roth, una actriz con la que ha trabajado en varios filmes, como Laberinto de pasiones, Entre tinieblas y Todo sobre mi madre. La intérprete argentina conversó en esta entrevista exclusiva sobre el filme del cineasta manchego, que se estrena este jueves en nuestros cines, y donde hace de Irma Boss, una madame que, junto a otros personajes excéntricas, se encuentran en un avión que corre el peligro de caerse.
Pero Roth también habla sobre su regreso al cine, sobre su pasión por el teatro, sobre el buen nivel de la televisión y sobre el porqué nuestras cinematografías necesitan la protección del estado para seguir existiendo.
¿Cómo fue que Pedro Almodóvar se le acercó para que trabaje en Los amantes pasajeros? Con Pedro tenemos una larga historia de trabajar juntos a lo largo de muchos años. Tras pensar que el personaje no era para mí porque estaba escrito para otro tipo de actriz, me llamó para ofrecerme esta posibilidad. Me mandó el guion, aclarándome que íbamos a hacer los cambios necesarios para adecuar un poco el personaje a ciertas cosas que yo podía ofrecer en mi abanico actoral, y que eran diferentes a lo que proponía el personaje, que ahora he tomado para mí.
¿Qué fue lo que le interesó del personaje de Irma Boss? Todos los personajes de Pedro son extraordinarios para ser interpretados. Lo que es fascinante en un principio es volver a trabajar con Pedro en un proyecto que tenía que ver con la comedia, con volver a dar esa maravillosa parte de él tan extrañada últimamente. Sus últimas películas, si bien tienen momentos hilarantes, eran profundamente dolorosas, intensas, oscuras. Y volver a hacer una comedia con Pedro era como tocar el cielo. Fue así de fácil decir que sí.
¿Nota usted alguna diferencia entre el Almodóvar director de comedias y el Almodóvar director de dramas? Creo que los directores con esa profunda personalidad, que dejan un sello de sí mismos en cada cosa que ellos hacen, simplemente cambian el chip. O tal vez no: él se para frente a la historia de la misma manera. Pedro tiene una personalidad arrolladora, tanto su naturaleza como su personalidad artística, y tiene muy claro por dónde ir. No creo que él diga conscientemente: esto es una comedia, vamos a hacer reír. Simplemente se para frente a lo que ha escrito, a los actores que tiene y a todo lo que cuenta para poder hacerlo. No hay diferencia. Lo que sí sucede es que durante una comedia, en el rodaje, te ríes comedia.
¿Y, para usted como actriz, hay diferencia entre hacer comedia y hacer drama? Yo he tenido más relación con lo dramático que con la comedia dura. De todos modos mis primeros encuentros con el cine fueron con comedia, mis primeras películas en España también lo fueron, y con Pedro ni hablar. Así que volver a la esencia siempre está muy bueno. Adoro hacer comedia. Es muy difícil, yo tengo más tendencia la drama, pero quizá con el tiempo y con la edad me he aligerado bastante y me encantan las propuestas de comedia; siento que ahí está la vida misma, porque no es que se trata de una comedia bochornosa de hacer reír, sino tener una mirada sobre la vida más relajada. Si miras una situación, la puedes ver desde un punto de vista trágico o desde un punto de vista absurdo, profundamente gracioso. No todo, por supuesto, pero en lo cotidiano hay muchas cosas que se pueden mirar con ojos más aligerados.
Como un avión en peligro de estrellarse… Exactamente (risas). De esa tragedia posible, Pedro saca situaciones muy complejas que terminan haciendo reír. Mi personaje vive una tragedia, la tragedia de su paranoia: que todo está producida por ella, que todo el accidente es un invento para acabar con su vida, y todo lo que va sucediendo posteriormente.
Lo interesante de la película es que muestra a personajes marginales y/o marginados de la sociedad, como homosexuales, ‘madames’, asesinos a sueldo y estafadores, que de pronto encuentran en ese avión que se cae una familia… Son personajes muy necesitados en el fondo, desamorados, porque la película se puede ver desde muchos puntos de vista: Pedro escribió una comedia, y luego, desde la crítica y la mirada de afuera, se veía ese avión cayéndose como una alegoría o una metáfora de una España que está atravesando situaciones brutales, en los que estos personajes marginales u horrorosos, como asesinos y estafadores, son parte de una país que creímos enterrado, pero que en realidad tienen el poder. Pero, en un principio, Pedro escribió una comedia para reírse, puso personajes en estado de emergencia, personajes muy extremos, y de ahí puede surgir “Aeropuerto 68” o “Los amantes pasajeros”.
¿Cómo es el trabajo con Almodóvar? ¿Se ensaya mucho? ¿Se puede modificar el guion durante el rodaje o prefiere mantenerse a lo ya estipulado? Pedro es muy exigente. Se ensaya mucho previamente a la película, y se llega a al rodaje con el trabajo prácticamente hecho y con el guion cerrado. El guion se va modificando a lo largo de los ensayos, pero la columna vertebral no. Pero si sucede que Pedro va percibiendo necesidades de quitar, de poner, de cambiar a lo largo del rodaje mismo, y ahí se van cambiando algunas cosas. Pero él llega al rodaje con el guion absolutamente pulido y con las escenas armadas. De hecho nosotros ensayábamos en una especie de avión construido en la productora, con los espacios similares a los que íbamos a tener luego en el rodaje. Las coreografías y todo lo que era necesario tener claro lo hicimos ahí. Almodóvar da mucha tranquilidad, desde un lugar de exigencia, seguro, pero tranquilidad de llegar al rodaje con el personaje cogido. Y luego, él tiene la capacidad, y sus actores también, de ir adaptándose a las cosas que van sucediendo en el rodaje mismo.
Tener a grandes actores como Javier Cámara o Lola Dueñas en la cinta debe haber hecho todo mucho más fácil… Con los grandes actores siempre existe una idea de la gente: Qué difícil debe ser tener delante a Sean Penn. Y es todo lo contrario: si tienes adelante a Sean Penn, es más fácil que las cosas te salgan bien.
Usted ha estado casi cuatro años alejada del cine. ¿Fue por algún motivo en especial? Son etapas y momentos. Hubo un largo momento en que la televisión argentina empezó a hacer series extraordinarias, y tuve la fortuna de participar en ella. Hice un par de series (Epitafios y Trátame bien) que fueron muy exitosas, y fui muy feliz haciéndolas, y luego el teatro. No es que uno se aleje, es una pregunta medio rara: en vez de preguntarte sobre la vuelta al teatro o la televisión, te dicen ya no estás más en el cine. Yo siento la necesidad de cambiar la manera de expresión: en el cine es una, en el teatro otra, y en la TV otra. No porque se actué de distintas maneras, pero hay distintos ritos, son gimnasias diferentes. La televisión te da una exigencia maravillosa que te obliga a elegir y a ir ahí. El teatro es necesarísimo para los actores: es un lugar de ejercitación y de disciplina enorme, implica un manejo técnico por un lado, y emocional muy fuerte. Me hace falta volver al teatro cada tiempo.
¿Por qué cree que la televisión argentina agarró tan buen nivel? Está pasando en el mundo: está la televisión más chabacana, la no ficción, en la que vale todo, en donde aparecen estos seres mediáticos extrañísimos que son famosos por 3 días. Y la misma televisión tiene una manera de mirar todo eso como auto canibalizándose, con un programa hablando de otro. Pero por suerte aparecen estos islotes maravillosos, con gente talentosísima, con gente que viene del cine y de la tv, con proyectos radicales y diferentes que quizá en el cine no serían aceptados por ser muy caros o por ser vertientes de historias que son difíciles de contar en cine. Pasa en EE.UU. muy claramente y en otros lugares. En España, con esta situación tan precaria de la cultura, eso no está pasando, pero han tenido series extraordinarias.
¿Esa precariedad de la cultura se sintió en el rodaje de Los amantes pasajeros? Las películas de Pedro son muy particulares. Pedro es una de las únicas personas, al ser productor de sus propias películas, que ha podido hacer un patrimonio con el cine. Él es uno de los directores más importantes del mundo. Esa precariedad no se sintió en el rodaje, pero es una isla dentro de lo que sucede en España. En general, estamos viviendo en un mundo donde la economía está en una enorme crisis. Por suerte, nosotros en nuestra región estamos pudiendo romper con las pautas del Imperio y sacar adelante un montón de proyecto e identidades que nos unen a todos que son nuestras. En Argentina, con dificultades, está sucediendo: hay una enorme mirada y apoyo sobre la cultura en general, y eso es fundamental, porque la cultura no es una empresa. Que el primer proyecto de un empresario que hace cine o teatro gane dinero es algo que puede pasar en los estudios en EE.UU, porque aquí no es negocio. Y por eso es fundamental el apoyo. Como ocurre en Francia: el apoyo brutal a la cinematografía francesa ha hecho que los franceses no solo sean los primeros espectadores de sus propias películas, sino que han creado una industria muy protegida.