Un autor indiscutido e incomprendido. El primer adjetivo se justifica de sobra. En el filme “Mulholland Drive”, David Lynch mostró Hollywood como si fuera una pesadilla e insinuó más de una vía de escape que va de la vigilia a la inconsciencia o a una dimensión onírica. El año pasado, una encuesta de la BBC colocó a “Mulholland Drive” como la mejor película del siglo XXI. Esto no molestó a la mayoría de los especialistas confiables.
Lo de incomprendido tiene que ver con que Lynch no dirige obras para las masas. El estadounidense es un cineasta de culto. Es lógico que a sus exigentes y seductoras obras les cuesten encontrar financiamiento. No sorprende que Lynch haya declarado recientemente que no volverá a hacer cine (su última película, “Inland Empire”, es del 2006). De nada sirve que el Festival de Cannes o los cinéfilos de verdad lo amen. El realizador de los pelos parados cree que la industria ha cambiado. La era digital lo ha alterado todo. A ello se suma la irrupción de Netflix. Es acaso una era de confusión, facilismo audiovisual y desprecio por el lenguaje del cine. Lynch reflexionó en una entrevista para la revista “The Sydney Morning Herald”: “Muchas películas no lo hicieron bien en la taquilla aunque hubieran sido buenas cintas y lo que funcionaba en la taquilla no eran cosas que me gustaría hacer”.
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REFUGIO PARA UN GRANDE
Por suerte, está la trinchera de la TV. Entusiasma que la serie “Twin Peaks” –salida de la luminosa y retorcida imaginación de Lynch– regrese el 21 de mayo con una nueva temporada, y junto a ella retornen una y otra vez los ecos del asesinato de Laura Palmer (Sheryl Lee) y el infierno que agita a un pueblo chico en apariencia anodino. Parece no pasar nada, pero hay algo tenebroso y fascinante en sus imágenes que hipnotizan. Desde luego, Lynch está al mando como director.
Sobre ese oportuno refugio que es la TV, el realizador comentó: “Creo que la televisión por cable, incluso con sus restricciones, es un lugar hermoso donde estar. Me gustan las historias continuas“.
Que Lynch no se jubile nunca.
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