Nació un 1 de abril, el llamado April Fool’s Day, y murió un 28 de diciembre, Día de los Inocentes. Vista así, la vida de Debbie Reynolds parece haber estado siempre signada por las bromas de mal gusto o un cruel ensañamiento. Por ejemplo, cuando, allá por 1959, su esposo Eddie Fisher le fue infiel con su mejor amiga, la famosísima Elizabeth Taylor; o ahora que su fallecimiento llega apenas un día después de la muerte de su hija Carrie Fisher. Reynolds estaba organizando su funeral cuando la tristeza y el estrés se materializaron en un fulminante derrame cerebral. Tenía 84 años.
Pero si el panorama parece oscuro, ella siempre fue luminosa. Su infancia fue pobre y difícil, y en su juventud, dicen, fue una chica más bien tímida y reservada. ¿Cómo pasó de ser la muchachita que nunca asistía a los bailes de la escuela a poder seguirle el ritmo –sin ser bailarina– nada menos que a Gene Kelly, ese danzante con pies de pluma? En “Cantando bajo la lluvia” (1952), una Reynolds de solo 19 años brilló sin complejos junto a esa estrella 20 años mayor. El resultado es un clásico absoluto del cine.
Con esa valla altísima, todo lo que vino después pareció menor. Pero Reynolds siempre estuvo a la altura: actuando, cantando y bailando; encarnó la figura de una artista total. Por eso su partida no solo amplía el larguísimo obituario del 2016 que enluta estas páginas, sino que extingue casi de forma definitiva a la generación que conformó la época dorada de Hollywood. Una camada de estrellas que supo llevar el espectáculo y el glamour a un sitial artístico irrepetible.
LA OPINIÓN DE ISACC LEÓN FRÍAS (Crítico de cine)“Cantando bajo la lluvia” fue el filme que encumbró a Debbie y la convirtió por muchos años en figura de primera línea, a pesar de que participó en otras comedias musicales sin ser bailarina. Trabajó en comedias de situaciones en las que alternó, entre otros, con Frank Sinatra y Eddie Fisher, y cantó con ellos demostrando que era una de las voces románticas más queridas en los años 50.
De enorme y natural simpatía, Debbie tuvo unos 20 años de figuración. Es posible que, de no mediar la figura de Carrie y, claro, su reciente partida, su nombre hubiese pasado casi inadvertido. Sin duda, la circunstancia luctuosa de los dos fallecimientos le aporta un aura de “maldición familiar” que no es común.
Quedará para la posteridad la Debbie a la que enamoraron Gene Kelly, Sinatra, Tony Curtis, Glenn Ford y varias otras figuras del estrellato norteamericano.