Toronto (DPA)
Como la de muchos otros talentos, la historia de Brian Wilson, miembro fundamental y principal compositor de los Beach Boys, la banda de pop/rock nacida al calor del sol californiano en los años 60, no es la de una vida fácil, pero sí lo suficientemente rica como para ser llevada al cine.Y eso lo que hizo Bill Pohlad en “Love & Mercy”, uno de los puntos más altos entre las decenas de estrenos que se presentan en el Festival de Cine de Toronto, que finaliza este domingo.El film, en el que Paul Dano y John Cusack interpretan a Brian Wilson de joven y en sus 50, respectivamente, comienza con imágenes de las playas californianas en los años 60, con chicas rubias y bronceadas paseándose en traje de baño por la arena dorada mientras un grupo de jóvenes de camisas a rayas y pantalones blancos -los Beach Boys- entonan algunos de sus principales éxitos de “surf music”. Entre ellos se encuentra un joven Brian Wilson, quien formó parte del grupo junto a sus hermanos Carl y Dennis -ambos ya fallecidos-, además de su primo, Mike Love, y Al Jardine.Sin embargo, el filme de Pohlad -productor de películas como la ganadora del Oscar del año pasado, “12 años de esclavitud”-, y con guion del también director Oren Moverman (“Rampart”), no se centra en los años de ascenso al éxito de los conocidos como “Beatles estadounidenses” con temas pegadizos como “I Get Around” o “Surfin' USA”, sino en 1966, el año en que Brian Wilson dirigió la grabación del legendario “Pet Sounds”.El disco, que incluía algunas canciones como “God Only Knows”, “Wouldn't It Be Nice” y “Sloop John B”, es considerado por la crítica no sólo el mejor álbum de los Beach Boys, sino uno de los más importantes de la historia de la música pop.Sin embargo, esos días marcaron también el inicio de los problemas de salud mental de Brian Wilson, que terminó alejándose de la banda y bajo tutela legal de un siniestro personaje, el psicoterapeuta Eugene Landy (Paul Giamatti), quien le había diagnosticado esquizofrenia paranoide y lo controlaba mediante una medicación excesiva y un seguimiento a sol y sombra.Es así como la película viaja constantemente entre estos dos momentos en la vida de Brian Wilson: el de su pico creativo con “Pet Sounds”, en cuyas canciones el músico incluyó desde el ladrido de perros hasta el sonido de latas de Coca-Cola, y que coincidió con el inicio de su periodo de decadencia, cuando comenzó a escuchar voces; y lo que podría describirse como su salvación, cuando a mediados de los años 90 conoció a Melinda (Elizabeth Banks), su segunda esposa, una vendedora de automóviles con la que vive en Los Ángeles hasta el día de hoy y con la que asistió al estreno de la película sobre su propia vida en Toronto.Con una minuciosa reconstrucción de las extravagantes y míticas sesiones de estudio de “Pet Sounds”, una variada selección de los mejores temas de los Beach Boys y las muy sólidas actuaciones de Dano y Cusack -el primero reflejando el momento de mayor pérdida de control del músico, el segundo a un genio dopado, sometido e inseguro-, la película termina en los años 90, cuando se conoció la pareja.Es por ello que quedaron afuera el “renacimiento” de Brian Wilson con el disco “Smile”, que editó en 2004 y por el que ganó dos Grammy, y la reunión de los Beach Boys en 2012 con el disco “That's Why God Made the Radio”, lo que, por otra parte, no afecta en nada el resultado final de este efectivo biopic sobre uno de los músicos más importantes de la segunda mitad del siglo XX.