De todas las películas que resultaron ganadoras en los Óscar de marzo pasado, “Godzilla Minus One” ha sido la última en llegar (legalmente) a nuestro país. No lo ha hecho en salas de cine –una lástima–, sino directamente a Netflix. Y habría que comenzar diciendo que desde sus primeros minutos confirma que merecía con claridad el premio que ganó, el de mejores efectos visuales.
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Para empezar, porque ya en su primera secuencia nos muestra al gigantesco monstruo de 20.000 toneladas en todo su esplendor. Aquí en ningún momento se esconde al emblema del miedo (un tópico ya desgastado del cine de género); por el contrario, la película de Takashi Yamazaki parece orgullosa del diseño de su criatura tenebrosa, y la exhibe de frente, mediante tomas fijas y espaciosas, con plenitud de detalles.
Es notable también su trabajo en las escenas de acción a campo abierto, pues Yamazaki utiliza aire, mar y tierra para sus intereses cinematográficos: ya sea a través del épico vuelo de una solitaria aeronave, en las formidables escenas del vasto océano Pacífico desde donde emerge la bestia, o en la catástrofe citadina que sucumbe ante ‘Gojira’, mezcla de histeria colectiva y paisaje devastado. Nada de esto lo hace, por suerte, con efectos apabullantes o indescifrables para el ojo humano.
Pero al margen de su soberbia visualidad, “Godzilla Minus One” tiene otros atributos muy bien delineados. Por ejemplo, su aproximación humana a la posguerra. Ambientada en 1945 y algunos años posteriores, la cinta se enfoca en un piloto kamikaze atravesado por la culpa de no haber cumplido su misión suicida. Así, una cuestión como la deshonra –de presencia tan fuerte en la cultura japonesa– juega un papel central en la trama argumental de la película.
Cuando se aborda el subgénero del ‘kaiju’, mucho se ha incidido en las secuelas radiactivas de la tragedia nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, esta entrega de Godzilla –la trigésimo séptima cinta en 70 años de franquicia– hace bien en prestarle atención a marcas de otra índole, como el ya mencionado honor bélico, pero también la capacidad ciudadana para emprender la reconstrucción. Eso que hoy ha empezado a llamarse resiliencia, y que impulsó el milagro japonés posterior a la Segunda Guerra.
En paralelo a todo lo mencionado, Yamazaki –que dirige, escribe y ha desarrollado los efectos del filme– incluye un componente más íntimo en su historia: la de una inesperada composición familiar que le rinde tributo a toda una tradición del cine japonés. “Godzilla Minus One” gana en emotividad y sutilezas al ocuparse esos lazos familiares disueltos, pero también recuperados. Hacia el final, un guiño a la magnífica “Ikiru” (1952) confirma que no estamos ante una película de monstruos más.
Calificación: 3.5/5
Reparto: Ryūnosuke Kamiki, Minami Hamabe, Yuji Yamada, Hidetaka Yoshioka.
Director: Takashi Tamazaki.
País y año: Japón, 2023.
Dónde verla: en Netflix.
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