Las películas de atracos son todo un género en sí mismas. De hecho, es uno de los que más pueden gustar a la cinefilia, ya que aglutina algunos elementos del séptimo arte que, cuando están en buenas manos, solo pueden cautivar: altas dosis de suspenso y el tiempo cronometrado que implica una empresa colectiva, múltiples perspectivas sobre un espacio particular, subtramas de cierto filo dramático y, por supuesto, mucha acción.
Pues bien, “El gran asalto” prueba que ni siquiera uno de los géneros más nobles, dentro de la tradición de Hollywood, puede detener la impericia de lo que hace una productora mediocre como Momentum Pictures, un presupuesto de serie B con actores de reparto europeos que no consiguen hablar bien el inglés y, sobre todo, un guion algo descabellado escrito por una especie de Ed Wood moderno llamado York Alec Shackleton.
Hay otro ingrediente que haríamos bien en comentar antes de pasar al análisis: Nicholas Cage. Se trata, sin duda, de un actor talentoso. Uno que, sin embargo, debido a sus problemas con el fisco norteamericano, lleva en la actualidad una algo desbordada carrera entre celebrados logros artísticos, como “Mandy” (2018) de Panos Cosmatos, y estrambóticos exponentes de la serie Z como el que esta vez nos ocupa.
En este filme Cage es Mike Chandler, policía a punto de retirarse que hace su ronda habitual de patrullaje con su yerno Steve (Dwayne Cameron). El filme empieza cuando Steve le comenta a Mike que Lisa (Sophie Skelton), su esposa, está embarazada. Pero esta es solo una subtrama. El guionista-director Shackleton le suma a este vértice otras historias, entre ellas, la de un grupo de mercenarios que viene de Afganistán a robar el banco del condado.
Es difícil saber si, entre tantas historias paralelas, la del atraco llega a tener la suficiente fuerza. Aunque hay una donde destaca un personaje que, junto a los policías, tendrá un rol trascendente: Kenny (Michael Rainey Jr.) es un muchacho afroamericano algo tímido y que sufre ‘bullying’ en su colegio. Luego de que, al confundirlo con un agresor, se lo apresa con injusticia, es enviado como castigo a acompañar a Chandler en su ronda policial.
Por la sorprendente actuación de Rainey Jr. –más convincente que la de Cage–, es de lamentar que la subtrama de Kenny termine fagocitada en un conjunto errático. Entre la acción rutinaria y disparos de metralla, este personaje incorporaba un interesante vínculo interracial: Kenny se vuelve un héroe junto a los pobres policías blancos que debían enfrentar a unos asaltadores armados hasta los dientes al mejor estilo de los de “Duro de matar” (1988).
En sus mejores versiones, el género de atraco suele hacer una radiografía crítica de la sociedad norteamericana. Como pasó con John Huston y su “Jungla de asfalto” (1950), o con esa relectura del género que hizo Ben Affleck en su elegía de la mafia irlandesa de Boston en “Atracción peligrosa” (2010). O, finalmente, como la estupenda “Viudas” (2018) de Steve McQueen, donde la crisis sociopolítica le saca la vuelta al thriller insustancial.
No obstante, en “El gran asalto”, todo parece ir mal. Incluso Nicholas Cage, quien para sus seguidores siempre puede brillar con alguna gesticulación retorcida o un temperamental nervio de expresividad electrizante. Aquí, el recordado actor de “Teniente corrupto” (Werner Herzog, 2009) parece aportar poco más que su nombre, el único conocido en medio de un reparto fantasmal. Esa característica espectral quizá se aúne al hecho de que el filme esté rodado en locaciones de Bulgaria. Al parecer, también abundan técnicos y actores de Europa del Este que hacen de esta producción, que supuestamente cuenta una historia acontecida en EE.UU., una de las más ridículas y extrañas del año.
Título original: “211”. Puntuación: 0.5 / 5 estrellasGénero: acción. País y año: Estados Unidos, 2018. Director: York Alec Shackleton.Reparto: Nicholas Cage, Sophie Skelton, Michael Rainey Jr.
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