San Sebastián (DPA)
John Malkovich ya dejó bien claras sus dotes seductoras metiéndose en la piel del vizconde de Valmont en “Dangerous Liaisons”. Pero en “Casanova Variations”, que hoy celebró su estreno en el Festival de San Sebastián, da un paso más atreviéndose con el mayor de los donjuanes y mostrando que sabe reírse de sí mismo.Dirigida por el austríaco Michael Sturminger, que a lo largo de su carrera ha tendido numerosos puentes entre la música clásica y las artes escénicas, la película estaba probablemente condenada a dividir a la crítica: mientras que muchos renegaron de esta arriesgada propuesta que combina cine, ópera y teatro, otros tantos celebraron su arrojo.Y es que como el mito que recrea, “Casanova Variations” posee numerosas capas que sirven para desmontar al personaje: desde la ficción que lo enfrenta a la atractiva escritora Elisa von der Recke (Veronica Ferres) a la ópera de Mozart y la pieza teatral con la que Sturminger y Malkovich llevan años recorriendo escenarios.“Quisimos inventarnos otro lenguaje para hablar de un hombre legendario cuyo nombre conocía todo el mundo, pero sin saber realmente quién era”, declaró el cineasta. Y por si faltaba una vuelta de tuerca más, la película retoma la propuesta de “Being John Malkovich” haciendo que el actor se ría una vez más de su propio personaje.“Jugamos con lo que nos ha pasado en muchas de las actuaciones e introdujimos algunas anécdotas”, explicó Sturmiger. Se trata de desmontar la leyenda -tanto la de Casanova como la de Malkovich- para crear una variación más del mito. Y hacerlo, como grita el propio galán veneciano (1725-1798), con un canto a la libertad.Malkovich, que acaparó todos los flashes luciendo una blanca perilla, confiesa que nunca vio el Casanova que interpretó Donald Sutherland y que tampoco le importan demasiado las críticas. “Si el personaje tiene que ser seductor, le gusta o quiere serlo, lo hago”, respondió lacónico. Con todo, afirmó que ni Casanova ni Valmont le parecen seductores, “porque llevan la tragedia dentro”.
CANDIDATA DE FUERZAAsí, esta cuarta jornada pasó del carrusel pasional a la más gélida contención de los sentimientos con “Phoenix”, el aplaudido drama del cineasta alemán Christian Petzold. En él el ganador del Oso de Plata en la Berlinale por “Barbara”, vuelve a contar con su actriz fetiche Nina Hoss para un papel que la eleva como firme candidata al palmarés.Petzold ahonda una vez más en el pasado de Alemania, poniendo el foco esta vez en una historia que habla del amor, del perdón y sobre todo del reencuentro con uno mismo. Hoss da vida a Nelly, una superviviente de Auschwitz que regresa a Berlín con el rostro desfigurado. Tras someterse a una reconstrucción facial, tendrá que aprender a conocerse al tiempo que descubrirá dolorosas traiciones.Aunque a muchos críticos les vino a la cabeza el recuerdo de “Vértigo”, Petzhold no ve del todo correcta la comparación, empezando porque él mismo no es muy fan de la película. “Nelly tiene que aprender a estar viva de nuevo, y Auschwitz es su lugar de nacimiento de una forma perversa”, explica. “Creo que el tema es más bien confrontarse con el hombre al que ha reencontrado y saber si ese amor que sintió vive o no”.
SORPRESA DE LA JORNADAPor último, la tercera película en la carrera por la Concha de Oro fue la única cinta asiática de esta sección oficial: la surcoreana “Haemu”, que supone el debut en la dirección del aclamado guionista Shim Sung-bo (“Memories of Murder”) y que se convirtió en una de las sorpresas de la jornada.Con un notable dominio de la tensión, Shim aborda el espinoso tema del tráfico de inmigrantes desde China a Corea del Sur con el trágico intento de unos marineros de sacar a flote su malograda situación económica. Y al hacerlo, confronta al espectador con toda la brutalidad de que es capaz el ser humano cuando está desesperado.