Una mezcolanza de atributos negativos como el egocentrismo, la frivolidad y el descontrol suele ser asociada a la industria del entretenimiento. Lo volátil de la condición humana ha quedado expuesta en el testimonio de mega estrellas de la música y el cine como Robert Downey Jr., Demi Lovato, Bradley Cooper, Drew Barrymore, Ben Affleck, entre otros. Artistas que estuvieron a punto de perder sus carreras por decisiones equívocas en un entorno caracterizado por una desmedida presión.
Pero el auge y la caída -o viceversa- de estos personajes son solo el rostro más complaciente de este mundo frente a los excesos. En la orilla opuesta están quienes han trascendido fronteras por su devoción, traducida en hechos, hacia las causas sociales. No es necesario remontarnos muy atrás para encontrar ejemplos. Apenas hace una semana se volvió viral una imagen donde se ve al actor Joaquin Phoenix dando de beber a animales poco antes de que sean sacrificados. De igual modo, la intérprete Jane Fonda ha copado titulares en los últimos cuatro meses debido su incansable respaldo a las protestas contra el gobierno de Estados Unidos y su inacción contra el cambio climático.
Queda claro, entonces, que la búsqueda por el bienestar común no es una noción irreconciliable para aquellos que viven rodeados de reflectores. Aunque compaginar la actividad profesional con el deseo por ayudar a los demás no es una tarea fácil, hay quienes encienden la esperanza en medio de una sociedad que encumbra cada vez más el individualismo y la autosuficiencia.
Paco Arango es una de esas personas. El cineasta mexicano estrenará el 13 de febrero en el Perú la película “Los Rodríguez y el más allá”, comedia familiar cuya recaudación en salas de cine será destinada a la Liga contra el Cáncer y la ONG Grupo Fundades. A pesar de que parezca una idea ajena a la lógica de cualquier productor de cine, Arango echa mano de sus propios recursos para la realización de una cinta que no busca ser rentable para sí misma. “Utilizo las herramientas que tengo para hacer obras que beneficien directamente a las causas. Yo no recupero y luego dono, lo hago desde el primer minuto. Esta es una gran locura pero es lo que he decidido hacer con mi tiempo y con mi dinero. Suena increíble pero es así”.
Casi dos décadas después de que se ofreció como voluntario en el Hospital Niño Jesús (España), su actitud frente a una enfermedad que no da tregua como el cáncer se ha mantenido inflexible. “A los tres meses de ir por primera vez, comencé a asistir a diario. Despertó una vocación en mí. Nunca antes tuve experiencias cercanas a este mal, pero desde que me topé con este enemigo quise luchar contra él", declara.
Cuatro años después creó la Fundación Aladina, que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes víctimas de esta afección. Su ópera prima, “Maktub” (2011), se inspiró en uno de los pequeños que conoció en el hospital. Con el dinero obtenido gracias a su exhibición, el nosocomio adquirió una de las unidades de trasplante de médula más modernas de Europa, conocida ahora como el Centro Maktub.
Más adelante, llevó a la pantalla grande “Lo que de verdad importa” (2017), que tuvo entre sus filas al actor Jonathan Pryce, nominado este año al Óscar. Con este filme repitió la misma dinámica y destinó la totalidad de las ganancias a instituciones de ayuda. Y pese a reconocer que no es un modelo de producción solvente, es la manera de hacer cine que ha elegido. “Pocas cosas te conmueven como una película. Comunican de manera inusual. Además, tengo una fe tremenda y lo que Dios me ha dado es para compartir”, asegura.
EL APORTE DE CADA UNO
A Paco Arango la suerte le sonrió a lo largo de su vida: grabó cinco discos como solista bajo el sello de Sony Records y lideró una productora de televisión con la que estrenó la popular serie “¡Ala...dina!”. Incursiones en la música y en la pantalla chica con resultados más que alentadores. El éxito, en mayor o menor medida, bien pudo obnubilarlo. Pero en lugar de eso, lo llevó a preguntarse de qué modo podría devolver todo lo bueno que le ocurrió. “Nunca pasé hambre, cumplí mis sueños profesionales, me iba excelente. Mi cuenta con la vida era impagable. Si me moría y me preguntaban qué había hecho con esa fortuna, qué iba a responder. Por eso asumí que tenía que contribuir de una forma importante”, cuenta.
Bajo esta filosofía de compartir ha basado el contorno y la sustancia de su propuesta: entretener, concienciar y apoyar a niños con cáncer alrededor del mundo. Una que comparte -e imparte- con las personas con las que trabaja como Arón Piper, que también es parte del elenco de “Los Rodríguez y el más allá”. El nombre de este joven actor español caló a una velocidad meteórica entre el público gracias a la serie “Élite”, transmitida por Netflix. Pero hallar cabida en la plataforma universal de streaming no lo alejó de su compromiso con los pacientes que conoció a raíz de su labor junto a Arango. “Arón ha llorado con ellos. Él ha cambiado mucho al pasar tiempo con los niños. Si todos pensamos que podemos ayudar dentro de nuestras posibilidades, entonces el mundo será un lugar mejor. A veces parece difícil pero surgen oportunidades en la vida que permiten hacerlo”.
En ocasiones, el egoísmo es un rasgo inconsciente que se desarrolla en el común de las personas a medida que libran esas pequeñas o grandes batallas del día a día. La desazón y la falta de empatía a raíz de esos esfuerzos que no tienen la recompensa esperada logran que se pierda de vista la capacidad que cada uno tiene de colaborar con el resto. Arango tiene una postura definida al respecto: “Creo que es responsabilidad de cualquier ser humano buscar la más mínima excusa para ayudar a alguien. Puede ser con tiempo, dinero, aliento, palabras. Esa filosofía te lleva a una felicidad más plena”.
Por el momento aguarda pacientemente, pero sin cruzar los brazos, el lanzamiento de su más reciente largometraje. Tiene el deseo de que más colegas suyos se sumen a esta cruzada y que la audiencia peruana responda de forma solidaria. “Los peruanos tienen que saber que verán una comedia en toda la regla, pero que con su entrada están compartiendo su suerte. Es decir, por el mero hecho de pagar su boleto y divertirse estarán ayudando a niños que lo necesitan”, finaliza.