Dentro de unas horas, y con un 99,9% de probabilidades, Joaquin Phoenix recibirá su Óscar por el papel del Guasón en "Joker". Es un gran papel el suyo, pero el galardón habla también de lo predecible que pueden ser los Premios de la Academia. Si Phoenix se ha convertido en el absoluto favorito, no es solo por su indiscutible talento, sino también porque ese prototipo de interpretación parece calcada de otros años.
El Guasón reúne cualidades como la transformación física radical, el retorcimiento psíquico, y lo qu representa una suerte de homenaje para un personaje histórico (en este caso, un villano de la ficción, pero histórico al fin y al cabo).
Es la misma razón por la que Renee Zellwegger también es favorita a ganar el Óscar por su interpretación de Judy Garland. Y la misma razón por la que Rami Malek se quedó con la estatuilla por encarnar a Freddie Mercury en "Bohemian Rhapsody" y Eddie Redmayne haciendo lo propio con Stephen Hawking en "La teoría del todo". Y casos como aquellos sobran.
Y es quizá por eso que la Academia dejó fuera de la categoría al Mejor Actor a una de las mejores interpretaciones del año: la de Adam Sandler en "Diamantes en bruto" ("Uncut Gems"). A entender de quien esto escribe, un papel bastante superior a todos los demás nominados: incluidos roles notables como los de Adam Driver o Antonio Banderas.
Tampoco debe sorprender: a primera vista, en "Diamantes en bruto", Sandler repite el papel de un perdedor con algún tipo de debilidad mental, como en tantas otras películas. En ese sentido, no ofrece una de esas transformaciones radicales que tanto adora la Academia. Aquí no hay el paso de héroe a villano o viceversa; tampoco una historia de vida asombrosa o una exigencia corporal extrema.
Sin embargo, cuando uno observa con detenimiento una película como "Diamantes en bruto", puede encontrar el talento de Sandler en ligeros matices de la mirada, en su hablar entrecortado, en las reacciones nerviosas en medio de una película desesperante. Aquí Sandler se parece mucho a otros Sandler como los de "Embriagado de amor" o "Los Meyerowitz". Pero su talento para establecer diferencias entre un personaje y otro, con toda su hondura psicológica y dramática, resulta sorprendente.
Que a Sandler ni siquiera lo hayan nominado al Óscar es un gesto que deja peor parada a la Academia que al actor. Donde sí logró imponerse fue en los Spirit Awards, los premios al cine independiente. En su divertidísimo discurso de agradecimiento de anoche, muy fiel a su estilo, dijo: "Dejen que todos esos hijos de puta imbéciles obtengan sus Óscar mañana por la noche. ¡Su atractivo aspecto se desvanecerá con el tiempo, mientras que nuestras personalidades independientes brillarán para siempre!".
Todo bien con el Óscar que seguramente caerá en manos de Joaquin Phoenix por su papel del payaso asesino, aunque probablemente lo hubiera merecido más por cintas como “The Master” o “Los amantes” (si no las ha visto, apresúrese en buscarlas). De lo que no nos queda dudas es que, si una justicia verdadera mediara en Hollywood, el Óscar debió haber ido este año a Sandler, un payaso acaso más incomprendido que el Guasón.