“Perdida”, el último trabajo del director egresado de la Universidad del Cine de Buenos Aires, Alejandro Montiel, se presentaba a prueba de cualquier fracaso. Basada en una novela de crimen y misterio de Florencia Etcheves, esta coproducción argentino-española no solo cuenta con el protagonismo de Luisana Lopilato. También utiliza los códigos 'neo-noir' de la célebre trilogía sueca “Millenium”, y de algunas cintas de David Fincher –que incluyen los de un filme de él que en Latinoamérica se tradujo con el mismo nombre, “Perdida” (2014)–.
Montiel cuenta la historia de una joven policía (Lopilato) que está obsesionada con la desaparición de una amiga de la adolescencia. Ello la obliga a enfrentarse a sus superiores del destacamento en el que trabaja. Paralelamente, asistimos a una enredada historia de tráfico de mujeres. Se trata de una banda que opera entre España y Buenos Aires, y está regentada por el temible gánster que interpreta Pedro Casablanc, la excéntrica mujer del mal que encarna Amaia Salamanca, y el matón que personifica Carlos Alcántara.
En “Perdida”, los problemas comienzan con la actuación de Lopilato. Maquillaje poco glamoroso y ciertas prendas deportivas no son garantía suficiente para que podamos creer que estamos ante una mujer capaz de enfrentarse a cualquier rufián. Pero a Montiel le basta que la ex diva de la serie “Rebelde Way” recite sus parlamentos con una indiferencia modosa que linda con lo hilarante. Muy pocas veces la vemos realmente atribulada, como cuando busca al gatito que se ha escapado de su departamento.
“Perdida” confía en la funcionalidad estética que otorgan filtros celestes, luces en clave baja y una técnica narrativa que permite mantener orientado al espectador en términos espaciales. Pero más allá de eso, todo naufraga irremediablemente. La historia no para de dejar cabos sueltos, personajes que no se desarrollan y vínculos que solo se sugieren pero que no tienen correlatos significativos.
Lo que sí habría que destacar es la actuación de los dos actores hispanos. En sus pocas apariciones, Casablanc es capaz de transmitir algo de crueldad y monstruosidad. Y, por supuesto, Amaia Salamanca, quien hace de una mujer muy sexual pero también fuerte y letal, en una relectura contemporánea de las mujeres fatales de Hollywood. Además, ella incorpora, en su performance, una identidad múltiple. Hay allí un misterio fascinante, y el secreto de una historia que permite adivinar un potencial desperdiciado.
Otro tema es el trabajo de Carlos Alcántara. Es fácil ver que la presencia del cómico de “¡Asu mare!” (2013) se justifica en “Perdida” para asegurar cierta taquilla en el mercado peruano. Recordemos que Alcántara ya había tenido una incursión similar, y más afortunada, en el espectro dramático y callejero con la personificación de un ex militar convertido en sicario en “Perro guardián” (de Bacha Caravedo y Chinón Higashionna, 2014). Aquí, sin embargo, no es más que un maniquí inexpresivo escondido tras un inmenso bigote y un falso tatuaje.
Todo lo 'noir' de este thriller se reduce a lo aludido por diálogos poco originales y aburridos. De hecho, se trata de una película que basa su pedigrí en imágenes bonitas de las Islas Canarias, y, sobre todo, de San Martín de los Andes. Paseo turístico que incluye a Luisana Lopilato, cuyo rostro dice muy poco del nervio y la sordidez de los modelos mayores de la cinta –véase “La chica del dragón tatuado” (2011)–, referentes que añoramos con resignación y algo de vergüenza ajena.
AL DETALLEPelícula: “Perdida”Calificación: 1 estrella de 5Género: thriller. País y año: Argentina, España, 2018. Director: Alejandro Montiel. Actores: Luisana Lopilato, Nicolás Furtado, Amaia Salamanca, Pedro Casablanc.