RODRIGO BEDOYA FORNO
Un meteorito ha caído en la provincia de El Chaco, en Argentina, en la zona de Campo del Cielo. A partir de esa premisa, Sergio Wolf encontró una historia extraordinaria. Tan extraordinaria que, si uno la cuenta, nadie la creería. Pero para eso está el documental: para rescatar historias desconocidas y, al mismo tiempo, sorprendentes. Eso es lo que nos presenta “El color que cayó del cielo”, segundo documental del cineasta y crítico de cine argentino.
¿Cómo descubrió Wolf el proyecto? “El que terminó siendo el productor ejecutivo del filme me contó unas líneas, y ahí se dibujó un documental”, comenta el realizador, quien está en Lima para presentar su película. “En mi caso, siempre aparece un documental narrativo. Me interesa la excavación de historias desconocidas y creo que esta historia tenía todo: cubría un arco temporal muy largo, tenía el tema del tráfico de meteoritos, el lado de los conquistadores de meteoritos. La dificultad fue construir una unidad en una historia que tenía varias líneas”, añade el realizador.
En efecto, cómo dice Wolf, el meteorito de 37 toneladas se convierte en un objeto de deseo, tanto de un científico de la Nasa, William Cassidy, como de Robert Haag, un comerciante de estas piedras estelares que fue a Argentina a intentar robárselo, por increíble que parezca. El cineasta va a EE.UU. y entrevista a estos dos personajes. “Mi idea, al ir a Estados Unidos, fue dejar que la gente hablara e inventar situaciones a través de las cuales un personaje muestre lo que es sin que yo tenga que poner un texto en off. Si no arruinaba la escena, el personaje se iba a definir por sí mismo, cosa que ocurrió”, señala el realizador.
EL HOMBRE DE LOS METEORITOSSin duda, Haag resulta un absoluto descubrimiento: un auténtico ‘showman’, capaz de contarte las historias más increíbles delante de la cámara. “Intuía el tipo de personaje que era Haag”, dice Wolf. “Yo me preguntaba cómo podía un tipo ser capaz de robarse un meteorito de 37 mil kilos. Y confiaba que el desarrollo de la escena iba a funcionar: sabía que no iba a comenzar preguntádole del robo, sino que él hablara lo que quisiera de los meteoritos y en un momento llegar al robo. Y era un reto manejar el personaje sin que te comiera toda la película, aunque es inevitable que, al final, todos te hablen de Haag. Pero siempre hay una estrella”, añade el cineasta, quien considera que encontrar buenos personajes es fundamental en un documental.
A Wolf, como documentalista, no le gusta trabajar historias de actualidad. “El periodista trabaja sobre la actualidad. El documentalista, en cambio, tiene un problema cuando toca un tema muy actual, porque la actualidad se come las películas: siempre va a aparecer algo que la va a fechar. Yo pienso los documentales como si fueran ficciones: pienso en los personajes que un guionista de ficción diría que son demasiado, que nadie va a creer eso”, añade.
Entre los muchos sentimientos que provoca “El color que cayó del cielo”, el principal es asombro. Asombro porque los personajes que vemos son reales y alucinantes. Ni en la mejor ficción pasa eso. Pero sí en los buenos documentales.
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