Se trata de liberarse. De soltarse de las ataduras de lo racional. Qué aburrida sería la vida si todo fuera tan lógico. En cambio, lo irracional es revelador, así meta miedo.
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El cine de terror más apreciable suele acatar esta premisa y evitar ceñirse en el facilismo de los electroshocks gratuitos. Ahí está el director canadiense David Cronenberg, quien no teme que la carne se corrompa y mute hacia nuevos estados existenciales, o el italiano Darío Argento, quien parte del surrealismo para emprender rituales que ensalzan la belleza, lo oculto o el descubrimiento perpetuo de los aspectos hermosos y monstruosos que conviven en nosotros (los planos se colman de susurros y gritos). Lo sobrenatural ofrece un certero retrato de la realidad.
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El cuerpo enrumba hacia dimensiones desconocidas; de lo concreto a lo abstracto. El deseo sexual es uno de los disparadores habituales de ese viaje. El cine de terror puede ser hipnótico y excitante. A su vez, no sorprende que más de un clásico del género sea percibido como caótico, desordenado, excesivo y antojadizo. Es el costo de desechar la razón y de desbordarse en estado febril.
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En la filmografía de Darío Argento sobresalen títulos como “Phenomena” (1985) o “Suspiria” (1977). De esta última se ha hecho una nueva versión que se estrenará este jueves en los cines locales. A cargo de su realización estuvo Luca Guadagnino, también italiano y responsable de la oscarizada “Llámame por tu nombre” (2017), en la que se exploró el amor entre dos hombres y el miedo de dejarse llevar por el deseo y lo desconocido.
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En esta “Suspiria”, una joven estadounidense viaja a Alemania para depurar su talento en una prestigiosa escuela de danza. Pero apenas ella llega a la entidad, se produce una muerte relacionada con la institución. Esta estudiante es encarnada por Dakota Johnson. Un trasfondo de conjuros y sectas la envolverá.
EL PLACER DE VERLOS SUFRIREs sintomático que Dakota Johnson figure en “Suspiria”. Es como si ella buscara sacudirse de la franquicia de “50 sombras de Grey” y de ese respetable erotismo propio de un catálogo de un gran almacén. Lógicamente, la saga basada en el 'best-seller' literario y esa sensualidad que se mueve en una zona de confort fueron un rotundo éxito de taquilla. Enhorabuena que la actriz haya decidido asumir riesgos interpretativos.
La presencia de Dakota Johnson también sirve para rastrear los motivos por los que el género de terror fascina a pesar del pánico que produce, de los destripamientos y de los chorros de sangre. Veamos: el espectador es un 'voyeur'; un mirón. Dakota Johnson se convierte en un centro de atención visual. A su personaje le pasarán cosas tremendas. En cambio, el público se la lleva fácil y goza desde la butaca. Lo que nos da miedo o asco que ocurra en la realidad nos produce satisfacción en la ficción. El miedo moviliza.