Un estreno poco habitual es este drama, escrito y dirigido por la también actriz Elizabeth Chomko. El foco principal está puesto en Bridget (Hilary Swank), chef que vive en California con su hija Emma (Taissa Farmiga), pero que va a Chicago para averiguar qué sucedió con la desaparición repentina de su madre, Ruth (Blythe Danner). En Chicago esperan a Bridget su hermano Nicky (Michael Shannon) y su padre Bert (Robert Forster).
La película empieza planteando un misterio, pero este se resuelve rápidamente. Resulta que Ruth tiene el mal de Alzheimer, lo que explica que haya salido de su cama y se haya puesto a caminar, sin rumbo, en medio de la noche invernal. Este suceso es el disparador de una crisis general en la familia. Y es Nicky, el hijo mayor que regenta un bar y se encarga de cuidar a los padres, el que propone internar a Ruth en un hogar-clínica para ancianos.
A primera vista, este podría ser un filme sobre el Alzheimer, al estilo de la magnífica “Lejos de ella” (Sarah Polley, 2006), o de “Siempre Alice” (R. Glatzer y W. Westmoreland, 2014). Pero no. Chomko prefiere que este sea solo el elemento detonador de una mirada transversal y más abarcadora, de modo que se aborden los vínculos emocionales que atraviesan a cada integrante de este clan de clase media y fuertes raíces católicas.
Plantear una película a modo coral, y con un guion que permita ir de un personaje a otro, corre el riesgo de que el filme se mantenga en la superficie. Pero Chomko es lo suficientemente sutil, aguda y paciente como para sortear el peligro. Los desencuentros, resentimientos, y confesiones a medio decir, dejan estupefactos, como corrientes eléctricas que sacuden y también paralizan a todos los integrantes de esta familia algo crepuscular.
El humor, de una ironía hiriente, también baña estas viñetas de la cotidianidad y de la toma de decisiones, de la vida rutinaria y de una crisis que ha venido para quedarse. En un momento, Nicky le dice a su hermana Bridget, avergonzado, que su madre trató de seducirlo en el auto, camino a la casa desde la clínica. Bridget reacciona con una carcajada nerviosa. Escenas tragicómicas que a veces recuerdan la impronta de Woody Allen.
Pero más que a Allen, el estilo de Chomko hace recordar una tradición de dramas familiares americanos de la clase media, filmados con un estilo transparente, y riguroso, en el seguimiento de rostros y cuerpos algo aprisionados en la telaraña que ellos mismos han tejido. Un ejemplo es “Gente como uno” (Robert Redford, 1980), o “Kramer vs Kramer” (Robert Benton, 1979), donde abundan los reencuentros amargos y definitorios.
En estas películas hay tomas de consciencia respecto a los propios sentimientos y cambios de rumbo que no pueden esperar; diálogos que parecen de terapia psicoanalítica, de perdón o revancha. Shannon, en ese sentido, compone a un hijo mayor ya harto de cargar con la responsabilidad de cuidar de sus padres. Por eso su regaño insistente a Bridget, quien vive lejos. Pero quien funciona como un centro neurálgico es Bert, el padre que encarna Forster.
Lo interesante en el caso de Bert, es, pese al deterioro de su salud, la férrea pelea que emprende para que su esposa no sea internada. A esto hay que sumar el relativo fracaso profesional en el que están sumidos los hijos, inconformes consigo mismos. Todo ello, sumado al Alzheimer, pudo ser la receta para un filme exagerado y efectista. No obstante, “Lo que fuimos” es cuidadosa, hecha con un tiempo propio –muy de otra época–, y que permite, al espectador, sumergirse en los vericuetos de una familia que se ve obligada a enfrentar sus problemas y tormentos. Termino con una mención especial a Robert Forster, aquí en su mejor papel desde el que hizo para “Jackie Brown” (1997) de Quentin Tarantino.
AL DETALLETítulo original: “What They Had”.Género: drama. País: Estados Unidos, 2018. Director: Elizabeth Chomko. Reparto: Hilary Swank, Michael Shannon, Robert Forster, Blythe Danner.Puntaje: 3.5/5