La producción de libros de fotografía o fotolibros es un fenómeno que, podría asumirse –erróneamente, por cierto–, va a contrapelo de los tiempos actuales. Sin embargo, durante nuestro presente digital, el amor al papel se constituye en algo más que una manifestación singular o signo de exquisitez. Es una forma de resistencia y, por qué no, una forma de valoración de lo físico y material en el acto fotográfico, en el remate de su proceso. Y, tal vez, un acercamiento al reconocerse en la impresión de la imagen, un reconocimiento de la realidad que se representa en ella.
Julieta Escardó, fotógrafa argentina, estuvo en Lima como parte de Lima Photo 2015. Se mostró en contacto con diversas experiencias locales en el ámbito de su quehacer y, además, dio a conocer el sello con el que ha venido publicando los trabajos de fotógrafos de su país: La Luminosa.
—¿Cuál es el objetivo de un sello como La Luminosa?La Luminosa es un proyecto editorial que tiene cinco años. Es el sello de la Feria de Libro de Fotos de Autor. En el 2010 realizamos este evento en Lima en el contexto de su bienal. La feria recupera el trabajo de producción de fotógrafos de toda América Latina. Con el sello, quisimos llevar al impreso algunas de esas experiencias. La idea es reivindicar el papel, pero sobre todo la narración. El libro es necesario como un soporte en el cual se pueda llevar a cabo un relato completo y cabal. Es ideal para los fotógrafos, pues contiene dimensiones como la visibilidad, la duración en el tiempo y el viaje en el espacio. Es curioso porque están surgiendo colectivos vinculados en Latinoamérica, artistas que están publicando cada vez más. Existe un premio, como parte de la feria, para publicar a autores de diversos países. —La mayoría de tu trabajo es en blanco y negro y tiene que ver lo documental. ¿Tendrá que ver con tu amor al papel?Puede ser. En ese sentido, me reconozco como de la vieja guardia, aunque en mi último proyecto trabajo el color. Mi formación tuvo que ver con lo documental y periodístico. Por otro lado, la motivación para armar la editorial comenzó a tomar forma cuando mi socio y yo vimos desfilar tantos “libros” y portafolios personalizados en el marco de la feria, que, pensamos, por qué no reproducirlos y hacer que lleguen a más personas. Comenzamos con tirajes cortos, de 100 a 200 ejemplares, firmados y numerados. Incorporamos algo de fetichismo al proyecto. —¿Crees que ese vínculo con la materia está presente en los fotógrafos?No todos los trabajos están destinados a las paredes, sino también para el relato, el libro y la relación del autor con el lector. Y tampoco tienen por qué todas las fotos terminar en un fotolibro. Cada proyecto se desarrolla en su propio soporte y es este parte de la propuesta expresiva y comunicativa. Por ello, la elección es capital y, lo digital, el papel o el libro cumplen un rol. Mas en el fondo, todo fotógrafo considera que el libro es un excelente amigo de su trabajo. —¿Cómo percibes la producción de fotolibros en el Perú?Me encanta el trabajo de los chicos de KWY. Es digno de resaltarse el trabajo editorial de Andrés Marroquín y su sello Meier Ramírez, cuya propuesta enfatiza la identidad y formato único. En ambos casos, podemos apreciar piezas de una excelente calidad. Proyectos que, sin duda, dan frescura al arte fotográfico. Y también están los libros históricos y de ensayo ligados a la fotografía. —¿Cómo se gestiona un sello como La Luminosa en un país como Argentina?Con mucho de capricho, creatividad y perseverancia. Tenemos poco apoyo del Estado. Están apareciendo algunas oportunidades interesantes, sí. Brasil y México tienen, por ejemplo, apoyo para estos proyectos. Hay muchas propuestas como la mía y es interesante ver cómo proliferan. Es mejor hacer que quejarse.