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Sin dejar de lado los protagonistas femeninos de sus historias, la escritora mexicana Laura Esquivel presentó su nueva novela “A Lupita le gustaba planchar”, en la que aborda “la agresión de un ser humano a otro”, la corrupción, el dolor y una de las consecuencias más importantes del narcotráfico: las adicciones.
Estos y otros tantos temas surgen mientras la autora, de 64 años, narra en las páginas de la novela la trágica vida de Lupita, una mujer policía, alcohólica y única testigo del asesinato de un político en la capital mexicana, una urbe violenta, llena de corrupción, pero también de gente que lucha día a día contra las vicisitudes personales o producto del sistema.
“El narcotráfico está en boca de todos, pero nadie habla de los seres humanos que están presos de las adicciones”, dijo la autora de “Como agua para chocolate” en Ciudad de México durante la presentación de su más reciente obra, publicada por Suma de Letras.
Lupita, llamada así en honor a la Virgen de Guadalupe, ha perdido un hijo, “uno de los dolores más fuertes”, según Esquivel, “y es una sobreviviente” de sus tragedias, como tantas otras personas en México.
Esta obra inició hace diez años, pero fue interrumpida por otra novela llamada “Malinche”, que Esquivel publicó en 2005 para contar la historia de la princesa indígena que fue traductora y amante del conquistador español Hernán Cortés.
Ahora con “A Lupita le gustaba planchar” la escritora y feminista recrea la historia de una mujer “víctima del sistema que va a convertirse en un agente de cambio”, ya que para eso fue imaginada: para mostrar una búsqueda de la luz en medio de la oscuridad.
EL RETORNO DE ESQUIVELEsta premisa es retomada también del mundo prehispánico, con el que Esquivel siempre ha sentido gran afinidad. Por eso en cada capítulo hay una recreación de la simbología y la cosmovisión azteca.
“Lupita es una mujer alcohólica, tema que aborda la novela, así como la consecuencia que seamos producto de generaciones de alcohólicos. En México antes de la llegada de los españoles no había ese problema, pues al alcohólico se le mataba a garrote”, dijo.
“Cada persona tiene sus propias adicciones que nos hacen sentirnos mejor”, afirmó Esquivel, y confesó las suyas: “el chocolate y los carbohidratos”.
Sin darse cuenta la protagonista de la novela va revelando al asesino y junto con ello va mostrando la realidad mexicana, conformada por la desintegración familiar, la drogadicción y la falta de oportunidades, pero también la lucha por sobrevivir, la búsqueda de la felicidad y la liberación de los problemas que aquejan a cada quien.
Con esta novela cronicada y su protagonista, Laura Esquivel “intenta reencontrar el camino, el origen (de los mexicanos), reencontrarse con la pérdida” y con tantas cosas necesarias “para buscar la luz”.