Quien en su momento fue el hombre más interesado en Lima en realidad había nacido en el Callao. Juan Bromley (1894-1968) trabajó durante cuatro décadas para el municipio limeño, sobrevivió a un total de 17 gestiones, y fue un disciplinado y obsesivo estudioso de la Ciudad de los Reyes, su historia, su gente y, por supuesto, sus calles.
Fue tan acuciosa su labor que, incluso luego de jubilarse, Bromley continuó colaborando con la institución edil a través de una serie de textos que publicó en el Boletín Municipal, entre 1964 y 1967, en los que construía una presentación de la historia limeña desde el punto de vista urbano, así como un compendio histórico de la cartografía de la ciudad. Todas esas entregas dispersas fueron halladas posteriormente, ya en conjunto, con una muy prolija numeración, índice, bibliografía y otros detalles puestos allí por el propio Bromley, lo que hace suponer que el autor en algún momento pretendió su publicación.
En el año 2005, por el aniversario 470 de Lima, se hizo el primer intento de publicación, aunque la obra de Bromley solo pudo ser distribuida en formato digital. Hoy, finalmente, se edita en formato de libro con el nombre original de las entregas periódicas del Boletín Municipal: “Las viejas calles de Lima”. Se trata de un esfuerzo del municipio capitalino por rescatar y perennizar el libro de Bromley, que a lo largo de varias décadas ha sido material de consulta por diversos historiadores, arquitectos y académicos en general.
ASÍ SE LLAMABAN
Lo que Google Maps hace hoy con tecnología de punta, Bromley lo construyó a pura persistencia. Por algo es que el expresidente Fernando Belaunde Terry lo llamó “archivo viviente del cabildo limeño”. En “Las viejas calles de Lima” se da cuenta de un año que marca un antes y un después en la historia de la ciudad: 1862. En esa fecha, por decisión municipal, se reformó la nomenclatura de calles y cuadras para que pasen a tener nombres de departamentos y provincias del Perú. Una disposición que respondía al acelerado crecimiento de la capital, pero que tardó en calar en la población. Los nuevos nombres de la ciudad tardaron casi un siglo en ser utilizados de forma extendida, y esto responde a que sus denominaciones originales respondían a los usos y costumbres, a una tradición. Eran nombres que salían de la propia gente y contra eso era difícil enfrentarse.
De allí que Bromley reúna casi 400 calles de Lima y haga, para citar un ejemplo, una clasificación por el significado y origen de sus nombres: la mayor parte estaba inspiradas en nombres propios, como personajes reconocidos que hicieron contribuciones en la zona donde se ubica la calle. Pero la clasificación también incluye calles nombradas por su forma (Cinco Esquinas, Falquitrera del Diablo, Colmillo), por “la calidad de los vecinos” (Barraganes, Malambo, Pobres), por apodos (Comesebo, Corcovado, Pilitricas) o por los locales comerciales que se ubicaban allí (Botones, Imprenta, Mantas, Mantequería).
Varias de las calles limeñas conservan hasta hoy unas pequeñas placas con sus nombres de la época, lo que contribuye a mantener la tradición. Y, gracias al libro de Bromley, se pueden rastrear las razones por las que fueron bautizadas de tal o cual manera.
Hay historias de todo tipo: el Callejón del Gigante, por poner un caso, corresponde a la cuadra 6 del jirón Cusco, que fue llamado así porque vivía allí “un joven de dieciocho años de edad, hijo de español y de india, nacido en Huamanga, que llamó su atención por su estatura de tres varas de alto”. O la calle Matasiete (cuadra 2 del jirón Libertad), que hacía referencia a Jerónimo de Fuentes, un hombre que recibía ese apodo por ser un conocido buscapleitos. Y hasta la Siete Jeringas (cuadra 8 del jirón Ayacucho), que tiene dos posibles orígenes: el hecho de que estuviera a espaldas del Hospital de San Andrés o un medianamente conocido curandero del lugar que llevaba como apodo ‘Ño 7 Jeringas’.
Como esas, abundan las historias únicas e irrepetibles en este libro. Y todas recorren jirones y avenidas como si hubiesen ocurrido ayer.
Algunos nombres y sus significados
Calle Panteoncito (cuadra 3 del jirón Arica, hoy Rufino y Torrico): su nombre se originó por la existencia anterior a ella de un lugar de enterramiento de muertos por la presencia de alguna pequeña huaca de indios.
Calle Peines (ciadra 2 del jirón Madera): el nombre le viene por los cursos o juegos de agua a manera de peines en la Plaza de la Nabona, ubicada allí.
Calle Colmillo (cuadra 1 del jirón Jauja): es esta una pequeña calle incrustada cuya figura geométrica se asemeja a la forma de un diente canino o colmillo.
Pericotes (cuadra 2 del jirón Angaraes): puede conjeturarse que provino por los muchos roedores que había en ella, pues era una arteria urbana insalubre por el curso de agua que corría bajo ella.
Calle Afligidos (cuadra 1 del jirón Caylloma): Bromley cita a José Gálvez, quien recuerda que a raíz de un terremoto ocurrido en Lima, en dicha calle se refugió un gran número de vecinos y que sus clamores de congoja y espanto le concedieron la denominación.
Polvos Azules (cuadra única del jirón Santa, hoy Alameda Chabuca Granda): se remonta a una solicitud presentada al cabildo de Lima por Gaspar de los Reyes, quien usando su oficio de zurrador o surtidos de cueros había descubierto la forma de teñor de azul los cordobanes, y qye como inventor de ellos pedía que se le otorgase la exclusividad de dicho teñido.
Tigre (cuadra 1 del jirón Urubamba): su denominación pudo originarse en el hecho de que en algún establecimiento de ella hubo pintada o colgada la figura de ese felino.
“LAS VIEJAS CALLES DE LIMA”
Autor: Juan Bromley
Editorial: Municipalidad de Lima
Páginas: 452