Recordando los viajes que realizaba de niño con su padre a Tarma, volvimos con Alfredo Bryce Echenique a aquella ciudad de los Andes centrales para evocar ciertos pasajes de su pasado, remoto, y también cercano, cuando se vio envuelto en un complicado caso de acusación de plagios.
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Alfredo Bryce Echenique recordó a sus padres, a sus hermanos, a sus innumerables amigos del colegio, de la universidad, de la literatura y la vida. Vodka en mano habla de cuando fue pobre y feliz en París. De las clases que dio en Nanterre, La Sorbona, Vincennes, Montpellier, Yale, Austin, Puerto Rico. De sus esposas (con cariño), de Vargas Llosa, de la canción que le escribió Joaquín Sabina, de los viajes que realizó, de las mujeres que amó. De los libros que ha escrito y de los que ha extraviado y tenido que reescribir. En la hacienda La Florida, frente a las ruinas del parterre que inspirara “Silvio en el rosedal”, recuerda al querido Julio Ramón Ribeyro, narra ciertos pasajes de los internamientos de este debido al cáncer y de la relación con Alida Cordero, su viuda.
Está tramando la que cree será su última novela y piensa emprender el tercer tomo de sus “antimemorias”: ¿tratará ahí el asunto de los múltiples plagios de los que se le acusó?
¿Está realmente consciente de la gravedad de los hechos de los que se le acusa? ¿Es una persona capaz de responsabilizarse de ello? Averígüelo mañana en Somos y saque sus propias conclusiones.
MAÑANA EN SOMOS: Notable y polémico, el escritor Alfredo Bryce Echenique comparte nostalgias y enfrenta demonios. pic.twitter.com/rNuCN2MgOo— Revista Somos (@SomosElComercio) 23 de septiembre de 2016