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Pablo Simonetti, escritor chileno nacido el 7 de diciembre de 1961, es de los que sufren cuando una hermosa casa antigua es derrumbada para dar paso a un edificio de apartamentos.
“Por supuesto que sí soy de las personas que lamentan cada vez que tiran una casa, cada vez que destruyen un barrio, porque creo que no solamente se está destruyendo un edificio, o una construcción, sino que se está destruyendo una forma de vida, un lugar de memoria, un lugar de pertenencia, una identidad”, dijo Simonetti.
Su novela “Jardín” comienza precisamente así.
La idea surgió hace dos años, cuando un amigo le contó que la casa donde vivió de niño y donde envejeció su madre estaba siendo derrumbada. Esa misma noche fue a una función de la obra de teatro “El jardín de los cerezos” de Antón Chéjov, y al día siguiente tuvo una disputa con un hermano, “tonta pero enojosa como son las de los hermanos”.
Todos estos ingredientes le hicieron ver claramente su historia.
“En cosa de un día yo la imaginé completa, eso no me pasa con otras novelas”, relató el autor en una entrevista reciente con AP en la Ciudad de México, donde promocionaba “Jardín”, que ha sido un éxito de ventas en Chile. “Creo que influye claramente en el formato, que es una novela breve o un cuento largo, como tú la quieras ver”.
En el libro, la familia Onetto Barbaglia se enfrenta a la compra hostil de la casa donde Luisa, la matriarca, ha cultivado su jardín por años. Fabiola, la hija mayor, y Juan, el hermano menor, se ven relegados por Franco, el hermano del medio, que busca imponer su voluntad. Las envidias por la atención de la madre y el trato diferente que ésta le da a cada uno de sus hijos tensan aún más la situación, activando “una serie de fuerzas” que estaban dormidas dentro de la familia, explicó Simonetti.
“Estas fuerzas en este caso son todas las relaciones que existen en este cuadrilátero de personajes que son la madre y los tres hijos”, apuntó.
La casa de los Simonetti fue diseñada por el arquitecto modernista Horacio Borgheresi, tío del autor.
“En este momento hay una gran recuperación de su obra a través de monografías y publicaciones, pero resulta que las casas no están y nos tenemos que conformar con los planos o con las fotos que quedaron y eso es una pena”, apuntó.
En la portada y el interior de la novela aparecen ilustraciones de flores, obra de su pareja, el pintor José Pedro Godoy, con quien planea una unión civil a finales de año.
“Logró que esas flores estén representadas en toda su belleza pero al mismo tiempo están tristes, están de luto”, señaló Simonetti.
Al igual que el autor, Juan, quien narra la historia, es gay.
“Es parte también de mi identidad como persona, como escritor, y me gusta que (los personajes gay) estén involucrados en espacios tan íntimos como los son la familia o la pareja”, dijo. “Creo que es el último paso a la inclusión, que es hacerlos partes de la vida común y corriente de las personas, y que sea una característica más sin que tampoco sea fundamental”.
La relación de las mujeres con las plantas es especial para Pablo Simonetti. En su novela “La barrera del pudor”, la paisajista Amelia se refugia en su casa de campo con jardín tras una separación. La madre de Simonetti, María Victoria Eliana Borgheresi, escribió libros de jardinería y fue paisajista. El autor le dedica la novela, pues le agradece que le haya dado un jardín para vivir.
“Cuando se lo digo no estoy pensando en el jardín físico, sino en el jardín de la literatura, del lugar donde me siento bien conmigo mismo, donde me siento bien con mi piel, donde me siento en paz”, expresó.
En su novela “Madre que estás en los cielos” (2004) Simonetti retrata a otra matriarca, Julia, y su relación con sus hijos.
Julia y Luisa “tienen mucho en común, yo te diría que 'Jardín' es una especie de colorario de 'Madre que estás en los cielos''', reconoció el escritor.
Acotó, sin embargo, que se trata de dos situaciones distintas: “En 'Madre que estás en los cielos' Julia está aprendiendo todavía de sus hijos y son sus hijos los que le ayudan a aceptar una parte de sí misma que ha negado a lo largo de su vida; en cambio acá son los hijos los que le están privando a su madre de algo de un lugar de la identidad de sí misma que ella sí alcanzó a lo largo de su vida, son los caminos inversos, diría”.
(Fuente: AP)