Un día como hoy, 2 de diciembre del año 1969, el escritor José María Arguedas murió luego de dispararse a la cabeza cuatro días antes. Devorado por la depresión, había puesto punto final a su vida al igual que a su novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”. El escritor nacido en Andahuaylas en 1911, había forjado a lo largo de 58 años una obra que había roto con la tradición costumbrismo e incluso trascendió el indigenismo, con libros notables como “La agonía de Rasu Ñiti”, “Los ríos profundos” y “Todas las sangres”.
¿A cincuenta años de distancia, cómo marcó su muerte la cultura y la literatura peruana? Colegas escritores e investigadores académicos intentan responder esta inmensa pregunta con brevedad. Para ellos, el legado arguediano ha transformado la relación de nuestro país con sus vertientes occidental y andina, ha visibilizado su cultura popular, así como proponernos abrazar la lucha diaria por convertir al Perú en una tierra más democrática y justa. Como señala el crítico de El Comercio, José Carlos Yrigoyen, la muerte de Arguedas “cierra dolorosamente una puerta, pero a la vez se abren otras, novedosas y sugestivas”.
Francesca Denegri - Profesora universitaria.
“Diría que lo que se clausuró con su suicidio es lo que yo llamaría la “ética y la estética del temblor” en la creación literaria. En el sentido que en Arguedas el difícil trenzado que implica la imaginación y el compromiso político esta permanentemente abierto a la desestabilización que el pasado supone en el presente, y al peligro que el otro supone para el uno”.
Edmundo Paz Soldán - Escritor boliviano.
Arguedas se planteó el desafío de cómo modernizarse sin que ello implique una pérdida fundamental. Debía haber una integración al Perú capaz de respetar la cosmovisión indígena. Ese desafío tenía un sino trágico en su obra, porque su visión del escritor como mediador, alguien capaz de usar la literatura como forma de conectar las divisiones internas, el mundo interior quechua del Perú con una sociedad y un Estado-nación que hablan español, no terminaba en una suerte de sutura redentora.
Selenco Vega - Escritor, profesor universitario.
“El suicidio de Arguedas, terrible, simboliza también varias cosas. Inaugura una forma nueva de entender las relaciones entre lo occidental y lo andino. Su sacrificio permitió cambiar la indiferencia en el trato del costeño hacia otros peruanos. Clausura culturalmente la opresión del gamonal, cuyo poder la Reforma Agraria acababa de enterrar para siempre”.
Jeremías Gamboa - Escritor
“Abrió una tarea inmensa. La de terminar de integrar esas dos tradiciones y culturas que se enfrentaron con desgarro en su literatura y dentro de su conciencia y cuya solución permitiría el cumplimiento de ese sueño suyo de un hombre que puede "vivir, feliz, todas la patrias". En el Perú aun consideramos que unas valen más que otras y eso las hace invivibles dentro de la conciencia conflictuada de cada peruano. Creo que Edgardo Rivera Martínez logró representar una solución teñida de utopía en "País de Jauja". El trabajo a futuro es aterrizar esa bella utopía en la tierra”.
Luis Nieto Degregori - Escritor
“El legado de JMA va más allá de lo literario. Con su producción antropológica y etnográfica, con su rescate de la cultura popular y su obra novelística sienta las bases de un proyecto nacional, el de “todas las sangres”, que como el Inkarri sigue tomando cuerpo y es el único que se opone al sistema hegemónico neoliberal”.
Miguel Det - Historietista
“Abstracción hecha, siquiera parcialmente, de los factores endógenos propios de la depresión que condujo a la muerte de Arguedas, considero que su suicidio impacta en la literatura peruana de cuando menos dos maneras, a partir de lo que se supone habrían sido sus causales: define, de una parte, un punto de quiebre en la relación que ella puede mantener con las ciencias sociales sin perder lo que le es propio -su ficcionalidad, su textura personal, emotiva y en cierto modo autobiográfica, "de aficionado", como decía el amauta-; de otra parte, a partir de su imbricación con las causas políticas, define también una inflexión respecto a la actitud que el escritor ha de tomar frente a las duras exigencias que le plantea su compromiso con la revolución: el dilema de tener que optar por ajustar la lectura que del país hace ésta a la realidad que conoció y sufrió pero también amo a esta, o modificar esa realidad así sea a expensas de su sensibilidad y de su horizonte utópico particulares. Arguedas no retrocede ante ello: salta”.
Carla Sagástegui - Escritora, profesora universitaria.
“Arguedas se propuso transformar la cultura andina, en la cual había crecido y que amaba profundamente, en una cultura admirada. Nunca se vio a sí mismo como un escritor o intelectual profesional, sino como un vocero. Me pregunto si algún escritor contemporáneo se ve a sí mismo como tal”.
Jorge Antonio Valenzuela - Escritor y profesor universitario
“Su muerte abre las compuertas de una reflexión más democrática y justa sobre el Perú. Resitúa, en el espacio literario, las demandas del segmento indígena y mestizo de nuestra nación. Rompe, en este sentido, los diques de nuestra tradición literaria que, desde entonces, se abre a un diálogo más productivo con la antropología e historia. Su muerte clausura, definitivamente, el excluyente e injusto proyecto criollo de nación”.
José Carlos Yrigoyen - Escritor y crítico literario
“El suicidio de Arguedas no puede explicarse sin “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, la última novela que escribió y dejó inconclusa. Su visión desesperanzada acerca de un mundo que se convierte irreversiblemente en un infierno –colectivo en los llamados “hervores”, personal e íntimo en los fragmentos del diario- es un vasto legado sobre una visión del Perú contemporáneo que muchos narradores, de manera consciente o no, tomarán como punto de partida para sus propias ficciones. Con su muerte se cierra dolorosamente una puerta, pero a la vez se abren otras, novedosas y sugestivas”.
Karina Pacheco - Escritora y antropóloga
“Con su muerte, Arguedas demostró ser el autor más radical; su obra póstuma es una ‘crónica de una muerte anunciada’ que comparte pausadamente con amigos y lectores, ajeno a toda pose. Personificó muchas de las heridas que lastra el Perú, pero además expresó con su vida y su obra la cultura quechua que lo amamantó, sin dejar de creer en la posibilidad de elevar puentes de respeto e intercambio entre las diversas culturas que componen el Perú”.
Ricardo Sumalavia - Escritor y profesor universitario
“La muerte de Arguedas tiene múltiples lecturas y, sin duda, una carga simbólica colectiva en el ámbito social y cultural. En lo literario, a mi parecer, representó una necesidad de revalorar la identidad andina y los mestizajes ante una sociedad que se perfilaba hacia grandes cambios en los años setenta”.
Santiago López Maguiña - Profesor universitario
Todo suicidio se anuncia y es un anuncio. En el caso de Arguedas el anuncio de una nueva época, que en lo literario supone la transformación de los textos en actos rituales, de canto, danza, tejido, trabajo en general, que ha tenido, sin embargo, poca repercusión. Quizás solo resuena en la obra de Juan Ramírez Ruiz y en la de Gregorio Martínez, en lo que conozco, algo en la Edgardo Rivera Martínez.