ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI
La novela de corte biográfico “Patrimonio” (1991) no solo es el recuento de un hijo en torno a la agonía y muerte de su padre. Philip Roth utiliza este motivo para razonar sobre la vejez, el amor, la enfermedad y el legado inmaterial que los padres les dejan a sus hijos. Sin querer borrar la frontera entre realidad y ficción, el escritor, nacido en Nueva Jersey, Estados Unidos, inicia un viaje literario para averiguar en qué consiste la trascendencia.
PATRIMONIOLa obra trata de un agente de seguros jubilado –Herman Roth, padre del escritor– a quien el niño recuerda vigoroso, con carácter y encanto. A los 86 años contrae un cáncer cerebral y debe luchar por su vida, asistido por su hijo mayor de 50 años. Al hacerlo, Roth retrata la vulnerabilidad de esta contienda por la vida, la recomposición de la complicidad entre dos hombres maduros, la tenacidad del enfermo y los miedos a la muerte.
El hijo al responsabilizarse de la vida de su padre tiene tiempo para reconocer cuál es el patrimonio que le transfiere su progenitor: el amor, la sabiduría y la dignidad. La novela establece un vínculo con el pasado y el hijo es conciente de lo que le corresponde: la sucesión. Por eso, simbólicamente, recibe el trasto para la espuma de afeitar del abuelo, que su padre guardaba.
EL AMOR Y LA DESOLACIÓNConsiderada una de las grandes novelas de principios de este siglo, “La Carretera” (2006) ha recibido importantes premios, como el Pulitzer del 2007. Cormac McCarthy sitúa un escenario apocalíptico, de destrucción total, donde un padre y su hijo inician su viaje hacia el mar, el resto de vida que intuyen existe.
En el camino todo es cenizas, lo que induce a pensar que ha ocurrido una explosión nuclear, y los dos personajes llevan todas sus pertenencias en un carrito de supermercado, eludiendo bandas de caníbales, que es en lo que se han convertido los sobrevivientes.
El viaje épico, donde ni el padre ni el chico tienen nombre, da pie a una de las más conmovedoras historias de amor filial. El padre, con solo una pistola y dos balas, conduce a su hijo por ese paisaje de mortandad para salvarle la vida. Como nada queda, le muestra insignificantes alegrías : un poco de agua, una lata de gaseosa que se salvó de ser saqueada. La novela enseña que cuando parece que ya no hay nada, un padre siempre encuentra un resquicio de esperanza.
EL AFECTO Y LA IRONÍAEl escritor peruano Lorenzo Helguero acaba de lanzar su libro de cuentos “Guía para padres” (Estruendomundo, 2014), donde le da una vuelta de tuerca a la compleja relación padre-hijo.
Son 26 cuentos breves, de factura clásica y de corte cuasi fantástico, donde la llave maestra siempre está al final, en desenlaces a veces irreales y sorprendentes.
El estilo desplegado es uno de humor negro y profunda ironía, no exento de cierta melancólica tristeza, que busca hacernos reflexionar sobre el papel del padre contemporáneo a través de los sencillos compromisos domésticos.
Aquí aparecen padres turbados por querer realizar un manual de cómo cambiar pañales, preocupados por cómo entretener a sus hijos, identificados con el embarazo de sus mujeres, concesivos para abrirle los espacios de la casa al hijo que empieza a caminar, ansiosos porque no sienten el afecto infantil, turbados porque sus hijos se les parecen absolutamente, y más.
Siendo un libro muy divertido y de lectura veloz, conserva la profundidad para permitirnos una reflexión honda, pues en los riesgos de cómo solucionar la crianza, aparentemente de nimia trascendencia, se encuentran las grandes decisiones de la vida.