Cuando Andrea Benavides recuerda su último año en la escuela de modas Mod’Art, se lleva las manos a la cabeza y su cuerpo se tensa. Ella admite que diseñar una colección de 30 piezas para graduarse y al mismo tiempo dirigir Benavia, su propia marca de accesorios, fue una odisea. “Trabajaba más de 12 horas diarias y con las justas llegaba a casa para dormir”, reconoce. Las ojeras que todavía conserva son prueba de ello.
Pero todo esfuerzo tiene sus recompensas. Y para la modista, ello significó que este año, su casa de estudios, Mod’Art, reconociera a Cáctili, su primera colección, como la mejor de su promoción. Se trató de una serie de ocho piezas confeccionadas y pintadas a mano e inspiradas en los cactus y otras plantas que sobreviven con poca agua.
DISEÑO Y GEOMETRÍAAntes de tener un concepto para sus prendas, Andrea Benavides se recuerda a sí misma buscando inspiración para sus diseños mientras recorría La Casona de los Cóndores, en Chaclacayo. La vegetación y la tranquilidad del lugar le permitieron enfocarse en los cactus, elemento que disparó la chispa de su imaginación.
“Siempre me ha gustado la dualidad de los cactus: agresivos y dulces −confiesa Benavides−. Admiro la verticalidad de sus cuerpos, la ternura de sus frutos y la geometría de sus espinas”.
Con esos conceptos opuestos, la diseñadora apostó por una colección que juega con la descomposición de esa planta y las variantes de sus colores. “Es imposible que alguien encuentre en mis prendas un dibujo de un cactus, pero pueden observar su reflejo con las siluetas rígidas en los cuerpos y con los volados en las mangas. También los estampados representan la verticalidad de las hojas, y los colores surgieron de los matices de la tierra, los frutos y las flores”, revela.Después de Cáctili, Benavides afirma que dejará de confeccionar prendas por un tiempo, pero que seguirá diseñando.