GREG KOT
Es culpa del estribillo: “Born in the USA” de Bruce Springsteen (que este mes de junio cumple 30 años) es la canción título de uno de los discos más vendidos de todos los tiempos y una de las más queridas por la gente. Sin embargo, es también una de las que más se interpreta en forma errada. Y Springsteen es parcialmente cómplice de ello.
Con la bandera estadounidense en la portada del disco y la increíble energía que Springsteen y la E Street Band le pusieron a la canción durante su gira mundial, muchos fans creyeron que “Born in the USA” era un himno al patriotismo y a sentirse bien.
Uno de esos fans era casualmente el columnista conservador George Will. Él escribió que la canción era “una feliz afirmación” de todas las cosas buenas de Norteamérica. El compañero de Will, Ronald Reagan, quien era casualmente el presidente de Estados Unidos en aquel momento, también hizo referencia a Springsteen y sus canciones de “esperanza” durante su campaña de reelección.
Will, Reagan y muchos más nunca prestaron atención a lo que venía luego de ese aparentemente inspirador estribillo y se dieron realmente cuenta de qué trataba la canción.
Era difícilmente era una declaración de orgullo nacional: de hecho, “Born in the USA” confronta lo vacío del sueño americano. Describe a los veteranos de Vietnam volviendo a un país en cual la clase trabajadora es tratada apenas mejor que carne de cañón. Con el trasfondo de una recesión económica que agrandaba la brecha entre los que tenían y los que no, los cabizbajos versos se burlan del vacío eslogan del estribillo.
Sin embargo, hace falta analizar con cuidado la canción para llegar a esa conclusión y Springsteen se aseguró de destacar el verdadero mensaje de la misma cuando la tocó una década después en forma de un triste y lúgubre blues en su gira solista.
Al menos el cantante puede consolarse con saber que su canción fue probablemente el primer clásico en ser ampliamente mal interpretado por la audiencia. Sin embargo, no fue el último. A continuación algunos otros ejemplos.
Every Breath You Take, The Police (1983)
La melodía es tan elegante que parece que el narrador estuviera extasiado y tan enamorado de esta muchacha que clama “Cada paso que des, cada movimiento que hagas, te estaré mirando” (“Every step you take, every move you make, I’ll be watching you”).
Pero, si se lee esta letra de una forma distinta, se vuelve un poco perturbadora. Sting la escribió desde la perspectiva de un amante traicionado que quiere mantener el control sobre su ex.
Difícilmente sea la canción de bodas perfecta, como se la suele utilizar. En su lugar, “Every Breath You Take” expresa la clase de sentimientos que hacen que su portador termine en prisión por acoso.
The One I Love, R.E.M. (1987)
Hablando de canciones de bodas inapropiadas, el primer éxito de R.E.M. que logró estar entre los 10 mejores suena seductor cuando Michael Stipe susurra “Esta (canción) es para la que amo” (“This one goes out to the one I love”).
Sin embargo, los distraídos oyentes pasaron por alto la segunda parte de la misma idea: “Esta es para la que dejé atrás/Un simple objeto para pasar el tiempo” (“This one goes out to the one I’ve left behind/A simple prop to occupy my time”). Pura maldad.
Perfect Day, Lou Reed (1972)
Una bella melodía, cantada como agradecimiento a alguien por el idílico día que pasaron tomando sangría y alimentando a los animales en el zoológico. O al menos, eso parece.
Pero nada fue jamás tan simple y alegre al tratarse de Lou Reed.
¿Está acaso la canción dedicada a una persona o droga que permite que el narrador se “olvide de sí mismo”? Su escalofriante uso en la dura película de Dany Boyle “Trainspotting” así lo sugiere.
Al final de la canción, Reed se lamenta “You just keep me hanging on”, (“Sigo dependiendo de ti”) y advierte, “You’re going to reap just what you sow” (“Cosecharás lo que sembraste”).
Louie Louie, The Kingsmen (1963)
Es increíble lo que puede conseguir un pequeño balbuceo libidinoso. Entre otras cosas, puede conseguir una investigación del FBI.
La banda de rock de garage de Portland, Oregon, ensució y volvió inentendible la inocente cancioncilla de estilo Calipso compuesta por Richard Berry en 1955.
El FBI creyó oír un montón de obscenidades, pero jamás juntó evidencia suficiente para llevarlo a la corte. Esta difamación no afectó en absoluto la popularidad de The Kingsmen y la canción llegó al segundo puesto de los rankings de sencillos.
I Want Candy, Strangeloves (1965)
¿Quién podría negar la presunta inocencia del tema de Bo Diddley y ese pedido infantil -“Quiero caramelo”- en el estribillo?
Aparentemente, muchos publicistas no pudieron hacerlo y usaron el tema para persuadir a los niños de pedir dulces y a los adultos de querer diamantes.
Obviamente, lo que realmente vende la canción es sexo. “I like candy when it’s wrapped in a sweater”, (“Me gustan los dulces cuando usan suéter”) escribieron los autores con lascivia.
¿Cuál es la moraleja de este artículo? Si una canción parece festiva, amorosa, infantil o lasciva, posiblemente la audiencia la oiga así, sin importar lo que intenten expresar las letras. Malas noticias para los autores que, como Springsteen, tratan de hacer valer cada palabra.
Los matices son para los poetas. Para aquellos que escuchan la canción en sus teléfonos móviles en un tren lleno, se trata de la energía que transmite y el estribillo oído a medias. ¡Nacido en Estados Unidos, baby!
* Greg Kotis es crítico musical del Chicago Tribune y coanfitrión del programa de sindicado de radio nacional Sound Opinions. Ha escrito varios libros, incluyendo uno próximo a salir “I'll Take You There: Mavis Staples”, así como “Staple Singers” y “March Up Freedom's Highway”.