FRANCISCO MELGAR WONG
“Born in the U.S.A.” salió a la venta hace 30 años, el 4 de junio de 1984. El álbum, el séptimo en el catálogo de Bruce Springsteen, se convirtió en el disco más vendido de su carrera y es considerado por algunos como una bisagra que marca un antes y un después en su carrera.
Estoy de acuerdo: con este disco se parten las aguas. Uno puede hacerse una idea de la carrera de Springsteen a la luz (o a la sombra, si así lo prefieren) de “Born in the U.S.A.”.
Antes de lanzar “Born in the U.S.A.” Sprinsteen ya había editado seis discos: “Greetings From Asbury Park”, “The Wild, The Innocent and the E Street Shuffle”, “Born to Run”, “Darkness On the Edge of Town”, “The River” y “Nebraska”. Algunos de ellos son discos interesantes, otros son excesivos, algunos pocos son extraordinarios.
Lo automático sería asociar “Born in the U.S.A.” con “Born to Run”, y no sólo por la similitud entre ambos títulos, sino porque ambos tienen una portada icónica, y están repletos de canciones que se convirtieron en algo parecido a himnos dentro del catálogo del 'Boss'.
Pero hay similitudes menos aparentes. “Born to Run” es un disco lleno de juventud y de optimismo. En cada una de sus canciones se percibe una apertura jubilosa y anhelante al futuro y a la aventura. A pesar de estar enmarcado en ritmos sólidos y ganchos melódicos, “Born in the U.S.A.” no es un disco jubiloso ni optimista. Ni por asomo.
Hagamos un poco de historia. Muchas de las canciones de “Born in the U.S.A.” empezaron a escribirse cuando Springsteen todavía estaba insertado en la modalidad emocional de “Nebraska”, el disco que lo precedió, una placa sombría y depresiva que grabó acompañado únicamente de su guitarra acústica.
Los temas de muerte, decepción y en especial de volverse mayor sin haber logrado lo que uno quería de la vida son los que pueblan “Nebraska”, pero también están en “Born in the U.S.A.”. La única diferencia está en el tratamiento musical que Springsteen les ha dado en ambos discos.
Después de “Nebraska” hubiera sido fácil hacer otro disco en tonos menores, con la fragilidad instrumental y vocal que lo caracteriza. Pero con “Born in the U.S.A.” Springsteen hizo todo lo contrario: tomó un puñado de canciones con la misma temática de “Nebraska” y llamó a la E Street Band para llenarlas de ritmos radiables, sintetizadores pop y coros para ser cantados por multitudes en estadios.
Gracias a esta estrategia musical, Springsteen pudo llevar el mundo de obreros, veteranos de guerra y vecindarios empobrecidos que ya había bosquejado en “Nebraska” al nivel masivo y mitológico de “Born in the U.S.A.”.
De hecho, las canciones de este disco -que hoy celebra 30 años de vida- hicieron que cada pequeña historia en cada pequeña casa en cada pequeño suburbio fueran entendidas como una nueva épica del hombre común. Y estas son historias que todavía hoy reclaman ser cantadas.
Por eso, 30 años después de ser lanzado, “Born in the U.S.A.” se sigue escuchando. Y está bien que así sea.
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