Chicago, 7 de diciembre. No ha sido una noche habitual para The Lyric Opera. Es la primera vez en casi 10 años que estrena una ópera. Y para una ciudad cuyo esplendor ha quedado atrás, la ópera es la joya a la que se aferra con más cuidado. El teatro, con capacidad para más de 3.000 personas, está abarrotado. El entusiasmo, los nervios, la emoción y la curiosidad se dejan sentir desde el ingreso. El título de esta nueva producción es “Bel Canto” y su autor es el compositor peruano Jimmy López. El argumento se basa en la toma de rehenes en la embajada japonesa en el Perú. Pero no es un relato histórico o documental, sino más bien un cuadro de ficción sobre el espíritu humano y la música como arma de redención, como han enfatizado los productores.
Primer actoLa bandera del Perú ondea sobre el telón. “Bel Canto” se basa en la novela homónima de Ann Patchett publicada en el 2001, que sitúa la acción en la casa del vicepresidente del Perú, en donde se realiza una fiesta en honor a un rico empresario japonés. La gran sorpresa de la velada es la presencia de Roxane Coss, una famosa cantante muy admirada por el invitado de honor. Mientras la gran estrella de la ópera canta, 14 terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru toman por la fuerza la residencia y someten a los huéspedes durante 126 días.
En su novela, Patchett no mencionaba directamente que se trataba del Perú. Pero al recibir la tarea de escribir la partitura musical, Jimmy López planteó la necesidad de hacerlo y de identificar al movimiento terrorista. “Al aceptar este encargo, sentí una gran responsabilidad como peruano, de manera que me pareció importante y hasta necesario hacer más evidentes los vínculos entre la trama y los hechos reales”, nos contó López en una conversación previa. “Decimos claramente que todo sucede en el Perú y aunque los nombres de los personajes son los de la novela, el nombre del grupo terrorista lo citamos con todas sus letras: MRTA”.
El primer acto le pertenece a Roxane, interpretada por la soprano australiana Danielle de Niese. “Estoy fascinada con la música de Jimmy”, me dijo en una de las sesiones de trabajo en Nueva York. “Todos participamos con nuestras ideas y siento que es un gran trabajo en conjunto”. Y así luce “Bel Canto” sobre el escenario, como una unión de talentos que abarca al compositor peruano, al dramaturgo cubano Nilo Cruz, la dirección teatral del norteamericano Kevin Newbury y, por supuesto, la conducción musical del maestro sir Andrew Davis. Y detrás de ellos, el apoyo constante de Renée Fleming, gran figura de la ópera que esta vez ha sido curadora del proyecto.
A medida que la acción transcurre, en medio del impresionante escenario diseñado por David Korins nos sentimos tocados por una serie de emociones. Es cierto que la gran mayoría del público reunido esta noche sabe poco de lo ocurrido en el Perú; sin embargo, el cuadro de violencia que se desata sobre el escenario no puede pasar desapercibido para nadie porque toca notas muy humanas. “Leí la novela hace mucho tiempo”, me dijo Nilo Cruz, libretista de “Bel Canto” y ganador del Premio Pulitzer. “Pero después del 11 de setiembre nuestra percepción sobre el terrorismo cambió radicalmente. Decidimos con Jimmy enfocarnos de una manera seria sobre el tema y presentar a sus protagonistas atrapados dentro de un cuadro de violencia irracional”.
Como peruano es extraño ver sobre el escenario una situación tan cercana como la que nos tocó vivir en los años 90. Pero la ópera se enfoca en dos aspectos que no podemos dejar de tomar en cuenta: vivimos en una sociedad dividida y recurrimos a la violencia para remediar nuestros problemas.
Segundo actoLa bandera del MRTA ondea sobre el telón. Han pasado los días y la situación es insostenible. La angustia ha dado paso a la anarquía y el abuso de los captores es la regla diaria. Pero al cuadro de tensión se sucede una serie de escenas en las que, animados por Roxane, algunos personajes de ambos bandos van descubriendo en la música una posibilidad de redención. Entonces la partitura de López alcanza momentos de enorme impacto con arias interpretadas en español, japonés, inglés, ruso y otros idiomas. Especialmente emocionante es el aria en quechua dedicada a Santa Rosa de Lima e interpretada por J’nai Bridges. Unos días atrás no ocultó su decepción cuando me preguntó si hablaba quechua. “Es uno de los idiomas más expresivos con el que he cantado nunca”, me contó tras el ensayo.
A estas alturas de la representación es claro hacia dónde va el sentido de “Bel Canto”. “Queríamos celebrar el poder de la música”, indicó Cruz. “La música trasciende nuestras diferencias. A través del arte se puede crear un tipo de utopía, crear puentes de integración y afirmar nuestra humanidad”. En un conversatorio que se desarrolló tras el estreno, sir Andrew Davis amplió esta idea: “Y no solo la música. El poder de la ópera va más allá. Tiene canto, orquestación, drama. Mucha emoción que nos toca de diferente manera. Y al igual que la música, tiene el poder de transformar vidas. Ojalá que esta ópera haya transformado la vida de alguien”.
Por supuesto, la alegoría de la ópera se acaba. Y acaba violentamente. Porque la violencia engendra violencia, y la paz no comienza cuando la guerra termina. La paz solo se consigue con el entendimiento entre los hombres para poder convivir juntos. Algo que en estos momentos, dada la coyuntura mundial, parece inalcanzable. Ya desde el comienzo, The Lyric Opera hizo el aviso oficial de que habría violencia sobre el escenario. Es más, se incluyó en el programa una carta firmada por Anthony Freud, director de la compañía. “Creo que la ópera es un arte relevante y no debe ser tímida en el momento de tratar con temas perturbadores de estos tiempos”, explicó.
Desde luego, el tema de “Bel Canto” puede crear polémicas. “Todavía no podemos hablar de ello”, afirmó el director Kevin Newbury. “Ustedes son los primeros en verla. Lo sabremos con los días”.Como es de esperarse y en la tradición de las grandes óperas, el final es trágico. La toma de la residencia termina. Sola sobre el escenario, Roxane desaparece en la oscuridad, mientras el escenario de la residencia parece desplomarse. Sir Andrew Davis pone punto final a la música y el público estalla en una ovación inmediata. Todos, de pie, celebran al elenco y al equipo creador. El entusiasmo es único.
Poco después, Jimmy López se dirigió a la audiencia para decir: “No estoy en mi estado mental habitual. Porque esta es una noche que nunca olvidaré”.