Daniel Müller-Schott irrumpió en la escena mundial de la música clásica a los 15 años, cuando ganó el primer premio del Concurso Internacional Tchaikovsky para jóvenes músicos, celebrado en Moscú en 1992. A los 23 lanzaba su primer álbum, dedicado a una de las creaciones más complejas del repertorio: las suites para chelo solo de Johann Sebastian Bach. Quince años más tarde, y luego de una trayectoria que incluye colaboraciones con las principales orquestas del mundo y laureadas grabaciones para los sellos Orfeo, Deutsche Grammophon, Hyperion, Pentatone y EMI Classics, este músico alemán de impecable técnica e intensa personalidad no ha dejado de entusiasmar al público y a la crítica por igual.
Gracias a la Sociedad Filarmónica de Lima, Müller-Schott llegará a nuestro país por primera vez para ofrecer, el 24 de noviembre, un recital de cámara en el que interpretará las suites N° 2 y 3 de Bach, así como la primera suite para chelo solo del compositor británico Benjamin Britten.
Tuviste el privilegio de estudiar con algunos de los grandes chelistas del siglo XX: Heinrich Schiff, Steven Isserlis y Mstislav Rostrópovich. ¿Cómo te cambió esa experiencia? Como dices, fue un privilegio maravilloso haber podido estudiar con músicos tan grandes, pero sobre todo con personalidades tan distintas. El evento que me abrió las puertas para tener estas experiencias fue el Concurso Internacional Tchaikovsky para jóvenes músicos. La violinista Anne-Sophie Mutter estaba en la audiencia y luego de escucharme tocar decidió apoyarme a través de su fundación. Mi encuentro con Rostrópovich ocurrió, de hecho, gracias a una idea suya. Fue tremendamente inspirador. Aún sigo aprendiendo de las lecciones que tuve con él, especialmente cuando interpreto piezas relacionadas con su trabajo. Hace poco, por ejemplo, toqué en Leipzig la “Sinfonía Concertante” de Prokófiev, que es una de las obras con las que ‘Slava’ [Rostropóvich] estuvo muy ligado durante el proceso de composición. Él me habló de cómo Prokófiev lo había invitado a sugerirle algunas modificaciones, específicamente en la cadenza del segundo movimiento. ‘Slava’ se sintió muy honrado, pero también un poco nervioso. Me enseñó los pasajes en cuestión y me habló de las ideas y las imágenes que habían surgido en esas sesiones, el ir y venir de las propuestas y los cambios introducidos en base a esa dinámica. ‘Slava’ adoraba a Prokófiev y eso se sentía en las lecciones que impartía.
En Lima interpretarás dos de las suites de J. S. Bach. Si no me equivoco, fueron las primeras obras que grabaste.Sí, son las primeras obras que grabé en CD cuando tenía 23 años. Fue todo un reto, pero sentía que para mi debut discográfico debía escoger el repertorio que había estudiado más de cerca, y la verdad es que toco estas suites desde los seis años. Nunca he dejado de estudiarlas: me remito constantemente a los diversos manuscritos y eso me ayuda a experimentar con la forma de usar el arco, los fraseos, la articulación. Una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido fue tocar estas obras para Nikolaus Harnoncourt: dado que él mismo es chelista, tenía muchísimos consejos que darme. Entonces sí, se puede decir que a través de los años he analizado a fondo estas partituras tratando de encontrar mi propia voz en la música.
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El chelista alemán interpretará en Lima dos de las suites de Johann Sebastian Bach. Estas son las primeras obras que grabó en disco, cuando tenía 23 años. (Foto: Sociedad Filarmónica de Lima)
¿Cuáles son los principales retos de estas suites?La música de Bach es universal: es antigua y nueva a la vez, y cada nota está cargada de significado. Creo que la principal dificultad es encontrar el balance adecuado para lograr transmitir ese significado y que la música brille al mismo tiempo. Pero es un viaje que dura toda una vida: un día sientes que has encontrado algo y al día siguiente lo cuestionas. Esta es una de las características de las obras maestras: que las puedes ver bajo luces totalmente distintas y conseguir resultados convincentes en cada caso.
¿Qué nexos ves entre las suites de Bach y las de Britten?Pues me parece que la idea de Britten era componer equivalentes modernos de las suites de Bach. Hay muchos nexos, incluso citas. Pero lo cierto es que sus suites también están llenas de innovaciones. Britten creó nuevas técnicas, como en la primera suite, cuando el chelo tiene que imitar a una guitarra. Curiosamente, en el penúltimo movimiento, “Bordone”, regresa un sonido barroco. Por eso me parece tan interesante escuchar ambos ciclos juntos.
¿Qué proyectos tienes pendientes? Acabo de grabar dos álbumes que serán lanzados próximamente. Uno de ellos con mi amiga Julia Fischer, una de mis violinistas preferidas. Hemos grabado dúos de Kodály, Ravel, Schulhoff y Handel-Halvorsen. El otro proyecto que acabo de terminar es un disco de conciertos para flauta y violín que yo mismo he arreglado para chelo. Ambos discos deberían aparecer a inicios del próximo año.
MÁS INFORMACIÓNEl concierto se realizará en el auditorio Santa Úrsula (Av. Santo Toribio 150, San Isidro) el martes 24 de noviembre a las 8 p.m. En Teleticket.