La editorial le pidió el libro para el 2011. Juan Morris se negó. Él quería tomarse el tiempo necesario para realizar un trabajo exhaustivo. Hasta que el periodista argentino y secretario de redacción de la revista “Rolling Stone Argentina” entregó a mediados del 2015 la versión final de “Cerati. La biografía”, que acaba de llegar al Perú.
Como la mayoría de las obras que evitan caer en la somnífera cordialidad de las versiones oficiales, el libro generó incomodidad. En Twitter, Benito, el hijo de Cerati, discutió su veracidad. Morris prefirió que su trabajo hable por él y no polemizar.
El nivel de acopio de fuentes del libro es destacable. La reconstrucción de los sucesos en Venezuela antes de que Cerati entre en coma debido a un accidente cerebrovascular produce angustia por la cantidad de detalles (cuando el músico se puso mal, lo llevaron a un centro de salud al que se le había ido la luz y tuvieron que trasladarlo a otra clínica).
El libro también es un intento por entender a Cerati, por lo que Morris optó por rastrear sus miedos e inseguridades, sus notables búsquedas artísticas que no eran comprendidas por todos y que lo alejaron de sus compañeros de Soda Stereo, sus excesos, la vida poco sana que llevaba a pesar de la trombosis que padeció o los vaivenes de su vida sentimental que influyeron a su obra y canciones.
En esas últimas horas con Cerati aún consciente en Caracas, ¿se pudo hacer algo más? Todos los neurólogos con los que hablé fueron muy cautos a la hora de responderme esa pregunta y me dijeron que es imposible saber si se podría haber evitado el daño neurológico que sufrió aunque se lo hubieran diagnosticado antes. Sí, es cierto que Gustavo pasó la noche del sábado 15 de mayo del 2010 y todo el domingo 16 sin un diagnóstico. A sus amigos con los que hablé sí les quedó la duda y todavía hoy se preguntan si, en caso de haber sido diagnosticado antes, Gustavo se podría haber salvado. Muchos creen que sí.
¿Hasta qué punto la vida de Cerati se refleja en su obra?Creo que está bastante presente. Todos sabemos que “Té para tres” es una escena familiar de cuando los resultados médicos del padre salieron mal [el padre de Cerati falleció de un cáncer al pulmón]. “Amor amarillo” es un disco sobre la concepción de su hijo Benito. ¿Hay algo más íntimo que eso? “Crimen” es el réquiem de su relación con Deborah de Corral. Él se mostraba muy discreto, pero creo que expuso bastante su vida en las canciones, solo que de una forma que no estaba tan a la vista.
Cerati no tenía tabúes con temas relacionados con las drogas o el sexo, aunque protegía mucho su intimidad. ¿Hasta qué punto era conveniente exponer algunos aspectos de su vida íntima?Durante la escritura uno intenta llegar al punto de poder entender qué sentía, si creía en Dios, qué cosas lo obsesionaban, cuáles eran sus miedos, sus pasiones, sus debilidades y cómo todo eso de alguna forma definió su vida. Para mí no había límites a la hora de intentar comprender quién era Gustavo Cerati. El problema no era qué contar y qué no, sino cómo contar las cosas. Esta biografía es una reconstrucción de su vida en todas las dimensiones posibles.
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El periodista Juan Morris habla del libro “Cerati. La biografía”. (Fuente: Vimeo)
¿Cómo encaraste este trabajo?Un libro así requiere desplegar dentro del relato todos los planos que se conjugan simultáneamente: sus emociones, su evolución artística o el contexto artístico, político y social. En el libro está el abuelo que llegó desde Italia después de la Segunda Guerra Mundial, la historia de amor entre sus padres y su nacimiento. Está el chico que nace en una familia de clase media baja de Barracas bajo la influencia de la movilidad social ascendente que había dejado el primer peronismo, la infancia en un colegio parroquial de Villa Ortúzar leyendo historias de ovnis, el adolescente que escucha con fascinación a Pescado Rabioso y al que un día su padre le regala una guitarra eléctrica, el joven que estudia publicidad mientras ensaya con dos amigos arriba de un garaje imitando a The Police. También está el rockero de peinados espumosos y que con sus canciones desata una fiebre que pronto se extiende por el resto de Latinoamérica. Está el artista que en “Canción animal” se pone a la altura de leyendas como Luis Alberto Spinetta y Charly García. Están el padre de familia, el hijo, el hermano, el amigo, el hombre guiado por sus deseos y obsesiones, el músico que vive la fantasía rockera de giras, fanáticas y juventud eterna. Están el accidente cerebrovascular en Venezuela y los años en coma.
¿Qué aspectos de la vida de Cerati le sorprendieron?Me atrajo su perfeccionismo. Parte de su talento era el enorme superyó que lo empujaba, una mezcla poderosa de pasión, obsesión y talento que lo llevaba lejos. Una vez, uno de los técnicos que trabajaban con él en el estudio Unísono me dijo: “Era un profesional salvaje, en el estudio no tenía amarras”. Me pareció una definición muy ajustada. Porque, además, era ultraprofesional. Su padre había pasado de vivir en una pensión a convertirse en ejecutivo de la petrolera Esso a base de esfuerzo y trabajo, y Gustavo hizo lo mismo. Nadie a su alrededor trabajaba más que él. Y nunca dejó de evolucionar. El final de Soda Stereo podría haber sido el comienzo del resto de su vida y, sin embargo, fue el comienzo de una búsqueda interesantísima.
¿Cuán importante fue la compañía de Daniel Melero en los procesos creativos de Cerati? Melero fue clave en el crecimiento artístico de Gustavo. En la época de “Canción animal”, en la que Gustavo estaba rompiendo sus estructuras, profundizando dentro suyo y encontrándose plenamente como artista, la cercanía de Melero, un artista sin estructuras, le resultó estimulante y le inspiró en su búsqueda. La cercanía de Melero fue una etapa artística virtuosa y está reflejada en los discos “Canción animal”, “Colores santos” y “Dynamo”.
¿De qué manera Melero generó celos en Zeta y Charly Alberti?En esa época, el trío que más inspiraba a Gustavo era el que había formado con su novia Paola Antonucci y Melero. Esto obviamente trajo celos de Zeta y Charly. Pero más que una causa de distanciamiento, fue un síntoma de que había algo que Gustavo ya no encontraba en Soda Stereo.
¿Cuál es la etapa creativa de Cerati que más le llama la atención?Me gusta mucho la etapa de hechizo amoroso en Chile, dejando todo para irse a vivir con Cecilia Amenábar en Santiago, viviendo los dos en un departamentito de Providencia y él engendrando el disco “Amor amarillo” en el living por las noches, mientras en la panza de Cecilia crecía el fruto de ese amor. Y están los viajes por el interior de Chile, esa especie de temporada en las nubes que pasó.
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“Cerati. La biografía”Autor: Juan Morris Editorial: SudamericanaNacionalidad: argentinaNúmero de páginas: 312
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