Aunque nunca vivió en la casa de Magdalena que hoy habita la mayor de sus hijas, la presencia de Arturo ‘Zambo’ Cavero es una constante en cada rincón. Un cuadro enorme con su imponente figura es el preámbulo a una serie de recuerdos que guardan las docenas de fotos que Moraima atesora. Colgado en la pared, un collage de los momentos familiares más felices le rinden tributo al padre tierno y juguetón que el criollo siempre fue. A un lado de la sala descansan los dos cajones que solía utilizar en sus presentaciones.
Cuenta Moraima que de las tres hermanas, fue ella la que más solía discutir con él. “Si mi papá decía morado yo decía anaranjado”. Fue quizás ese contraste -no conflicto, aclara- lo que la llevó a fundar la Asociación Cultural que lleva el nombre del artista. Su afán por difundir el vital aporte de su progenitor a la música peruana ha dado vida a “Zambo”, un espectáculo con imágenes inéditas y más de 40 artistas en escena como homenaje a lo mejor del arte afroperuano de Cavero. Sobre este evento, los próximos planes culturales de la asociación y la estrecha relación con su padre, versa esta entrevista.
¿Cuándo decides rescatar el legado de tu padre?
Fue luego de un año de su muerte, un poco más. La Asociación Cultural Zambo Cavero se fundó en el 2011. Tuvimos una pausa larga, pero lo concreto ahora es rendirle un homenaje a mi padre. No solamente a él en realidad, sino también al público. Creo que el show que se hará en estos días es una linda oportunidad de agradecerles a todos por tanto cariño.
Además de lo musical, ¿qué otros aspectos de la vida del ‘Zambo’ destaca la asociación?
Vamos a abordar la parte educativa. Es importantísimo para nosotros porque él era educador. Estamos preparando una trilogía de cuentos escritas por Mario Sifuentes.
¿Una biografía dirigida a los niños?
Basada en la vida de mi padre. Es el ‘Zambito’ a los 12 años descubriendo los instrumentos musicales peruanos. Se va publicar en español e inglés.
Danos algunos detalles.
El primer cuento gira en torno a tres ejes: Zaña- reconocido por la Unesco como Sitio de la memoria de la Esclavitud y la Herencia Cultural Africana-; el checo o chacombo, que es una calabaza que se percute; y el propio ‘Zambo’. Para mí estos son los tres elementos afrodescendientes más potentes. De allí comenzamos una ruta para que el ‘Zambito’ pueda ir descubriendo los sonidos del Perú.
¿Hay alguna fecha tentativa de publicación?
Se presentará en la Feria del Libro del 2020. Ya está todo listo, hasta la traducción. Solo falta imprimir.
¿Tienes algunas otras actividades en mente?
Me hace mucha ilusión lanzar laboratorio Zambo. Es como una incubadora y aceleradora de proyector culturales. Queremos convocar a las personas que tengan en mente alguna expresión artística, validarlas y darle todas las posibilidades y herramientas para que ese proyecto cultural se convierta en algo sólido. Las convocatorias se iniciarán durante el primer trimestre del próximo año, pero ya tengo una lista enorme.
Hablemos del show del 20 de noviembre. Llega a 10 años de la muerte de tu padre…
Mira, todo empieza el año pasado cuando me acerco a Mario Sifuentes con la intención de poder consolidar los cuentos que te comenté. Él como fan del ‘Zambo’ me dice “oye, tu papá necesita jarana, show. ¿Has considerado algo de esto”. La verdad, sí había pensado en hacer un espectáculo, pero llevarlo a cabo se me hacía confuso.
¿Qué te confundía?
Cómo celebrar sin mi viejo. Luego comprendí que su legado está en muchas partes. Luego de mi conversación con Mario pasa inmediatamente lo del Mundial de Rusia y cuando vi cómo se exacerbaron la muestras de cariños al ‘Zambo’ me di cuenta que su presencia era, a pesar de que no está físicamente, una constante en estos diez años. Que las personas nunca dejaron de escucharlo. Y me dije sí, celebramos.
Este 29 de noviembre tu padre hubiera cumplido 79 años. ¿Cómo vivía él esta fecha?
Los cumpleaños del ‘Zambo’ se celebraban tres días: la serenata, la fecha del nacimiento y el día siguiente cuando todos resucitaban, la jorobita. El 20 vamos a hacer lo mismo. Vamos a concentrar esos tres días de jolgorio en el espectáculo. Los artistas,bajo la dirección de Fernando Zevallos, han sido convocados bajo esta premisa: ¿qué es lo que cantarías si el ‘Zambo’ estuviera sentado en la sala de tu casa? Estarán los Ballumbrosio, AfroPerú que reúne a los Santa Cruz, los Valiente y los Campos. Entre los músicos serán infaltables Lucy y Óscar Avilés hijo y Victoria Villalobos.
¿Dónde hallaste las imágenes inéditas que se proyectarán en ‘Zambo’?
Son del cineasta Donald Wilson, quien está haciendo un documental para Don Óscar. En una ocasión decidió reunirlo con mi padre luego de una semana de no verse. Lo que sale es delicioso, magistral. Es una grabación del año 2004 ó 2005. Recién las he visto este año. Hay una interpretación de ‘Olga’ en un espacio súper íntimo. Ellos fueron dos seres destinados a encontrarse.
¿Cómo describirías la relación con tu padre?
Cuando lo recuerdo, sonrío. Creo que de sus hijas la que más ha discutido con él soy yo. Por cosas que no entiendes cuando estas chica. Por ejemplo, el hecho de que salía tanto de viaje.
Pero era parte de su trabajo…
Con el tiempo lo entendí. Pero a pesar de todo fue un padre muy presente en todo aspecto. Recuerdo que no iba a las actuaciones del colegio. Yo asumo que era para no quitarnos protagonismo. Pero cuando volvíamos del colegio siempre había un agasajo, un lugar bonito para almorzar, como para tratar de sopesar la situación.
¿Esa relación de cierto contraste con tu padre es lo que te impulsó a crear la asociación cultural?
Puede ser. Yo estuve muy unida a él. Recuerdo haberme sentado a su lado y haber indagado en el ser humano que él era. Le he preguntado tantas cosas. Aún estoy descubriendo al ‘Zambo’. Hay tantos testimonios.
¿Alguno que recuerdes?
Fui a una reunión y un señor se me acercó y me dijo “mi hija se llama Moraima por tu culpa”. Yo no lo conocía, pero me contó que cuando el ‘Zambo’ era joven iba a su barrio a jugar carnaval. Y yo no pude evitar imaginar a mi viejo con un balde lleno de agua correteando a sus amigos. Esas pequeñas cositas me enriquecen.
¿Era un padre engreidor?
Mi papá era una persona que no precisamente impartía disciplina. El tiempo juntos era corto. Por el estudio, el trabajo o por otros motivos. Cuando nosotras nos íbamos al colegio él estaba dormido porque volvía de madrugada de sus conciertos. Entonces, esos momentos juntos los disfrutábamos, jugábamos, nos hacíamos bromas, compartíamos información. Él era una persona que leía mucho y siempre tenía un tema para tocar en la mesa. Siempre ligado a los intereses de sus tres hijas.
Cuéntanos sobre alguna actividad que disfrutaban juntos.
Ir a comer comida china. Cada vez que nos llevaba era una experiencia nueva. Él vivió mucho tiempo en Mesa Redonda así que conocía muy bien esta comida. Se sabía todos los platos. Le gustaba mucho darnos de comer en la boca, para que probemos los diferentes platillos.
Alguna de tus hermanas se ha inclinado por el arte?
Ninguna. Zorka es educadora como él. Elena es periodista. Ellas han tomado ese lado de la lectura, la investigación que tanto le gustaba a mi padre. Yo soy administradora.
Aparte de leer mucho. ¿Tu padre tenía algún otro pasatiempo?
Hacer crucigramas. Él compraba todos los periódicos de Lima solo para hacerlos. En casa siempre había rumas de periódicos. “Oye, no te lleves ese porque no lo he terminado”, nos decía. Tenía muy buena memoria.
Más información
Lugar: Gran Teatro Nacional. Dirección: Av. Javier Prado Este 2225, San Borja. Fecha: 20 de noviembre, 8 p.m. Entradas: Teleticket.