Luego del esperadísimo encuentro de Perú ante Dinamarca en su debut en el Mundial este sábado, otra cita más melódica espera ese mismo día por la noche. En el espectáculo “Y me doy el gusto”, Cecilia Bracamonte se presentará junto a una big band en La Estación de Barranco para interpretar, entre muchas otras, una añeja composición de Augusto Polo Campos. Titulada “El grito”, la canción fue compuesta, según narra Bracamonte, para ser cantada cuando Perú llegue al Mundial. Con el pasar de las décadas, el tema fue siendo interpretado por diversos artistas, pero ahora ha llegado el momento para el que nació.
—Has dicho que la gente tiene la idea de que lo criollo es la borrachera, la juerga, la peña, y que el criollismo se trata de otra cosa. ¿De qué se trata?El criollismo es una música rica, fina, con mucha letra, con acordes que se disfrutan. Eso es mi música. Mi música es elegante. Elegancia desde que escoges tu repertorio, desde que te cuidas físicamente, desde cómo quieres lucir. A mí no se me ocurre salir a la calle desarreglada. No es que me sienta la artista todo el tiempo, pero hay una imagen, y yo la cuido.
—¿Es una carga pesada?No, es como tiene que ser, es como yo he asumido que tiene que ser desde que comencé a cantar.
—¿No es difícil tratar de seguir viéndose joven a los 70 años?No los tengo. No los tengo todavía. Lo que sucede es que de repente yo tengo la edad que tengo, pero no siento que tenga esa edad.
—¿Y qué edad sientes que tienes?¡No sé! De la edad que la gente me vea. Yo me siento vital, ágil.
—Quizá la pregunta sea entonces: ¿no tenemos derecho a envejecer?Seguro, seguro, y seguro será con el tiempo; pero ahorita no creo que sea mi tiempo, o sea, comenzarán a salir las arrugas, pero mi cabeza funciona de otra manera.
—Veía precisamente un documental sobre Edith Barr y el Alzheimer…Es doloroso eso.
—¿Cuál dirías que, en tu caso, es tu gran temor?Uno podría tener esa enfermedad, porque uno no sabe cómo va a terminar sus días. Y el Parkinson. Esas enfermedades irreversibles. Creo que si comenzara con los síntomas de algunas de esas enfermedades, y yo he pasado por el cáncer dos veces, si yo sintiera eso, yo quisiera desaparecer. Yo quiero dejar en el escenario la imagen de la Cecilia vital, de la Cecilia que puede responderle a alguien que le dice algo bonito, algo en doble sentido o algo feo, el poder tener la rapidez de reaccionar. Si yo no tengo eso, me tendría que retirar de los escenarios.
—Esta canción que estás presentando es de Polo Campos. Recuerdo una frase tuya sobre él: que Polo era de todas y de ninguna a la vez.¡Así es! Augusto tenía una enorme predilección por las mujeres. Él fue un hombre libre, libre, y así tenía que ser... No sé las demás, pero en mi caso yo pensaba que iba a ser para toda la vida. A Augusto le gustaban las chicas-chicas y yo no tenía experiencia. Él fue mi primer hombre, padre de mi hija, y yo dije: “Este es un matrimonio”. Yo no me casé con Augusto, pero hicimos una vida de matrimonio, teníamos una casa linda. No sé la vida que él ha tenido con otras, pero conmigo fue una cosa seria.
—En la canción que estás presentando, la letra dice: “La patria no es un partido”.“La patria no es un color, la patria no es un partido, la patria es el suelo querido, que te dio vida y amor”. La patria es de todos. El Perú es de todos. Y si lees bien la letra, es el Perú el que está hablando: “Quiero a todos mis hijos, a todos unidos”.
—¿Sientes esta patria tuya? ¿Cómo sientes que te ha tratado el Perú?Yo no me puedo quejar. Soy una profeta en mi tierra, aunque tenemos un país convulsionado, antagónico, pero tenemos la suerte ahora de estar yendo al Mundial, y mira lo que hace el fútbol: nos ha unido a todos.
—Es un país, sin embargo, en el que es difícil ser mujer.Es difícil, pero no imposible. Creo que conforme pasa el tiempo, las mujeres vamos empoderándonos. Si no nos empoderan, nos empoderamos nosotras mismas.
—¿Y cómo fue para ti crecer como artista en este país, respecto del acoso, digamos?Yo no he sufrido acoso. He tenido gente que me ha querido mucho, gente que ha insistido, pero de buena forma.
—¿Cómo describirías eso? Porque me pueden haber enamorado bonito, mandándome flores; no se han parado abajo a esperar que salga y a corretearme. Siempre he sentido un gran respeto por los hombres y mujeres que se han acercado a mí, sin faltar el respeto, sin esa insistencia de querer hablar conmigo, de querer salir conmigo, de querer estar conmigo. Si así hubiese sido, pues hace rato yo hubiese denunciado. A mí no me gustan los moscardones pesados. Soy buena gente, pero también sé poner las cosas en su lugar. Hay que ser fuerte.
—¿Cómo te hace sentir el caso que nos conmociona de Eyvi Ágreda? Me parece terrible, terrible.
—¿Cómo entender algo así?Me parece terrible la violencia que no para, por más que salgamos a las calles y a estas marchas; me parece tremendo que un tipo suba a un bus… y que declare lo que declara: “Yo le quería quemar la cara, pero el bus se movió”, y entonces la quemó toda. Esa gente no debe vivir.
—Estás a favor de la pena de muerte.Yo sí, claro que sí. Conforme vas viendo estas actitudes, te vas exacerbando.
—¿No nos animaliza más la pena de muerte?Probablemente, pero no sé, habrá que decidir por algo. Yo los fondearía. Si a mi hija le pasara una cosa como esta, yo no descansaría, te juro; si es que viera que la justicia no hace nada, algo haría yo y me desgraciaría, pero a mi hija no me la devolvería nadie.
—¿Cuáles dirías que son los cambios más dramáticos de la Lima de tu infancia a esta urbe infernal?Eso es. De una Lima pacífica, donde todos jugábamos en la calle, en la pista, jugábamos a la pega, a las escondidas, y lo que vas viendo, cuando te vas enterando de que ahora una chica de 12 años es como una de 20… El pensamiento es totalmente distinto. Nosotros a los 12 años pensábamos en jugar. Ahora, Dios mío…
—Son otros juegos.De amigos con derechos. A nosotros de chicas no nos hablaban de sexo, pero te decían: “Ya sabes, con tu amigo, del cuello para arriba; del cuello para abajo, nada”. Es lo único que me decían mis papás, pero ahora a las chicas tienes que meterles sus condones en la carterita. Es otro mundo. Es otra Lima. A mí me da pena. Me da pena que las chicas vayan matando etapas tan rápido, y sobre todo en un tiempo que dura poco, porque la adolescencia, la juventud es muy corta, y cuando lleguen a los 25 se van a sentir viejas y van a querer retroceder, pero ya no es posible.
—¿Y cómo son los besos de fuego de los que escribía Polo en “Regresa”, el vals que te dedicó?¡Los besos de fuego! Qué pena que no esté Augusto, porque él te contaría, él te contaría. Son besos acorde con tu temperamento.
—Eres una mujer fogosa, entonces.Sí, no me estoy haciendo publicidad, pero soy así.
—En alguna entrevista dijiste que estás en oferta.En oferta de dos por uno [la risa de Cecilia estalla]. No, estoy tranquila, enfocada en mi trabajo, porque estuve en silencio muchos años, y recomenzar mi carrera no ha sido fácil. Yo dejé de hacer temporadas, no grababa discos, y cuando quise retomar mi carrera, el mundo artístico ya funcionaba de otra manera: está Internet, tienes que tener mánager y un equipo que trabaje contigo. Es más exigente.
—¿Cuál fue el detonante de tu retorno?Son cosas que se comienzan a agolpar en tu mente, comienzas a pensar: “Yo canto, lo hago bien, es un don que Dios me ha dado, ¿por qué me lo niego?”.
—Quisiera mencionarte algunos nombres y que me digas lo primero que se te viene a la mente.A ver.
—Óscar Avilés.Maestro de maestros.
—Bartola.Una linda voz… una gran voz.—Polo Campos.Mi amor.—Lucía de la Cruz.Una loca maravillosa.—Lucha Reyes.Uf, extraordinaria. —Teófilo Cubillas.Un gran futbolista [y su risa estalla de nuevo].
—Te propuso matrimonio.Sí, en los setenta. Nos enamoramos, estuvimos dos años, y sí, me propuso, pero yo no estaba preparada. Cuando a Teo lo contratan para ir a Suiza, él me habla para irnos, pero era dejar todo para acompañarlo, y no. Porque lo mío es fuerte también: mi canto, mi don, mi música, mi gente.
—No ibas a vivir a la sombra de él, digamos.No, no, no voy a vivir nunca a la sombra de nadie. Dios sabe por qué hace las cosas, y me dio la fuerza de decir no. Y cuando uno dice no es no.
—¿Cómo queda en ti su recuerdo?Un tipazo, un hombre sencillo, lleno de detalles, querendón, muy protector.
—No te arrepientes.Para nada. No me arrepiento de nada. Soy una mujer que lo que ha vivido es lo que ha querido vivir.
—Has dicho que eres pelotera también.Claro, yo he jugado bastante fútbol. Me quisieron llevar a los calichines de la 'U' cuando estaba chica, y en la época de Teo nos íbamos a Huampaní a jugar, a dominar pelota, cabecitas, patadas.
—¿Era generoso contigo?¡Y yo también con él! Lo mantenía en forma.
MÁS INFORMACIÓNFecha y hora: 16 de junio, 10 p.m. Lugar: La Estación de Barranco (Av. Pedro de Osma 112 ). Entradas: Teleticket.