Lo que para muchos podría ser una desventaja es, en el caso de Kevin Johansen, su mejor aliado. Susurrada, raspada, relajante, impostada, llena de graves. Su voz y su acento porteño son hipnóticos.
No siempre se sintió cómodo con ella. Antes, ha confesado, idealizaba las más agudas, aquellas que permitían arreglos vocales y falsetes que se asemejaban al lenguaje de las ardillas. Injusticias de la naturaleza.Un breve repaso por YouTube da cuenta de esa época. A sus 20 años, Johansen era otro tipo. Como vocalista de Instrucción Cívica –banda que ha sido gratamente olvidada– vestía modernos kimonos, batidos ochenteros y sostenía una mirada cansada, tal vez de tantas armonías y de rimar “si tuvieras mi poder de fantasía, ya podría verte siendo mía”.
Hoy es otro el cantar. Así como otros músicos de su generación, él es un gurú de los hipsters y de las autodenominadas cumbiamberas intelectuales, estatus que logró gracias a sus look hippie y sus ganas de jugar con el lenguaje. De hecho, es conocido justamente por eso último: a partir de agregar o quitar letras, Johansen crea nuevas palabras. ‘Desgenerado’, ‘cansautor’, ‘profiesta’. Por supuesto, el lenguaje inclusivo también suele ser parte del show: de hecho, lo utilizó ayer en su presentación en Barranco Arena durante la canción “Cumbiera intelectual”.
Pero, aunque lo parezca, el cantautor estadounidense no es completamente inofensivo. Su mérito es, precisamente, su constante deseo de jugar. Lo logró con “Guacamole”, una canción tan innovadora que no habla de nada, que solo es un cúmulo de ideas y que es una de las favoritas de su público. Pronto, ha confesado, se vendrá otra novedad: “El elevador”, tema de reguetón junto a Visitante (Eduardo Cabra de Calle 13). Que siga la experimentación.
MÁS INFORMACIÓN DEL CONCIERTODía y hora: jueves 6 de diciembre, 10 p.m.Lugar: Barranco Bar