El vigor de los años mozos de Arctic Monkeys, cuando asaltaron la escena rock tras el primer lustro de siglo, quedó atenazado dentro del corsé “crooner” que lucen con su último disco, “Tranquility Base Hotel & Casino” (2018), durante el show que cerró este domingo el Lollapalooza Chile.
Vestido con chaqueta de solapa ancha y gafas de lentes ahumadas, y luciendo un tupé engominado, a Alex Turner, cantante y líder de los Arctic Monkeys, sólo le faltaban los pantalones de campana para lucir como un Elvis del siglo XXI.
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Tiene la voz para ello, la pose y la actitud, incluso se pasa una mano hacia atrás por encima del pelo mientras con la otra le canta al respetable, como un “crooner” treintañero que se siente ahora más cómodo recitándole a adultos sentado al piano que rascando la guitarra para hacer saltar a adolescentes.
El último álbum de los de Sheffield fue pergeñado en su totalidad por Turner aunque se remató con la participación del resto de miembros del grupo, el guitarrista Jamie Cook, el bajista Nick O'Malley y el batería Matt Helders.
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Las composiciones se encuentran mucho más cerca del proyecto en paralelo que Turner mantiene con Miles Kane, The Last Shadow Puppets, que del legado de Arctic Monkeys.
Dominan el piano, los sintetizadores antiguos y los arreglos de cuerda, y sobre todo se impone la interpretación vocal, definitivamente adulta, pero sin duda son las canciones menos festivaleras de toda su producción.
El concierto comenzó con “Do I Wanna Know?”, uno de los emblemas de su anterior álbum, “AM” (2013), un disco nocturno y sedoso, seguramente el más equilibrado de su carrera, con el que llegaron aún más lejos en popularidad y que hoy dominó el repertorio.
La canción de cierre también fue de “AM”, “R U Mine?”, con toda la masa de gente saltando e incluso con alguna bengala encendida.
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Entremedias no faltaron temas igualmente incendiarios como “Brianstorm” y “Teddy Picker”, o como ese karaoke multitudinario que acaba rompiendo en un estallido de guitarras que es “505”, todas su segundo disco, “Favourite Worst Nightmare” (2007).
Sonaron también los riffs de “Crying Lightning”, de Humbug (2009) y las imbatibles “I Bet You Look Good on the Dancefloor” y “Dancing Shoes”, de su álbum de debut, “Whatever People Say I Am, That's What I'm Not” (2006).
Tan sobrados van de repertorio de los Sheffield que se permiten el lujo de no sacar del baúl “When the Sun Goes Down” o “Mardy Bum”, también de su disco de 2006, cuando asaltaron la industria discográfica con uno de los álbumes de debut más aclamados en la historia del Reino Unido tras haber forjado una legión de seguidores, de boca a boca y de oído a oído, a través de la entonces popular red social MySpace.
La pegadiza “Cornerstone”, también de “Humbug”, situó a Turner en su salsa, micrófono en mano, luciendo dotes interpretativas, muy alejado del papel de muchacho tímido que juega en el videoclip de ese tema.
El alborozo que generaban sus clásicos encontraba su pausa en cada uno de los cinco temas que interpretaron de “Tranquility Base Hotel & Casino”, bellas canciones entonadas por un frontman que se gusta en su papel, que sabe bien como poner al público a saltar pero que ahora se encuentra imbuido en su papel de trovador.
Los nuevos temas son medios tiempos -cuando no lentos-, que fueron impecablemente ejecutados -como todo el recital- pero que resultaron un tanto anticlímax y desdibujaron el conjunto.
En la última jornada del festival actuó también el británico Sam Smith, con sus canciones de desamor y su suave voz, en un largo concierto en el que no olvidó ninguno de sus éxitos recientes, como “Promises”, ni los primeros que le llevaron a la fama, como “I'm not the only one” o “Stay with me”.
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También estuvo en los escenarios este domingo la estadounidense St. Vincent, una cantautora de este siglo que se mueve como pez en el agua entre el rock y el electropop. Canciones como “Sugarboy”, “Los Angeles” o “New York” dieron cuenta de ello.
La novena edición del Lollapalooza Chile, que reunió a unas 250.000 personas en tres días, abrió también sus puertas a un variado grupo de artistas latinoamericanos, como el argentino Vicentico, la chilena Mami Paloma o el colombiano Juanes.
El autor de “A dios le pido”, “La Camisa Negra” y “Es por ti” ofreció el domingo una larga actuación para el público chileno, que no se cansa de ver por sus tierras al consagrado artista.