Amplio, barbudo, con el cabello alborotado, la sonrisa fácil y una voz capaz de mover el eje del planeta tierra y alterar el vaivén del universo. Así puede decirse que la mayoría recuerda a Luciano Pavarotti, el tenor italiano fallecido a causa de un cáncer de páncreas un 6 de setiembre del 2007. Para ese entonces, ya era la voz lírica más famosa del mundo, gracias a una larga carrera o a sus numerosas colaboraciones con artistas provenientes de otros géneros musicales, sí, pero también por sus apariciones –junto a sus amigos Plácido Domingo y José Carreras- en 4 finales de la Copa del Mundo de Fútbol. Aunque unos pocos puristas lo criticaron por sacar al bel canto de su hábitat natural, la mayoría lo aplaudió, pues le dio un alcance mundial que no hubiera logrado de otro modo. Si bien los nombres de Caruso o María Callas tienen un lugar propio como leyendas, las nuevas generaciones sí conocieron a un Pavarotti de carne y hueso, un hombre rodeado de amigos, cercano y jovial, abierto a novedades musicales, pero que entonó, como ningún otro, composiciones como “Nessun Dorma”, “Una Furtiva Lágrima”, “O Sole Mío” o “La Donna e Mobile”. “La música es la mejor forma que tengo para hacer feliz a la gente. Yo canto para los eruditos y para los analfabetos”, llegó a decir el hombre nacido en Módena, un 12 de octubre de 1935.
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Por eso, hoy lo extrañan eruditos y analfabetos: tanto aquellos que, fascinados por su voz, no saben quizás su nombre, pero caen seducidos ante la belleza incontrastable de su canto, como los que, habiéndolo conocido y aplaudido, saben que no hay hoy otro hombre capaz de llenar estadios cantando arias. Para la lírica, el siglo XX comienza con Enrico Caruso y termina con Pavarotti de manera tan contundente como cuando el Siglo XIX se apagó con la muerte de Verdi. El pacto tácito e inmemorial sellado por estos dos colosos puede verse en las interpretaciones de arias y escenas de Aida, La Traviata, La Forza del Destino o Rigoletto: genio y garganta; pluma y pulmón, bellezas ambas al mismo tiempo.
-La voz a ti debida-Además de por su impecable trayectoria lírica –que incluyó conseguir un aplauso continuo de 67 minutos, el más largo de la historia hasta entonces, en el Palacio de la Ópera de Berlín en febrero de 1968-, Luciano Pavarotti también es recordado por ser generoso con su voz, compartiéndola con artistas de diversos géneros, sobre todo, con fines benéficos. Como vocero mundial de la ONG War Child, el tenor italiano inició el proyecto Pavarotti & Friends, con el que daría conciertos y grabaría canciones cuyos beneficios irían directamente a esa organización de apoyo a los niños víctimas de las guerras. El primero tuvo lugar en setiembre de 1992 y contó con la participación de Sting, Mike Oldfield, Brian May y Bob Geldof –factótum del también benéfico Live Aid-. El álbum producido superó el millón y medio de ventas alrededor del mundo. La última reunión tuvo lugar el 2003, Pavarotti & Friends for SOS Iraq, con la participación de artistas tan distintos como Bono, Eric Clapton, Deep Purple o Ricky Martin y Maná. Lograron recaudar más de 2 millones de euros. En ese lapso de tiempo, Pavarotti cantó en otros 8 eventos de caridad, junto a Bryan Adams, Andrea Bocelli, Dolores O`Riordan, Meat Loaf, Elton John, Sheryl Crow, Stevie Wonder, Jon Bon Jovi, B.B. King, Joe Cocker, Lou Reed o Caetano Veloso, aunque tuvo colaboraciones más inverosímiles, como las de Enrique Iglesias o las Spice Girls. Sin embargo, Pavarotti fue bastante claro cuando le respondió a sus críticos: “Algunos dicen que la palabra pop es una palabra despectiva para decir 'no importante', no lo acepto. Si la palabra ”clásica“ es la palabra para decir 'aburrido', no lo acepto. Solo hay buena y mala música”. Más que solo un gran cantante lírico, Pavarotti era un rockstar de la ópera.
Para él, además, había buen y mal fútbol: el bueno lo jugaba la Juventus, su equipo de toda la vida, y el “malo”, el de sus amigos José Carreras y Plácido Domingo, hinchas del Barcelona y el Real Madrid, respectivamente. Los hombres conocidos como “Los tres tenores” se hacían numerosas bromas –y apuestas- sobre el tema. Y también cuando España e Italia asistían a los mundiales. De hecho, cumplieron el sueño que podría tener cualquier hincha: asistir a cuatro finales. Si las clausuras de Italia 90, Estados Unidos 94, Francia 98 y Corea-Japón 2002 son más recordadas, es por la presencia de sus voces. “Pavarotti es un icono de nuestro país, uno de los pocos italianos conocidos en cualquier parte del mundo, un verdadero y auténtico grande”, dijo Gianluigi Buffon, entonces arquero titular de la Juventus y de la selección italiana, al conocer la noticia del fallecimiento del tenor. Curiosamente fue en la casa de la “Vecchia Signora”, en Turín, donde Pavarotti cantó por última vez, el 10 de febrero del 2006, con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Todos estos episodios, y algunos hasta ahora desconocidos, serán narrados a través de las arias que ha cantado en “Pavarotti”, el documental dirigido por Ron Howard –ganador del Oscar por “Una mente brillante”- que se estrena en Lima este jueves 12. En él aparecerán también personajes que tuvieron vínculos cercanos al artista en distintas etapas y facetas de su vida, como Lady D, Nelson Mandela, Kofi Annan, el director de orquesta Zubin Mehta, su viuda Nicoletta Mantovani, además de varios músicos y amigos suyos ya mencionados en este artículo. “La exuberante personalidad de Pavarotti brilla en casi todas las escenas. Su optimismo es contagioso, y su forma de ser un disfrute. Es un documental que ofrece muchos motivos para sonreír mientras lo vemos.”, ha dicho el crítico Ken Jaworowski, de The New York Times.
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12 años después del fallecimiento de Luciano Pavarotti, su presencia se siente fuerte aún y su trascendencia es innegable. “Algunos cantan ópera, Pavarotti era ópera”, escribió Bono, uno de sus más cercanos amigos, tras el adiós. Por su parte, su colega, el tenor francés Roberto Alagna fue también contundente: “Ser tenor es una religión y él era el Mesías, nos mostró el camino”.