RAFAEL VALDIZÁN (@rvalmat)
Sabemos de su trabajo desde hace más de veinte años, cuando integraba Rata Blanca, una de las bandas más importantes no solo de Argentina, sino de Hispanoamérica en general. Sus teclados sonaron por todo lo alto en discos como “Magos, espadas y rosas”, “Guerrero del arco iris” y “El camino del fuego”, entre otros. Además, formó Alianza junto con Adrián Barilari (cantante de Rata). Su nombre es Hugo Bistolfi y lleva unos años ya creando música por cuenta propia, lejos del metal pero ligado a él gracias a los sonidos épicos que sigue proponiendo, como parte de su oferta como solista: música new age (o world music, si quieren).
Un día llegó a nuestras manos un disco llamado “Machupicchu”. Y estaba firmado por Hugo Bistolfi. La curiosidad nos empujó a escucharlo al momento y a descubrir que se trataba de un trabajo majestuoso. Una obra conceptual formidable, basada en la propia vivencia del tecladista en Machu Picchu, que llevó lo andino a otros niveles (podía sonar new age y hasta progresivo, manteniendo la esencia de nuestra sierra mediante la incorporación de quenas, zampoñas, charangos).
Camino del Inca - Del álbum “Machupicchu” (2006)
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Anochecer en los Andes - Del álbum “Machupicchu” (2005)
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“Machupicchu” fue la llave para abrir más puertas. Descubrimos que antes había hecho la placa “Uritorco”, creada a partir de la experiencia de alcanzar la cumbre del cerro del mismo nombre, en la ciudad de Córdoba. Y luego “Viaje al cosmos” y “Valles y quebradas”, entre otras obras. Siempre con esa visión reivindicatoria de las culturas ancestrales.
Y es que los objetivos de Hugo Bistolfi son muy claros. Como nos dijo hace un par de años en una entrevista que le hicimos: “Mi sueño es unir toda América. Fusionar las culturas originarias de nuestro continente con lo sinfónico, con la energía del rock y las herramientas tecnológicas actuales”.
Ahora ha llegado el turno de “Las Líneas de Nasca”. Se trata de su décimo álbum como solista, que presenta una gran diversidad de sonidos, entre sintetizadores e instrumentos autóctonos y percusiones. Y de nuevo, una experiencia vivencial como disparador de la creatividad: la obra fue compuesta mientras Hugo caminaba y sobrevolaba Nasca.
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Como señala el notable músico argentino: “Con este trabajo, concreto un nuevo sueño hecho realidad en este rumbo que he tomado hace años, componer desde el corazón los sentimientos de mis pasos y mi alma por otro lugar enigmático de este planeta. En honor a aquellos dibujantes universales y a quienes hayan sido ofrendados estos dibujos en el espacio, dedico mi obra conceptual 'Líneas de Nasca'”.
Sin duda, una nueva travesía musical que bien vale la pena escuchar (y atesorar). Pero, sobre todo, agradecer. Sí, agradecer este auténtico gesto de hermanar pueblos latinoamericanos. La música (la cultura, en general) hace, pues, lo que la clase política suele dejar de hacer: ir más allá de la demagogia, la palabra fácil, y concretar la unión de nuestros países, en nombre de todas esas raíces que tenemos en común. Si hubiera más gente como Hugo Bistolfi, otra sería la realidad.