FRANCISCO MELGAR WONG
Digámoslo de una vez. Oasis es una banda sobrevalorada por sus fans, pero subvalorada por los críticos.
Es cierto que el grupo liderado por los hermanos Gallagher no se demoró mucho en acabar haciendo música autoindulgente, desangelada y aburrida. Pero también es cierto que sus dos primeros discos deberían tener una mención permanente entre los mejores álbumes de rock británico de los años 90.
Lamentablemente, cuando se trata de revisitar el rock británico de hace 20 años, la crítica especializada prefiere alabar las pretensiones artísticas de Radiohead o el sentimentalismo literario de Belle and Sebastian que apreciar la inmediata y efectiva sencillez alcoholizada y futbolera de “Definitely Maybe” y “(What's the Story) Morning Glory?”. Y es triste que así sea porque en ambos discos la buena música abunda.
Afortunadamente, acaba de lazarse una reedición de lujo de “Definitely Maybe” que vuelve a poner sobre la mesa la olvidada grandeza de este álbum.
La canción que abre el disco, “Rock 'N' Roll Star” es un llamado a no dejar que los buenos tiempos se acaben y a usar al rock como el vehículo para lograrlo. La canción retoma la tradición que los Kinks iniciaron con “Where Have All the Good Times Gone” pero le añade el filo glam que Bowie supo capitalizar en “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders Form Mars”. La voz de Liam Gallagher cierra el círculo de influencias logrando sonar al mismo tiempo como Lennon y Rotten, los dos Johns más icónicos del rock inglés.
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Con las necesarias y suficientes credenciales callejeras -obtenidas nada menos que en las esquinas menos favorecidas de la ciudad de Manchester- los hermanos Gallagher lograron traducir la sensibilidad del ladronzuelo sin futuro que encuentra en el rock la oportunidad de trascender los límites de su propia realidad.
Una vez convencidos de su talento, se aferraron a esa posibilidad sin importar si morían en el intento, como lo prueba “Live Forever”, la tercera canción del disco:
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En el video de esta canción, rodeado de los afiches de los más ilustres rockeros muertos, Liam Gallgher canta acerca de volar lejos de los jardines traseros donde uno se muere de frío (una fantasía que fue el motor de las mejores canciones de los Stones, Morrissey y Bowie). Y así, rodeado de las figuras de Marc Bolan, John Lennon y Jimi Hendrix, nos asegura que vivirá por siempre.
En todo caso, y aunque no todos los críticos lo reconozcan, este disco sí lo hará.