FRANCISCO MELGAR WONG
A mediados de los años setenta, los Ramones se convirtieron en una de las primeras bandas de música punk. Sus primeros cuatro álbumes, “Ramones” (1976), “Ramones Leave Home” (1977), “Rocket to Russia” (1977) y “Road to Ruin” (1978) resumen lo mejor de su discografía y son considerados piedras angulares de la música rock.
Todos están de acuerdo en que los Ramones son una de las bandas más importantes de todos los tiempos. ¿Por qué? Si nunca aprendieron a tocar más de tres acordes, si el ritmo es igual en todas sus canciones y sus letras no tienen nada parecido a lo que podemos llamar “valor literario”.
En estos tiempos en que se abren cada día más escuelas y facultades que buscan profesionalizar a los futuros músicos, volviéndolos virtuosos y versátiles en distintos instrumentos, puede sonar profundamente extraño afirmar que uno de los mayores legados musicales que la humanidad ha recibido haya sido forjado por cuatro jóvenes que no sabían tocar más de tres acordes y que probablemente no serían admitidos en ninguna escuela de música que se respete.
Pero es así. Y los Ramones deberían ser considerados grandes músicos justamente por eso.
Sí. Algunos pueden sorprenderse de que los Ramones nunca buscaran superar su aparente incapacidad musical, ni aprender nuevas escalas o posibilidades rítmicas para “mejorar” como instrumentistas y compositores y así justificar su estatus de músicos. Lo que ocurre es que los Ramones sabían que su originalidad no tenía precio. Que eran inimitables. Y que más valía ser originales e inimitables que convertirse en virtuosos o profesionales de la música.
Es justamente por esto que los Ramones son uno de los grupos más influyentes de nuestro tiempo. Al cantar sobre situaciones triviales y sentimientos comunes de la manera más directa posible lograron transmitir un sentimiento con el que miles se sintieron identificados. Y este sentimiento -basado en sólo tres acordes, un ritmo constante y situaciones triviales- les permitió crear un mundo. Un mundo simple, directo, lleno de emociones.
Un mundo al que cualquiera puede entrar cuando lo necesite.
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