Romeo Santos es probablemente el único artista que canta de espaldas al público y que aun así logra que este se derrita de la emoción. Puede parecer un suceso sin precedentes, pero la verdad no esconde mucha ciencia. Elvis movía la pelvis. Mick Jagger agitaba las caderas. Gene Simmons contorneaba su kilométrica lengua. Romeo Santos mueve el trasero.
La lista de músicos del párrafo anterior no ha sido elegida al azar ni por alguna motivación machista(1) : el público que asistió el jueves al concierto de Santos fue mayoritariamente femenino. Niñas que aparentaban quince abriles y otras que superaban los cinco calendarios. Fans de escazas ropas que perseguían a Yordy Reyna y aquellas que rajaban de la presencia de Reimond Manco. Las que bailaban con sus parejas de turno y las que preferían moverse sobre su propio eje y sostener un vaso de cerveza como llamando a ser cortejadas por los hombres de pelo en pecho que lucían sus más brillantes alhajas.
El libreto de Anthony Santos –nombre real del estadounidense que se apropió del personaje shakesperiano– tiene como protagonista a los amantes furtivos y como acción dramática la infidelidad asumida como el modus operandi de la vida. “¿Qué prefieren ser: el esposo o el amante?”, preguntó al público masculino del Estadio Nacional. Con sus gritos, las mujeres se robaron la respuesta. ¿Quién ha dicho que las limeñas son conservadoras?
Un beso regalado al aire. Quitarse el saco beige para mostrar su musculatura. Coger fuerte el micrófono dorado de más de 30 centímetros y sacudirlo en al aire. Susurrar un “Yo también te amo” mientras miraba fijamente a un punto en el mar de gente. Así fue que Romeo hizo vibrar a sus seguidoras.
No se puede decir que los hombres que asistieron a la función la pasaron mal. Por lo menos, no desde que empezó el show principal (antes se dio la tediosa presentación de un reguetonero peruano). Santos los hizo gritar, aplaudir y reír. Posiblemente porque él sabe que el público masculino va a sus conciertos por tres motivos principales (de menor a mayor, les gusta su música, están cortejando a una chica o resguardando, cual macho, a su pareja) y, para no aburrirlos, les da particular atención.
En un momento de la noche, el músico anunció que dos hombres interpretarían junto a él “Bella y sensual”, canción que canta junto a Daddy Yankee y Nicky Jam. “Algunos dicen que esto es planeado y que ya sabemos quiénes van a subir al escenario, pero no es así”, dijo el autodenominado 'chico de las poesías'. Y cumplió: un par de desafinados asistentes demostraron que están a la altura de dos grandes exponentes del género urbano. Gran mérito.
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Sin importar lo que sus detractores digan, Romeo Santos se siente orgulloso de sus letras. De hecho, el intérprete ha declarado que “más que un cantante” se considera “compositor”. Imposible no recordar “Obsesión”, la canción que lo llevó a la fama y que en Lima no faltó: “Para calmar mis ansias yo te quería llamar/ pero no tenía tu número /Y tu amiga ya me lo negó/ esa bonita mucho me ayudó/ y eso me trajo la solución”.
Aunque sus más afilados críticos siempre destaquen su impostada voz y su persistencia con las letras arjonianas (2), Santos es sin duda uno de los artistas más importantes del momento. El jueves defendió su música frente a miles de fanáticos y demostró que al pop solo le basta animar a mover el esqueleto.
(1) Son innegables los aportes de Madonna al show business.(2) El neologismo que alude al incomprendido cantautor guatemalteco es válido. Así como este le escribió a la menstruación, Santos creó una oda al pene. Julio Iglesias fue cómplice en “El amigo”.