Como en la vida, en la música todo da vueltas. A mediados de 1997, el guitarrista Martín Choy decidía dejar Los Mojarras. Lo secundaron dos integrantes más y el mánager. Ese remanente formó, tras unos meses de ensayo, La Sarita. Ahora, 20 años después, Choy se enfrenta a una delicada situación que terminará -según él mismo dice- con la disolución de aquella banda que él fundó. “Para mí, La Sarita ya murió”, confiesa con tristeza el músico.
Muchos sospechaban que había problemas con La Sarita desde hace unos años. Su último disco, “Tributo al Perú”, significó su regreso a los escenarios luego de un tiempo de para y una serie de especulaciones sobre el futuro de sus integrantes. Tras unos meses moviendo el álbum, en enero de este año, Choy decide retirarse del grupo desilusionado por una serie de descubrimientos que tienen que ver con el registro de derechos de autor de algunas canciones y con disputas por los derechos de marca del nombre La Sarita, como él mismo reveló en Facebook hace unos días.
Sin embargo, de acuerdo con Choy, los pleitos dentro de la agrupación comenzaron hace más de dos años. “En estos últimos tiempos yo estuve impulsando La Sarita mucho más, porque Julio [Pérez] entró a una obra de teatro e hizo un disco solista (...) Antes de eso estaba todo bien. Igual, el grupo tenía sus altas y bajas, pero siempre estuvimos ahí, yo nunca renuncié a empujar este triciclo ambulante”, sostiene.
Fue cuando La Sarita perdió alrededor de 8 contratos por problemas de agenda que la fricción entre Choy y Pérez recrudeció. “Organicé algunas actividades con fans para sopesar de alguna manera que no hayamos tocado en varios conciertos porque Julio no podía. Siempre tuve la idea de hacer una reunión íntima y mucha gente se apuntó. Cuando aviso a todo el grupo, todos estaban dispuestos a apoyarme, hasta que recibí la respuesta de Julio que me respondió con un 'no voy a poder' simple y cortante. Eso me desfiguró”, revela Choy.
El guitarrista revela que Julio Pérez llegó a poner un precio por tocar con La Sarita, condición que quedó registrada en correos electrónicos. “En ese momento llega una comunicación en la que él dice muy claro: 'si quieren seguir contando con mis servicios, cobro una cantidad en Lima y otra cantidad en provincias'. Prácticamente condicionando”. Aunque el argumento de Julio era válido, pues se estaba dedicando a proyectos que le podían dar más dinero que La Sarita, Martín Choy consideró que esa no era una actitud correcta: “Era como si estuviéramos tocando con un músico contratado. Me sentía muy decepcionado”.
Al intentar obtener la versión de Julio Pérez, él prefirió no pronunciarse respecto a los problemas que afronta La Sarita actualmente. Como se sabe, él continúa con el proyecto con nuevos integrantes, y adelanta que está preparando el nuevo disco del grupo. “Ahora no es el momento de hablar, cuando lo haga los interesados en el grupo sabrán la verdad sobre lo que era esa Sarita, por ahora que sigan despachándose a su gusto”, dijo escuetamente a El Comercio.
LA DISPUTA POR LAS CANCIONES Y EL NOMBRE
A pesar de que existen estos problemas entre integrantes, el origen del quiebre de una de las bandas más representativas y queridas del Perú puede rastrearse en el pasado. Hace 5 años Martín Choy fue a inscribirse a la Asociación Peruana de Autores y Compositores (Apdayc) y descubrió que no estaba registrado como co-compositor de cuatro canciones emblemáticas de La Sarita, a pesar de que en el álbum su nombre aparece como tal: “Guachimán”, “El burócrata”, “Nos quieren gobernar” y “Entre Dios y el diablo”, todas incluidas en el disco “Danza la raza” (2003). “Llamé a Julio a preguntarle qué pasó. Me dijo que en el disco yo solo aparecía como co-compositor como agradecimiento por haberlo ayudado a él a hacer sus canciones. Pero esa grabación no le costó nada a La Sarita, yo conseguí un estudio gratis. Julio y yo hicimos ese disco juntos durante todo un verano”, afirma Choy.
El cisma de La Sarita evidencia un tema al cual muchas bandas suelen prestar poca atención en el Perú: los derechos de autor. Aunque no es complejo, el guitarrista confiesa que nunca le tomó importancia. Según el director de Derecho de Autor del Indecopi, Fausto Vienrich, para evitar inconvenientes se deben “registrar las obras [canciones, en este caso] en un solo acto, habiendo definido antes claramente quién es el autor o coautores”. Todo indica que la dupla líder de La Sarita nunca tuvo esta conversación.
Choy ha presentado varios reclamos ante el Comité de Vigilancia de la Apdayc solicitando que se revise el caso de las 4 canciones del disco “Danza la raza” en las que no aparece como co-compositor (Julio Pérez aparece como compositor al 100%). Los dos primeros, presentados el 27 de enero y el 16 de febrero de este año, están dirigidos a José Escajadillo Farro, presidente de la Apdayc. El 27 de febrero el guitarrista solicitó la “apertura de proceso investigatorio” al Comité de Vigilancia de la Apdayc. Vuelve a presentar una solicitud el 3 de marzo, luego el 28 de ese mismo mes (esta vez mencionando a Julio Pérez) y finalmente el 18 de mayo solicita una audiencia, la cual se realizó la semana pasada. “Según el reglamento es una falta aparecer como co-compositor en el disco y no en la planilla”, dice el músico, quien después de presentar diversas pruebas de su injerencia en dichos temas se encuentra a la espera de que la sociedad de gestión colectiva emita un fallo sobre su caso. Y es que se sabe que los arreglos no pagan regalías. Así, él debe demostrar que participó en aquellas canciones con más que arreglos. “Desde el punto de vista del derecho de autor, 'un arreglo' viene a ser una forma de transformar una obra”, comenta Vienrich. “Para todas estas formas de transformar la obra se necesita la autorización de su autor”, agrega.
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Otra es la historia de la disputa por los derechos del uso del nombre La Sarita. En diciembre de 2016, Martín Choy recibió la llamada de Julio Pérez, quien le informó que la marca estaba registrada a nombre suyo desde el 2008. Luego, tras su salida de la banda, Choy recibe una carta notarial en la que Julio le pide que no la utilice en un concierto próximo. Efectivamente, el registro existe en Indecopi, se solicitó el 30 de enero de 2008, se otorgó el 10 de julio de ese año y vence el 10 de julio de 2018 (10 años).
“Yo no quito que él haya ayudado a construir el nombre de la marca, pero el proyecto nació en mi cabeza y el nombre lo puse yo en 1997, y él entró en 1998, cuando ya se llamaba La Sarita”, sostiene Choy. “Julio ha tenido que ir a firmar. Me juró que no lo había hecho él y que estaba igual de sorprendido y que podíamos arreglarlo rápido. Pero no es así, la marca vence recién en el 2018”.
El 15 de marzo pasado Choy solicitó la cancelación del registro de la marca La Sarita con documento dirigido al jefe de registro de marcas del Indecopi. Pero su intención no es provocar una situación parecida a la de Libido, cuya marca la utilizan tanto Toño Jáuregui como Salim Vera y compañía. “Ni siquiera he pedido que [el registro] sea compartido. [La marca] la quiero registrar yo para no usarla más, porque para mí La Sarita no es La Sarita sin Julio. Y no es solo una marca, como él piensa, que va a dar plata. Es un sentimiento”.
En la carta notarial que envió Julio Pérez el 27 de febrero pasado a Martín Choy, le acusa de estar aprovechándose ilícitamente de sus derechos como titular de la marca y de crear “una falsa expectativa en el público que ha seguido todos estos años la trayectoria de La Sarita”. Martín Choy cree que le pedirá lo mismo con las cuatro canciones que son motivo de disputa en la Apdayc. “Por algo ha ido hasta Villa El Salvador a ver a mi banda Tributo al Perú, a grabar con una cámara qué tocamos, y ver qué pruebas tiene”, dice. No obstante, para él La Sarita ya cumplió su ciclo. “Son 20 años en los que di todo lo que pude dar, incluso en los tiempos difíciles”, dice, mientras espera (esperamos) el desenlace de esta historia.