RAFAEL VALDIZÁN (@rvalmat)
En los últimos años, Willie Nelson no ha dejado de lanzar nuevos discos. Mientras la mayoría de bandas o solistas de nuestros tiempos esperan al menos dos o tres años para editar nuevo material, el ícono de la música country lo hace a la vieja usanza: un álbum nuevo por año. Pero sus últimos trabajos habían consistido básicamente de estándares del género interpretados por el cantautor, de 81 años, sea solo o en duetos, como hizo en “To All the Girls...” (2013), para el cual se acompañó de figuras resonantes como Dolly Parton, Sheryl Crow, Norah Jones, Emmylou Harris, Alison Krauss, Rosanne Cash, entre otras.
Ahora ha vuelto. Y lo ha hecho de la mejor manera: escribiendo la mayoría de las pistas incluidas en este flamante disco, llamado “Band of Brothers”. Grabado entre octubre del 2013 y marzo de este año, en Nashville, el álbum representa una suerte de renacimiento creativo de Willie Nelson. No solo por haber retomado las ideas, sino porque estas han alcanzado un rango tremendo; como si al buen Willie se le hubieran presentado las musas, todas ellas, en fila y tan luminosas, que no pasaron inadvertidas para el octogenario capo de la música sureña estadounidense. Tal vez no exageremos si decimos que se acerca a placas tan redondas que hizo en el pasado, como “Shotgun Willie” (1973), “Phases and Stages” (1974), “Red Head Stranger” (1975) y “Stardust” (1978). Trabajos que lo confirmaron como uno de los grandes del country, junto con Johnny Cash, Hank Williams, Waylon Jennings, Merle Haggard, Buck Owens, por mencionar solo un puñado de ellos.
El primer indicio de que estamos ante un gran trabajo aparece en el surco 3: “The Wall” es un tema entrañable, que semeja el tránsito ligero de un vaquero, a caballo, sobre el verde de un pastizal flanqueado por montañas y un cielo despejado (por hablar de un paisaje que alcanzamos a imaginar al escuchar esta melodía).
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En “Whenever You Come Around”, Willie se nos pone nostálgico y romántico, con un tema lento y suave como un susurro. Y luego despega hacia una esquina más pegada al blues: “Wives and Girlfriends”. Una canción así debe sonar como los dioses en la intimidad de un bar rústico, hacia las últimas horas de la noche.
Avanza el disco y nos encontramos con un country tradicional, de compás acelerado, típica canción vaquera como para acompañar la banda sonora de un 'western'. Terreno conocido para este viejo y querido sobreviviente.
En “The Git Go”, se nos pone medio oscuro. A dúo con otro monstruo del country, Jamey Johnson, Nelson entrega una pieza que parece acecharnos desde un rincón, a medianoche. Como un fantasma con sombrero de cowboy. Otro punto bastante alto del álbum.
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En “Hard to be an Outlaw”, nos pinta el duro escenario para un bandido pueblerino. La dura realidad de un hombre que vive fuera de la ley, cualquiera sea la razón por la que haya decidido transitar al margen de las buenas costumbres. Otra canción que apuesta por generar una atmósfera que, tal vez para nosotros, resulte lejana, geográfica e históricamente, pero que en todo caso podría encontrar equivalencias. Después de todo, más allá del Viejo Oeste, no hay pueblo chico donde no se cometan fechorías,
Willie nos suelta un fresco rock and roll con “Crazy Like Me”, antes de bajar las revoluciones con “The Songwriters”, que nos mece con un vaivén prestado del vals. Finalmente, cierra “Band of Brothers” con “I've Got a Lot of Traveling to Do” (algo así como “tengo muchos viajes por hacer”). Otro country tradicional, de vuelo agitado, que suena a una feliz promesa: que el viejo Willie tiene cuerda para rato; para seguir sorprendiéndonos y para que nosotros sigamos queriéndolo con todo el corazón.
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