Palabras, música, instrumentos que no se han encontrado en cientos de años. Pero ahora forman, de nuevo, un todo en Xochicuicatl cuecuechtli, la primera ópera en idioma náhuatl que se compone y estrena en la historia de México.
El musicólogo mexicano Gabriel Pareyón, quien la compuso, la ve no sólo como un espectáculo musical e instrumental, sino como parte de la herencia cultural que tiene la cultura mexica o azteca en el México contemporáneo.
“Ópera es una manera de poder decirlo en español, pero en realidad se trata de un cuecatl, un canto con un tema en específico. Por el tipo de montaje y técnicas resulta que en una concepción occidental sería una ópera”, aclara el también investigador del Centro Nacional de las Artes en Ciudad de México.
Xochicuicatl cuecuechtli significa “canto florido de travesura” en náhuatl, y hace referencia al acto sexual y al papel que establece la seducción en ciertos sectores de la antigua civilización azteca
La puesta en escena utiliza una orquesta de instrumentos prehispánicos, para narrar el cantar mexica “Xochicuicatl”, recopilado por fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI.
Su tema principal es el erotismo.
Tohuenyo y las “alegradoras”
La ópera narra la historia de Tohuenyo, un joven proveniente de Cuextlán (el país de los huastecos), que busca seducir a las tres bellas ahuianimeh.
Luego de un juego erótico, las “alegradoras” lo abandonan.
Más tarde, éste recibirá un obsequio de Xochipilli, “el Príncipe de las Flores”, que en la mitología mexica representa al dios del amor, los juegos, la belleza y el placer.
La obra es interpretada en su totalidad en idioma náhuatl, dejando escuchar los sonidos y las pronunciaciones en una especie de canto permanente.
El público debe dividir su atención entre la puesta en escena y los subtítulos en español que la acompañan para entender los diálogos.
Si bien los cánones del montaje operístico en Europa requieren de ciertos aspectos formales, el canto de travesuras los modifica llevando a los músicos justo detrás de los actores.
El baile es parte inherente de la historia, los pasos marcados sobre la tarima se convierten en un instrumento más.
Estas características colocan a este espectáculo cerca de la danza contemporánea.
“Es un juego en donde el erotismo y la sexualidad juegan un papel fundamental, es increíble que a pesar de los procesos de censura en la época de la conquista este texto haya sobrevivido a ese proceso, nos da una visión no muy conocida, un ángulo sin mucha luz de esta cultura” dice Pareyón.
Aprendizaje y cosmovisión
José Navarro, percusionista y encargado del montaje musical, destaca el intenso trabajo de aprendizaje del idioma, además de la profundización en el conocimiento en la cosmovisión y costumbres por parte de todo el elenco.
“Los sonidos propios de estos instrumentos están pensados para ser armonizados con las voces y pronunciaciones del náhuatl, inclusive -como destaca Gabriel- nos hemos dado cuenta que los sonidos de estos instrumentos son acústicamente compatibles con la pronunciación…”.
Todos los instrumentos que se utilizan son de origen prehispánico, como réplicas de teponaztli (tambor de origen mesoamericano) y huehuetl, (tambor en forma de tubo), los dos hechos de a partir de una pieza de madera.
Estas dos percusiones son los instrumentos principales y, de acuerdo con una leyenda azteca, son dioses que se convirtieron en tambores para ser tocados por los hombres.
Flautas de barro, carrizo y madera, así como morteros o molcajetes de piedra, completan la orquesta que necesitó de la invención de un tipo especial de notación musical y armonizar mejor con la pronunciación en náhuatl.
La música crea una atmosfera nostálgica y sombría. Las percusiones, flautas y molcajetes evocan ruidos de la selva que combinan muy bien con la atmósfera oscura y llena de sensualidad que propone la escenificación.
De albures y risas
Xochicuicatl cuecuechtli trasciende en niveles más allá de los artísticos.
Gabriel Parayón asegura que este texto precolombino puede considerarse “el antecedente del albur”, juego de palabras en doble sentido con implicaciones sexuales practicado en todo México pero con una mayor intensidad en el centro del país.
Se calcula que el náhuatl es hablado por más de dos millones de personas y es reconocida como lengua oficial en México junto al español y otras lenguas indígenas.
Además el náhuatl tiene un profundo impacto e influencia en el español hablado en México.
A pesar de su estatus y la cantidad de personas que lo conocen, su uso como lengua cotidiana se limita a ciudades y comunidades pequeñas.
Para Gabriel, la ópera no está hecha para rescatar al náhuatl, sino para causar la risa y sensibilidad del público que asista.
“Nuestro objetivo -si es que tenemos uno- es ver que un poema que alguien escribió hace 400 o 500 años tiene un impacto y le arranca la risa a un espectador en la actualidad. Si eso pasa es que vamos por buen camino”.
El estreno de la obra se llevó acabo en la ciudad de Arcelia, Guerrero en el Sur de México.
Actualmente se presenta en el Centro Nacional de las Artes y tendrá una temporada fuera de México en 2015 iniciando en Barcelona para seguir en una gira por otras ciudades de Europa.