Desde los tres años, David Carrillo necesita lentes para evitar ver el mundo de manera borrosa. Una miopía degenerativa lo llevó a tener hasta 13 de medida. Pero hace 10 años, luego de una operación, su visión se volvió perfecta aunque no por mucho tiempo. “Hay un miedo interno. ¿Qué pasa si se degenera tanto que ya no puedo ver? ¿Cómo podría dirigir? No hay director braille”, se cuestiona.
El realizador partió de ese temor para escribir “Lo que nos faltaba”, que se presenta en el Teatro Larco. En esta comedia, el director Manolo Saldívar se enfrenta al peor escenario posible en los días previos al estreno de su obra: está perdiendo los sentidos, su esposa lo ha abandonado, sus protagonistas no se soportan, su asistente no para de llorar y su productor ha decidido dar un vuelco a su vida.
“Escribí esta obra no porque sean cosas que me hayan pasado, sino que las escribí para que no me pasen”, cuenta divertido Carrillo, quien también actúa en ella. El vivir hechos tragicómicos en la ficción se convierte en su amuleto para evitar que lo mismo le suceda en la realidad.
El montaje también es una oportunidad para explorar la crisis de los 40 años. “Es una etapa en la que comienzas a evaluar tus logros o si estás invirtiendo bien tu tiempo”, indica el director. En el caso de sus personajes, esta crisis se refleja en su desesperado afán por reinventarse y contar historias. “Esta es una carrera de tercos [...]. Si dejo el teatro, me tengo que volver budista o hacer ese tipo de viaje interno”, comenta Carrillo.
A fines del 2014, el realizador se tomó un tiempo entre las obras de su asociación Plan 9 para escribir la comedia. Al terminar sabía que quería dirigirla, pero corría un riesgo: plasmar un montaje plano al no tener una mirada complementaria. Entonces se acordó de un consejo de la dramaturga Paula Vogel: escribir una escena imposible que sea un reto para el propio director. Carrillo se regaló tres. Dejemos que el público las descubra.