En 1998, Guillermo Francella tenía poco más de 10 años de trayectoria, y en el Perú se emitía “Naranja y media” en el desaparecido canal Austral. La comedia presentaba a Juan Guerrero, un hombre irremediablemente enamorado de dos mujeres que, durante 210 episodios, camina sobre la cuerda floja intentando mantener una relación con ambas a la vez. Cada episodio terminaba con el eminente descubrimiento de la farsa –con las manos de Juan en la masa–, pero al comienzo del siguiente, don Juan, haciendo gala de habilidades sobrehumanas, lograba salirse con la suya y evadir.
La chispa de Francella en este tipo de producciones, sus 'gags' y sus muecas se repitieron desde entonces en producciones como “Poné a Francella” –quizás su trabajo más popular en Latinoamérica–, comedias de situación como “Casado con hijos” y hasta en programas de mediodía en Argentina. Hasta que lo vimos interpretar un personaje con carga dramática en “El secreto de tus ojos”, y desde entonces en una serie de papeles del género que sacaron a relucir la versatilidad de un actor que, a sus 61 años, aún tiene mucho por entregar.
—En los próximos días llegas a Lima con una obra de teatro, ahora mismo estás rodando un drama y hace poco estrenaste la oscura cinta “El clan”. ¿Hay algo que no pueda hacer Guillermo Francella?
No lo sé, pero me gusta esta etapa de contenidos que me permiten la búsqueda de un nivel interpretativo diferente, conocer a directores, otro tipo de escrituras. Todo me permite una búsqueda que me hace muy feliz. Estoy viviendo un hermoso presente, contento de que me lleguen estos contenidos.
—En “Nuestras mujeres”, la lealtad es uno de los valores que es puesto a prueba en los protagonistas. ¿Es común tener problemas de deslealtad en la industria televisiva?
Gracias Dios no lo he vivido, me gusta rodearme de gente incondicional, leal. He vivido situaciones hermosas con compañeros y compañeras que valen oro. Y esta obra no habla solamente de eso. Los tres amigos que aquí se presentan comparten, además de la lealtad, sus miserias. En situaciones límite uno desconoce cuál es la actitud que puede llegar a tomar. Las obra despierta muchas carcajadas, pero también invita a la reflexión.
—Está en boga presentar personajes con dilemas morales y una mayor profundidad. ¿Hoy en día se privilegia la clase de papeles que le permiten al actor un mayor lucimiento?
Pero no abundan esos textos. Creo que hay una carencia mundial de guiones distintos, originales, buenos. Por eso hay tanto 'remake' en el mundo. No es tan sencillo tener esa clase de guiones en las manos, sino yo firmaría todo el tiempo. No es tan fácil conseguirlos.
—¿Descartas muchas propuestas?
No mucho... Me la paso leyendo los materiales que me llegan, me gusta observarlos, estar atento. Algunos no es que no sean buenos, sino que no me dan ganas de transitar actoralmente lo que me han brindado.
—¿Está venido a menos el género de la comedia? Pienso en que el trabajo de Peter Capusotto o Les Luthiers no se ha replicado en Latinoamérica.
Es que eso no es comedia, lo que hace Capusotto son sketches, como lo que hacía yo en “Poné a Francella”. Comedia es “El hombre de tu vida”, “Casado con hijos”, el humor de situación, que es distinto a los sketches. Ahora, si hablamos de la risa en sí, tampoco es tan sencillo encontrar buenos productos cómicos. Amerita encontrar buenos textos, buenas historias... no es tan fácil.
—“Poné a Francella” es lo más popular que hiciste en televisión. ¿Te anima volver a la televisión?
Sí.
—¿Qué formato te gustaría hacer?
Depende. “El hombre de tu vida” es un proyecto que me encantó, era una serie con tratamiento cinematográfico. “Casado con hijos” también. Me gustan las sitcom.
—¿Volverías a hacer sketches en televisión?
Puede ser. Con una dinámica diferente, ¿por qué no? Yo sé que “Poné a Francella” fue muy popular en el Perú y en América Latina, pero ahora estoy muy abocado al cine. Aunque no tanto, no descarto en algún momento volver a hacer algo así.
—Siempre se te relacionó con la comedia, pero en los últimos años has hecho grandes papeles dramáticos. ¿En qué momento crees que se te comenzó a considerar como un actor capaz de interpretar personajes tan profundos como los que hiciste en “El secreto de tus ojos” o “El clan”?
En los últimos años se me ha dado mucho esa posibilidad. Comenzó con “Rudo y cursi”, la película que hice con Gael García Bernal y Diego Luna. Era una comedia, pero exploraba otros temas; era interesante. Ese fue un disparador para que me sigan llamando. Luego vino “El secreto de tus ojos”... se me empezaron a brindar buenas posibilidades, los directores confiaron plenamente en mí. Yo creo que tenían ganas de confiar, pero por una cosa u otra no me llamaban. Es comprensible lo que a veces les ocurre a los directores: escriben algo, entonces no quieren que nada distraiga al espectador de eso que han escrito, entonces un actor muy popular puede generar, para él, una distracción de la idea que quiere transmitir. Pero luego de pasar esa etapa hoy tengo una cantidad de propuestas que me hacen muy feliz.
—¿Te afectó que no te eligieran para papeles interesantes porque podrías ser un elemento distractor debido a tu relación con la comedia?
No tuvo que ver con la comedia, sino con la popularidad. Cuando te conviertes en alguien muy popular tu sola imagen puede distraer, y es comprensible. Pero los directores terminaron confiando en mí y el resultado de amalgamar ambas cosas [comedia y drama] fue fantástico. No lo padecí, lo comprendí. Yo pedía que confíen en mí, que eso [la distracción] no iba a ocurrir si me elegían para algún papel. Y dicho y hecho. Hoy estoy viviendo un buen presente y ellos también. No hay director que no me está llamando, gracias a Dios. Estoy viviendo un momento muy pleno.
—Tienes más de 60 años. ¿No tardó en llegar ese momento?
Me sentí muy reconocido en la comedia, muy feliz. No sé si el reconocimiento tenga que ver con lo dramático. Es verdad que la comedia siempre ha sido un paso menor frente al drama en cuanto a la consideración de los críticos, pero ya no tanto. Ya está muy respetada la comedia. Yo tuve un reconocimiento muy grande y por eso hoy puedo gozar de que hoy me llamen para hacer películas que me generan enormes satisfacciones, pero ya era reconocido, por eso me convertí en uno de los actores más populares de mi país y soy tan querido. Creo que el reconocimiento tiene que ver con eso, con la gente. Ser popular para mí no tiene por qué ir de la mano con la calidad. Me emociono y me río de las mismas cosas que tú te emocionas y te ríes. Me siento muy cerca de la gente, no me siento una minoría.
—¿El reconocimiento le llega a los artistas muy temprano hoy en día?
Depende de a lo que llames reconocimiento. Un personaje de un 'reality show' se vuelve popular, pero no reconocida.
—La fama es la que llega más rápido.
Uno puede ser famoso a través de un 'reality', de muchas cosas. Pero de ahí a ser reconocido es otra cosa. A veces se escala muy rápido a la fama. Creo que ahora más rápido que antes. Pero también es muy efímero, ¿no?
—Has protagonizado muchos proyectos desde finales de los ochenta. ¿Con qué trabajos te quedas?
Cada etapa de mi vida la he vivido sin arrepentirme, desde el punto de vista artístico. Recuerdo que hice películas para niños y fui muy feliz haciéndolas. Hice durante cinco años un programa en vivo los domingos al mediodía en Argentina y fui muy feliz. “Un hermano es un hermano”, “Naranja y media”, “Trillizos”, serie en la que hacía de tres hermanos diferentes. Después vino la etapa de “Poné a Francella”, “Casado con hijos”, “El hombre de tu vida”... He hecho muchas cosas en televisión y muchas películas. Tantas cosas he hecho y recuerdo todas con mucho amor. Cada momento de mi vida ha sido placentero.
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MÁS INFORMACIÓNLugar: Auditorio del Pentagonito.Dirección: Av. Boulevard con San Borja Norte, San Borja.Días: del 24 al 27 de noviembre.Entradas: Teleticket.