Algunos tienen años aquí. Otros, pocos meses. Están los que ya han podido instalarse en el medio artístico, algunos aún trabajan en restaurantes. Pero todos lo han dejado todo en un país del que se sienten arrojados. En una experiencia inédita, un grupo de directores venezolanos ha convocado a actores connacionales para llevar a escena cinco obras breves de la dramaturgia del país llanero. Igor Olsen, productor del proyecto “Por Venezuela” en Microteatro, es uno de ellos. Aunque nacido en el Perú, partió a Caracas muy joven y volvió hace tres años. “Cuando llegué, había muy pocos venezolanos. Hoy, mil ingresan al país diariamente. Esto generó una reacción local, a veces favorable y otras no tanto”, reconoce.
Surge así la necesidad de una comunidad de artistas venezolanos en nuestro país de contar sus historias, lo que está pasando en el otro barrio, sin caer en panfletos políticos ni visiones miserabilistas. Para este espectáculo, se hizo una selección de casi un centenar de textos breves y se eligieron cinco que se presentarán desde el 11 de julio. “Quiero que vengan un 'coñazo' de venezolanos y también mucha gente peruana. Hacen falta espacios donde los propios venezolanos se encuentren y se reconozcan. Para volver a reconectar. Para sentir que no están solos”, señala Olsen. En esta entrevista, lo acompañan los otros cuatro directores, cómplices en este reto: Kathy Serrano, Beto Benítez, Alfredo Correia y Mayte Parias. Todos tienen historias difíciles para compartir.
—¿Cómo se vive la crisis económica desde el teatro venezolano?Mayte Parias: Ya en los últimos meses no hay tela para hacer vestuarios. No se consiguen hilos elásticos. Para la iluminación, tampoco se consiguen repuestos ni cables. Hay escasez en las cosas más básicas. Todos los que trabajan en teatro en Venezuela reciclan lo que tienen para hacer un espectáculo. Hacen magia: si no hay luz, lo hacen en la calle; si no hay vestuario, con la ropa que tengas.Beto Benítez: Las carencias van más allá: comienzan desde el desmontaje de las políticas culturales anteriores que democratizaban la producción y la llegada del teatro al público. Incluso los grupos privados tenían acceso a subsidios. Pero eso fue desmantelado tras acusar a los grupos de que no eran afines al gobierno. ¡Y obviamente no lo éramos! Había un discurso teatral que cuestionaba la corrupción, la militarización a todo nivel.
—¿Cuándo el teatro –siempre inquisitivo y progresista– rompió con un gobierno que se dice de izquierda?Beto Benítez: Muy temprano. Nunca hubo un teatro favorable al gobierno de Chávez. Yo no conozco una sola obra que haya estado del lado del gobierno directamente. Mayte Parias: El gobierno pudo ayudarte al inicio, pero quería que tú cambiaras tu discurso. Debías perder tu libertad de opinión y crítica para recibir un apoyo. Eso pasó pocos años después de la entrada del chavismo. Pero fue en el 2000 cuando empezó la guerra entre el gobierno y la cultura. Los grupos se replegaron y se vivió una especie de autocensura para conservar los subsidios. Hasta que llegó un momento en que todo se hizo insostenible. Beto Benítez: Las posiciones se hicieron antagónicas. Actualmente existe un teatro que dice las cosas que se tienen que decir, pero siempre hay que cuidarse. La última cosa que hice en Venezuela, antes de salir hace cuatro años, fue un “Macbeth” dirigido por Orlando Arocha en un nuevo espacio llamado La Caja de Fósforos, que ahora es una trinchera frente al poder. Mayte Parias: Ellos tuvieron que crear ese espacio porque el gobierno los expulsó de su sede al expropiarles el edificio. Tuvieron que armar un lugar pequeñito, y por eso el nombre.
—En tiempos de dictaduras, Shakespeare ayuda a decir las cosas... Beto Benítez: Exactamente. Eso sucedía con “Macbeth”, una pieza donde las tropas del rey de los escoceses estaban vestidas como militares del régimen. ¡Como Diosdado Cabello en los momentos del golpe! Pero debes tener cuidado. No se puede usar nombres propios: en Venezuela puedes ir a la cárcel por un tuit. Puedes perder absolutamente todo, llegan a tu casa y se llevan lo que quieran.Alfredo Correia: Cualquier discurso que ellos consideren “apología del odio” es una excusa para actuar. Igor Olsen: El chavismo no pudo con los centros federados de las universidades ni con la cultura. Entonces el régimen generó sus propios grupos teatrales. Pero los grupos representativos se aislaron del chavismo. Se convirtieron en focos de resistencia. Pero muchos se van del país. Ya no hay vestuaristas ni maquilladores. Hay una escasez enorme de equipo humano y material. Se saca las producciones con lo poquito que queda, resistiendo todavía.
—¿Hacia dónde se ha dirigido la diáspora de teatristas venezolanos?Igor Olsen: Hoy al Perú han llegado músicos y teatreros venezolanos de primer nivel. No te puedes imaginar la cantidad. Igualmente, en México la industria artística está repleta de venezolanos. También pasa en España y en Argentina. Mayte Parias: De alguna forma, a todos los que trabajamos en teatro allá, que tienen un nombre, un cierto prestigio, los llaman. Y si te quedabas, te seguirían llamando, pero lo que ganas no te alcanza ni para comer una semana. ¡Ni teniendo cinco trabajos! Nosotros no nos fuimos porque quisimos, nos expulsaron, nos patearon. Te vas porque tienes que sobrevivir. Y como no puedes sacar a los tuyos, tienes que buscar la forma para que puedan sobrevivir los que se quedan allá. Nunca imaginé que un día yo iba a convertirme en inmigrante, pero en ese proceso he descubierto cómo hemos tendido redes para ayudarnos. ¡Es impresionante! Si no ayudamos todo lo que podemos desde aquí, allá se mueren de hambre. Uno dice que no se puede estar peor, pero te cuento algo muy simple: mi perro se ha quedado allá. Su comida es impagable. Y me acaban de decir que la gente se está robando los perros para comérselos. Si te ven el perro gordo y grande, lo secuestran para vender la carne. Beto Benítez: Todas las semanas recibo mensajes, llamadas o wasaps de gente que no conozco, que es amiga de un amigo, que me cuenta que acaban de llegar y me preguntan qué cosa pueden hacer. Y nuestro trabajo es orientar, por lo menos. A veces se puede hacer más. Kathy Serrano: Mi historia es distinta. Yo vivo aquí desde 1994, salí de Venezuela para estudiar en Rusia y jamás imaginé que no iba a volver a mi país. Pero ahora me pasa algo muy fuerte: yo pensé que tenía todo mi rollo de migración resuelto después de tantos años. Pero tras leer las obras que dirijo, he empezado a llorar. Ensayo con los actores y se me salen las lágrimas. Y es que yo viví en Rusia muchas de las cosas que los venezolanos viven ahora. Recuerdo que, cuando apareció Chávez, parte de mi familia me quitó el habla porque yo era muy crítica con él. Me decían que yo era una egoísta, que no sabía nada. ¿Que no sabía?¡Me había pasado años de mi vida sin azúcar, sin toallas higiénicas, sin papel higiénico! Mayte Parias: En Venezuela, hace 10 años que no se ve una toalla higiénica.
—¿Y cómo se sienten aquí?, ¿Cómo ha sido la acogida en nuestro medio teatral?Alfredo Correia: A mí me encanta Lima. Desde que llegué, el invierno es muy exótico. Beto Benítez: Espérate dos años [ríe].Alfredo Correia: Bueno, en principio lo estoy disfrutando [ríe]. El cielo gris no me disgusta para nada. Sin embargo, la verdad esto es un proceso difícil. Uno se enfrenta a cosas que no tenías planificadas. Evalúas dónde puedes encontrar oportunidades . Y uno llega a la buena de Dios. En Lima he sentido mucha apertura, son muy receptivos y calurosos. Sé que hay casos aislados de xenofobia, pero tampoco es fácil para un país receptor recibir a tantos miles de personas. Mayte Parias: Muchas personas te reciben muy bien, entienden tu problema y se ponen en tus zapatos. Pero también hay una xenofobia terrible. Hay gente que siente que les estás quitando cosas, que se sienten amenazados por ti. Y te lo hacen sentir diariamente. Beto Benítez: La migración venezolana ha caído de sorpresa en el Perú, y no había forma de estar preparado. Hace 10 días, un barco con refugiados en el Mediterráneo no fue permitido de entrar en Italia, y generó todo un problema en Europa porque nadie se decidía a recibirlos. En el barco había 600 refugiados. ¡Al Perú están entrando mil venezolanos diariamente! Y hablamos de una cifra conservadora. Todavía no estamos preparados y pienso que, a nivel macro, ya debería haber una legislación al respecto. Si hay docentes, ingenieros, médicos migrantes, deberíamos decidir cómo hacer para distribuirlos mejor, para que no lleguen solo a Lima. Pensé que con un caso tan mediático como el de la venezolana Gilda Mujica, atacada por un peruano celoso que le quema la cara y que la apuñala 10 veces, el Estado iba a reaccionar. Pero hasta el día de hoy, ni el Ministerio de Salud o de la Mujer han reaccionado de manera eficiente. Igor Olsen: Beto [Benítez] y yo nacimos en Perú y fuimos de inmigrantes allá. Ahora nos tocó volver. Y yo me siento inmigrante en mi propio país. En Venezuela uno convive con veinte nacionalidades, entre italianos, portugueses, españoles, árabes. Es natural para un venezolano toparte con otros pueblos, estás adecuado a eso. Sin embargo, a diferencia de todos los países de la región, el venezolano nunca estuvo preparado para emigrar. No sabe. Y eso es duro. Esta es la primera diáspora en la historia de Venezuela.
MÁS INFORMACIÓNLugar: Microteatro. Dirección: Jr. Batallón Ayacucho 271, Barranco. Temporada: todos los miércoles, del 11 de julio al 8 de agosto. Desde las 8 p.m. Entrada: S/13 por cada obra.