MARILIA PASTOR
Fernando Zevallos nos invita, con los brazos abiertos, al aniversario 30 de La Tarumba. “Tengo un espíritu de celebración que quiero compartir con todos”, dice emocionado al convocarnos desde el 28 de junio a la carpa rojiblanca.
Con “Gala” celebran nuestra diversidad –al ritmo de landós, festejos y marineras bajo la batuta de Amador ‘Chebo’ Ballumbrosio– a partir de ese primer encuentro entre españoles y africanos con los pobladores peruanos en el Nuevo Mundo.
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“Nuestra inspiración siempre es el Perú; permítanme celebrar lo que ese encuentro generó en la diversidad cultural que somos ahora. La sangre africana aportó alegría a los habitantes del Perú y la sangre española, más allá de los momento difíciles, ha dejado una huella que podemos rescatar”, precisa el director de La Tarumba.
“Gala” también significa reforzar lazos con otros cirqueros desde Argentina hasta España. Desde hace tres meses, los chicos entrenan números de trapecio y acrobacia, entre otros. “En Latinoamérica hay escuelas similares a la nuestra con las que compartimos hace años. Ahora hemos podido invitar a sus representantes. También queremos celebrar con nuestros pares extranjeros”, añade Zevallos.
Así, tenemos al colombiano José Henry Caycedo con un número de equilibrio en la cuerda, a la francesa Fanny Roux en el trapecio, además del estadounidense Caleb Carinci, experto acróbata sobre caballos, por mencionar algunos.
Ellos han formado un sólido equipo con los ‘tarumbos’ de distintas generaciones. Desde Carlos Olivera, con más de 20 años en la compañía, hasta Renzo Tincopa que debuta con este show.
Fernando habla como un abuelo orgulloso de todos los alumnos que han pasado por La Tarumba. Él ha visto cómo han madurado los chicos hasta convertirse en jóvenes convencidos de que su futuro está en el circo.
“Los que tienen más tiempo son referentes para los más jóvenes. ‘Gala’ nos lleva a reflexionar sobre lo que iniciamos hace 30 años. Es muy gratificante comprobar que el camino elegido fue el correcto. Vemos jóvenes que pasaron por los cursos y ahora son personas proactivas, exitosas, felices y que han tomado en serio la vida del circo”, sostiene.
ÉPOCAS FELICESCon un baúl, un tambor y una corneta La Tarumba comenzó a conquistar a los peruanos hace tres décadas. El director conserva con especial cariño algunos momentos que marcaron la historia de la compañía circense.
Desde su primera presentación en el extranjero (1987); la adquisición de la casa de Miraflores (1992) cuando se convirtieron en maestros a tiempo completo; la primera carpa (2003) y la llegada del primer caballo Hechicero (2004), que les permitió volver a los orígenes del circo.
Pero en estos años su mayor satisfacción ha sido ver el cambio que se ha producido en la mentalidad de los peruanos. “Creemos más en nosotros mismos. Miramos nuestra historia y sentimos orgullo por nuestra cultura.
Después de las épocas difíciles que hemos pasado, los jóvenes quieren mirar de manera positiva y toman con más seriedad el realizar sus sueños”, recalca Zevallos.