Yero extiende su teléfono y me muestra una foto que le han tomado la noche anterior. Una sonrisa aparece en su rostro cuando me comenta que las niñas que posan junto a él en la imagen son las nietas de Mario Vargas Llosa quienes, al concluir su presentación en el Teatro Ateneo, se le acercaron para decirle que admiraban su trabajo. Su voz pausada y mirada tranquila se contrapone al agitado universo que ha creado en las historias de su más reciente libro, “Peruanos de segunda mano”. En este periodo de silencio literario tras obtener el Premio Nacional de Literatura en 2017, el joven escritor decidió experimentar y ello se refleja en los nuevos cuentos cargados de ironía, terror y tragedia.
¿Cómo fue retomar la escritura luego de una distinción tan importante como el Premio Nacional de Literatura?
Fue difícil porque con mis primeros cuentos resultaron ser una labor más fácil y divertida, era una cuestión de placer porque no tenía interés en publicar o participar en un concurso, eran solo para autocomplacerme. Eran historias que me había planteado hacer y las hice.
“Peruanos de segunda mano”, tu nuevo libro, nos trae...
Una recopilación de cuentos en la que trabajé desde el 2016 y trae historias de todo tipo. La primera es una de largo aliento, la más extensa que he escrito hasta ahora, un relato que une todas mis otras historias en torno a Ilo, que es el lugar donde nací y el espacio donde ubico mis cuentos. Estas mantienen la misma chispa y soltura, pero ahora pasa algo más con elementos que podrían catalogar el libro de fantástico. Este es el resultado de un deseo de experimentar.
Quería hacer un paréntesis al tema de tu último libro y hablar de Ilo, ¿a qué otros autores deberíamos recurrir para acercarnos a su universo literario?
Te soy sincero, casi no conozco ni uno. El movimiento literario más grande ha estado en Moquegua. Existen clubes de poesía, de gente que se reúne a leer o imprime panfletos, pero nada que pueda destacar. Por eso era tan importante lograr que mi obra posicione a Ilo en el panorama literario.
¿Los lectores ileños comentan tu trabajo?
¿Puedes creer que hasta ahora nunca he presentado ninguno de mis libros en Ilo? Pero sí hay gente que me ha leído, que están encantados y desean que vaya. Estamos planeando algo, pero lo genial es cuando me lee alguien que no es de Ilo. Por ejemplo, durante la presentación que tuve en el Hay Festival, hubo gente que dijo que, cuando leía mi trabajo, se sentía dentro del puerto y que al ir allá notaron que lo que leyeron existía realmente.
¿Cuál era la necesidad de escribir “Peruanos de segunda mano”?
Sentía que ya había logrado crear algo bueno que fue reconocido, pero existían cosas con las que había tanteado mientras escribía y creí que era momento para arriesgarme a publicarlas, pues ya no tengo nada que perder. Quizás sí, pero quiero experimentar. Recuerdo que antes de mi primer libro yo escribía más sobre cosas que no sabía, lo que era bastante arriesgado. Creo que en mi primer libro me animé a publicar cosas que a todo el mundo le gusta y entende. Esta nueva publicación es esa deuda que tenía de escribir ficción a lo loco y sobre asuntos que escapan de mis manos, que me llevaron a investigar, indagar y preguntar. Este es mi libro de la experimentación y seguro es uno que nunca volveré a escribir, porque si estuve pisando firme al crear las historias de “Falsos cuentos”, aquí lo hago solo con un pie.
El siguiente paso, en el que tendrás los dos pies sobre la tierra, ¿a qué tipo de escritura te lleva?
Quiero escribir como Raymond Carver, uno de mis maestros. Me gusta como perfila la sensibilidad en sus historias, sus personajes, que son igual de quebrados y rotos que los de Julio Ramón Ribeyro, con un estilo más personal e íntimo, como si las historias ocurrieran dentro de cuatro paredes. Hay relaciones de pareja, alcohólicos, problemas en los hogares, todo lo que tenemos también aquí, pero a nuestra manera, dependiendo de nuestro contexto. Quiero retratar eso y creo que podría fusionar ambos estilos para traer una colección de cuentos que sea diferente y al mismo tiempo muy buena.
Has publicado con la editorial independiente Aletheya que, como muchas otras, existe en un escenario difícil en el que poco sabemos sobre el futuro de la Ley del libro.
Sí, esta es también una editorial que busca que se favorezcan no solo a las editoriales, sino otras instituciones que están relacionadas a la difusión del libro, que buscan a través de diversos proyectos que se pueda mejorar la situación que atravesamos ahora. Creo que una nueva característica debe ser premiar más categorías en el Premio Nacional de Literatura u otros reconocimientos.
¿Qué otras categorías?
Por ejemplo, durante estos últimos días que formé parte del jurado que ha escogido al nuevo ganador del Premio Nacional de Literatura, notamos que la categoría infantil y juvenil están unidas cuando cada una por separado debería reconocer a un autor distinto. También debemos pensar en las ediciones bilingües que no necesariamente deberían pertenecer a la categoría de lenguas originarias. Esas son ideas que se han venido soltando durante la discusión que buscaba al ganador.
Como escritor, ¿qué Ley del libro esperas?
Todo tiene que girar en torno a inversión, porque sin ella la cultura no te va a dar réditos, solo así se podrá lograr formar nuevos lectores, mejorar la calidad educativa en los colegios y, sobre todo, difundir las obras de nuevos escritores para que así se mantengan vigentes. No perder la exoneración del impuesto al libro es un punto importante.
¿Tendremos una agradable sorpresa tras el anuncio del nuevo ganador del Premio Nacional de Literatura?
Sí, una muy buena sorpresa. Creo que todos estarán conformes porque ha sido una victoria justa.
¿Qué esperabas encontrar antes de leer las historias que postularon?
Esperaba encontrar un Yero. Quería encontrar un libro que, al igual que el mío, llegase a la mano de los jurados impreso en papel bond, cubierto por una cartulina simple y que el título estuviera escrito con corrector. En un momento pensé que eso era un chiste, pero no se trata solo de la forma, sino también del contenido. La idea es que alguien se anime a leerlo y valore lo que lleva dentro. Tal vez no encontré un Yero, pero sí muchos otros libros que, a pesar de no haber logrado la victoria, mostraron que se ha estado haciendo un muy buen trabajo editorial de la mano de varios autores.
Para ir concluyendo nuestra conversación, ¿cuán difícil es escribir?
No es difícil, lo único que hago es cocinar ideas en mi cabeza. Raramente tomo apuntes y solo dejo que todo empiece a tomar forma en mi mente hasta que ya no puedo más y en un par de noches boto todo de golpe. El verdadero trabajo es corregir una y otra vez, es bastante agotador porque notas en lo que estás fallando. Si tienes la base, solo queda afinar la historia.
¿Y cuáles son tus sueños literarios?
Escribir un libro muy bueno, tan bueno como para que se convierta en mi nuevo “Taca taca” y así dejen de decirme “Taca taca” (risas). Quiero un libro que me pueda acercar a más lectores y posicione mis personajes en espacios donde existen personas que tal vez no puedan entender del todo sus conflictos, como la forma de vida de un ileño. Tal vez no siga escribiendo sobre Ilo, pero quiero mantener la esencia de lo que significa escribir desde este lado del país.